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Los días se fueron pasando, y Heather se alegró de tener a mano el equipo que Raphael le ofreció para trabajar; fue más que eficiente, funcionaban como un reloj perfectamente cronometrado, y Heather comprendió cómo era que los ricos se hacían ricos. Parecían intuir cada sugerencia suya y se adelantaban a cumplirla. Era maravilloso.

A Tess la llevaba de vez en cuando para aprovechar el tiempo y contarle todo lo que le estaba pasando en su nueva vida, cómo a veces no se creía que todo aquello fuera real... y tan perfecto. Tess sólo sonreía feliz por su vieja amiga.

-Quiero que asistas a la fiesta –le dijo Heather, una tarde que asistían a una degustación del segundo servicio de catering que comprobaban para luego aceptar o descartar.

-De ninguna manera. Estás loca? Ni siquiera puedo pagar la entrada.

-Entrarás como invitada mía. Tengo pensado presentarte a Raphael y convencerlo de darte un puesto de trabajo.

-Pero... tienes poder para hacerlo?

-Soy la nuera del presidente! La actual directora del manejo de fondos no es nada frente a mí.

-Eres temible! –Heather se echó a reír.

-Es increíble, pero creo que puedo hacerlo. Te dije que te ayudaría, y te conozco; sé que no aceptarás dinero de la caridad, ni siquiera si viene de una fundación. Vamos, tú estudiaste!

-Dejé la universidad cuando quedé embarazada de Kyle, lo olvidaste?

-Pero hiciste siete semestres de negocios internacionales. Seguro que sabes más que yo de finanzas, que supuestamente hice la carrera completa.

-De veras no tienes esos conocimientos? Porque, ya sabes, sabes usar un portátil, un Smartphone...

-Pero no sé conducir, ni patinar sobre hielo... es como si me consignaran los conocimientos que más necesito, y ningún otro.

-El universo está loco.

-Dímelo a mí. Entonces, aceptarás el puesto?

-Depende de la paga.

-Ya me aseguraré yo de que sea buena. Mientras, aprende cómo se hace –Tess se echó a reír. Heather, como cuando era Sam, se esforzaba por el bienestar de los demás, y antes también tuvo que recurrir un poco a la coacción. Había descubierto que en verdad se podía hacer más por las diferentes fundaciones que Branagan Enterprises apoyaba; la tal Lisa Taylor era bastante inútil, pues nunca había organizado una gala de beneficencia, y ella, en sólo unas pocas semanas, había recaudado ya más dinero y hecho mejores planes de apoyo y acción que ella en todo lo que llevaba en su puesto.

No se puede competir contra la tenacidad de una anciana, pensaba Tess, y Heather ahora sumaba a la tenacidad el poder. Si se lo proponía, podía ser imparable.

-Nada –dijo Raphael, queriendo que sonara a pregunta, pero salió más como una afirmación.

-Nada –confirmó el detective privado. Estaban en el mismo restaurante bar que la vez pasada-. Aparte de lo extraño que es que se vea con Tess Warden, nada.

-Tess Warden. Aún me parece increíble todo esto... -Se arrellanó en el mueble en el que estaba y se masajeó el puente de la nariz-. Una noche tengo una novia escandalosa, que dice una vulgaridad cada tres palabras; con maquillaje extravagante y ropa llamativa; que odia al mundo, que no ve ni por su madre y casi se mata en un accidente por ir ebria y bajo los efectos de la coca. Todo el mundo la odia y ella odia a todo el mundo; ni sus padres pueden controlarla! –suspiró-. Y al otro día... tengo a una hermanita de la caridad a mi lado! Es buena, se preocupa por los necesitados tanto que mueve cielo y tierra para conseguirles ayuda. Tiene una amiga, y no cualquier amiga; una mujer trabajadora madre de tres hijos. Usa ropa sencilla, aunque de buen gusto. No va mostrando piel y su maquillaje es apenas el necesario. Todos la aman y ella pareciera amar a todos! Tendrías que escucharla hablar! Dice palabras como... "diablillo",  "buen mozo" y otras más –cerró sus ojos con fuerza-. Puede cambiar tanto una persona? –preguntó, a nadie en particular.

Locura de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora