Capítulo 2

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            Tomo el tren en la nueva y ventosa estación Delicias. No es un AVE, cosa que agradezco. Ya no te dan casi ni tiempo para ver una película o leer algo. Mi tren es un auténtico tren. Pensaba que ya no existían. Pero RENFE aún nos depara alguna alegría. Antes podías ligar en los retrasos de los trenes; tenías el tema común idóneo. Y sin hablar de política. Con la RENFE nos podíamos desfogar de nuestras frustraciones motivadas por nuestros correspondientes imbéciles. Y podías echarle la culpa de todo. ¿Y cómo me desahogo ahora de lo de mis ex? Tendré que pensar en algo.

Son las nueve y cuarto de la noche. El tren llegó asquerosamente puntual. Casi no me da ni tiempo de mirar a la morena de ojos achinados que pasó delante de mí en el embarque. Definitivamente es triste. El billete me indica que tengo el compartimiento número treinta y tres. Esto empieza bien. Coche dieciséis. No todo puede ser perfecto. La mitad de treinta y tres no existe. Y que los matemáticos no opinen; afortunadamente esto es un monólogo. Como decía, el dieciséis es lo más próximo a la mitad del treinta y tres. Las mitades me encantan. Tiene algo de freudiano, según me dijo mi ex... (el del coco). Sea lo que sea, me gustan. Y los dobles también. Las parejas de cosas son excitantes. Ver a una pareja de la guardia civil es algo, diría yo, morboso.

- Perdone, señor, ¿me enseña su billete?

Nunca me puedo negar a lo que me pide un revisor. Se me apoderan con esa amabilidad made "El Corte Inglés". Antes eran poderosos, bruscos, soberbios. Tenían la sartén por el mango. Incitaba a discutir, era algo excitante. Ahora no, es todo lo contrario; elegancia y simpleza total.

- Señor, es el compartimiento del fondo del pasillo. La llegada prevista a La Coruña está prevista a las diez cincuenta de la mañana. Tenga un buen viaje.

- Gracias... ¿y el bar? Ya sabe... por lo del miedo a viajar.

- Tres vagones, hacia el final del convoy. No cierra en toda lo noche, señor.

Definitivamente no me encuentro bien. Yo poniendo excusas para echar una cañita. No me conozco. El cabronazo de mi ex tiene la culpa de todo. Me dirijo a mi habitación móvil. El lavabo a mi derecha, a la izquierda dos camas, una arriba y otra bajo.

Mal aprovechado cuchitril. Y encima no puedo decir que me ha costado el doble. El billete lo recibí por mensajero después de la tele-oferta laboral. Junto a él recibí una nota.

"Coja esta noche el tren destino a La Coruña. Adjuntamos el billete. Recibirá nuevas instrucciones en el propio tren. Le adelantamos quinientos euros como dieta de desplazamiento". Y todo sin firmar ningún contrato.

Dejo mis escasas pertenencias encima de la cama y me dirijo al coche-bar. Con la primera cerveza en la mano, sentado en un incomodo taburete del coche-bar veo pasar las primeras estaciones ya desahuciadas, otroras orgullo de sus respectivos. Hace años, el jefe de estación, el cura, el maestro y el médico eran las fuerzas vivas y respetadas de los pueblos. Actualmente ya no tienen ni un cura para que les grite y les intente sacar los cuartos. Con un nuevo ejercicio meditado de brazo descargo la jarra en mi incipiente barriga. El año pasado leí que la cerveza no engorda y yo me pregunto qué coño será lo que causa estos abultamientos innecesarios en mi ex musculosa figura. Quizás sea el estrés. Pero ya llevo una temporada, gracias al capullo de mi ex, sin ese aditivo. Me temo que el que escribió la noticia debe de tener acciones en una cervecera.

Ya a rebosar y viendo que la posibilidad de actualizar mi vida sexual es este trayecto tenía menos futuro que Trump como candidato al Nóbel de la Paz, decido irme a dormir. Tengo que llegar mañana a la entrevista totalmente fresco para dar mi mejor imagen pre-ex, o sea anterior a mi crisis laboral. Eso suponiendo que alguien me indique a dónde debo de ir. En la nota me decían que se pondrían en contacto. Esto mosquea, pero quinientos euretes y un viaje pagado no se pueden desaprovechar.

El tren, a pesar de no ser un AVE, parecía volar. En mi camino hacia mi compartimiento me tropiezo con el revisor.

- Algo está pasando. Métase en su compartimento y siéntese. Esta velocidad no es normal. Es la primera vez que lo veo en toda mi vida. Señor, rápido. – Y se aleja perdiendo ese aplomo con el que hacen gala estos selectos trabajadores. No puedo llegar al treinta y tres. Todo se oscurece...


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⏰ Última actualización: Aug 27, 2017 ⏰

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