Capitulo II
Mis padres no estaban en casa, no era algo nuevo para mi, pasa la mayor parte del tiempo.
Mi padre biológico abandono a mi madre cuando se entero que estaba embarazada. Cuando tenía tres meses de nacida, mi mamá se casó con el que ahora es mi padrastro. Ellos han sido muy buenos conmigo, quiero decir, me dieron un techo, alimento y educación, pero nunca he sentido algún tipo de conexión con ellos. Es como si solo viviéramos en la misma casa, como si no existiera ningún tipo de relación entre nosotros.
En fin, ya que no estaban y sabía que llegarían tarde, fui directo a la cocina, estaba hambrienta así que me prepare unos macarrones con queso. Mientras se cocinaba la pasta, revise el correo, la mayoría era publicidad, nada interesante, hasta que ví un sobre que tenía mi nombre en el, estaba abierto, vacío y no tenía ningún otro tipo de información. No sabía que pensar o sentir, ¿por qué mi mamá abrió la carta? ¿Por qué escondió el contenido?
No endiento por que hizo eso, definitivamente le reclamare pero, tendrá que ser mañana por la mañana antes de que se vaya a trabajar, y espero que tenga una buena explicación.
Cené y fui a mi habitación, trate de dormir pero no podía dejar de pensar en todo el asunto de la carta. Alrededor de las dos de la mañana me quede dormida.
A la mañana siguiente desperté muy temprano para ser poder enfrentar a mi madre. Me lave la cara y bajé las escaleras lo más rápido que pude sin tropezar, me dirigí a la cocina y por suerte mi padrastro ya se había ido, así que solo éramos mi madre y yo.
- ¿Por qué tan temprano?- dijo ella mientras tomaba té sentada en la mesa.
- Necesito hablar contigo- ya empezaba a sentir como mi enojo crecía poco a poco.
- ¿De que se trata?
- Anoche llegue y no estaban en casa, mientras preparaba la cena revise la correspondería y había un sobre abierto, con mi nombre en el y sin carta- inconcientemente aumente el volumen de mi un poco, pero ya era demasiado tarde para calmarme, sentía un gran enojo- ahora me gustaría saber, ¿por qué abriste una carta dirigida hacía mi? Y lo más importante ¿en dónde esta la carta?
- Eso es algo que a ti no te incumbe.
- ¿Cómo no va a ser de mi incumbencia? Esa carta es mía y necesito que me la des- sentía una gran impotencia, las ganas de llorar se hacían cada vez más presentes.
- Dani, hija, hay cosas que no se deben de saber.- me sorprendió la manera tan calmada en la que me contestaba.
- Mamá, necesito que me des la carta. ¿Dónde esta?
- La escondí, no te la voy a dar. Y no la vas a encontrar.
- Eso lo veremos- subí corriendo las escaleras y fui a su recamara, podía escucharla subiendo detrás de mi, gritándome.
- Dani, no te atrevas. Daniell regresa, ¡te estoy hablando!
Cerré la puerta con llave y comencé a buscar por toda la habitación, busque en cajones, en el armario, debajo de la cama, sólo me quedaba buscar en el joyero. Me detuve un momento y me puse a pensar ¿Qué estaba haciendo?, ¿por qué lo hacía?, ¿de verdad quiero saber lo qué dice la carta?
Mi mamá ya no hacia ruido así que supuse que se había marchado a trabajar. Salí de su habitación y entre al baño, comencé a buscar, abrí el estante y detrás de los medicamentos se encontraba una hoja de papel color azul celeste, estaba doblada y por un lado recitaba ‘’Querida Dani’’. Dude en abrirla, sentí una gran cantidad de emociones en un segundo.
Entre a mi habitación, me senté al pie de la ventana y comencé a pensar
‘’ ¿qué debería hacer ante esta situación?’’ después de unos minutos llegue a una conclusión: necesito hablar con alguien.
Me di una ducha rápida, salí de la regadera y me vestí con lo primero que encontré, un suéter a rayas, blanco y negro, una falda gris, debajo unas medias y unas botas. Al abrir la puerta principal noté que hacia frío y lloviznaba, así que tome un abrigo y salí con mi bicicleta.
No había tráfico ya que los alumnos aun no entraban a las escuelas y la ciudad estaba bastante tranquila. Comencé a pedalear hacía la casa de Eleanor, si a alguien tenía que contarle esto, era a ella.
Cuando llegue a su casa, toqué el timbre, espere varios minutos pero no hubo respuesta, llame repetidas veces a la puerta y nadie salio. Cuando estaba a punto de marcharme, Eleanor abrió la puerta bruscamente
-¡¿Qué?!- tenía puesto unos pantalones pijama negros, un suéter azul brillante, estaba bastante despeinada y con los ojos hinchados.
-¿Te desperté?
-No- dijo con sarcasmo- ¿qué haces aquí Danielle? Son las ocho de la mañana, hay gente durmiendo a esta hora.
-Tengo que contarte algo, mira- sacó la carta de mi bolsillo y se la muestro.
-¿Qué es esto?
-Una carta.
-No me digas- más sarcasmo.
-Mi mamá la oculto para que yo no la viera, la busqué y aquí esta. No la he leído y no se quien me la mando.
-Pasa, vamos a mi cuarto.
Se dio la vuelta y subió las blancas escaleras hacia su cuarto, no había nadie más en casa ya que sus padres trabajaban y se iban temprano al igual que los míos. Eleanor subió corriendo las escaleras y yo iba a paso lento detrás de ella. Cuando llegué a su habitación ella ya estaba metida debajo de las docenas de sabanas de su cama abriendo la carta. Me quite las botas y el abrigo y me metí debajo detonas esas sabanas.
-¿No te asfixias debajo de tanta sabana?
-Fue una fría noche, ¿quien crees que te la mando?
-No lo sé, no la he leído.
-Pues léela- dijo estirando el brazo hacia mí.
-No, no quiero, tengo miedo.
-¿Quieres que te la lea yo?
-Si por favor.
Bajo la cabeza y se quedo en silencio.
-¿Qué estas haciendo?
-Leyendo- dijo haciendo un gesto obvio.
-En voz alta idiota.
-Esta bien. Deberías ser más amable, te estoy haciendo un favor, no me insultes…
-Sólo lee Eleanor.
-Esta bien.