Manhattan, Nueva York, 31 de diciembre de 1921.Un escandaloso suspiro lleno de impotencia, se le escapó a Candy, mientras pasaba el cepillo a través de sus sedosos e imposibles rizos. Había intentado perfeccionar el peinado que dibujó en su mente, pero todo intento por mejorarlo parecía inútil. Por más que se empeñaba, no lograba concentrarse en esa tarea.
—¿Quiere que le ayude, señora Livingston? —preguntó una mucama de mediana edad, cuya sonrisa llenó de confianza a la joven patrona.
—Sí, por favor... quiero recoger totalmente mi cabello... ¿Usted podrá ayudarme a lograrlo?
—Ya lo creo, señora. Permítame un segundo y le prometo que la peinaré justo como usted lo desea.
—Gracias, Carla... ¿Puedo llamarla así?
—Oh, sí. Por supuesto, señora Livingston.
—Usted puede llamarme por mi nombre...
—Gracias por esa confianza, señora Candy...
Carla deslizó el cepillo una y otra vez, acomodando el cabello de la chica, logrando moldearlo de tal manera que los rizos indomables, permanecieron quietos y listos para ser estilizados en el peinado que ella deseaba. Cuando la mujer terminó, Candy apenas podía creer lo bello que se veía su cabello... ¡Ella sola jamás hubiera logrado aquél peinado!
—Carla... es hermoso... ¡Es verdad espectacular! ¡Me encanta! —dijo con emoción, levantándose de la silla para abrazar a la mujer.
—Usted será la mujer más hermosa en esa fiesta... —afirmó segura de sus palabras—. Diviértase mucho señora Candy... y que tenga un feliz inicio de año.
—Usted también, Carla... ¡Muchas gracias por todo! —La mucama asintió y luego de dedicarle una última sonrisa abandonó la habitación.
Candy por su parte corrió al vestidor y se colocó el vestido que había elegido usar. Había olvidado cómo se sentía desear asistir a una fiesta de Año Nuevo. La última vez que disfrutó de una celebración de esas, fue a bordo del Mauritania, después de haber salvado a la embarcación que naufragaba.
Aquello sucedió muchos años atrás... ese año, su mundo cambió por completo.
Terry estaba llorando en la oscuridad, mirando melancólicamente hacía el océano, mientras ella sentía esa inexplicable sensación de querer reconfortarlo.
«Yo no le conocía», recordó con tristeza... «Sin embargo, deseaba ayudarlo... yo quería acabar con su sufrimiento, pero, entonces, él comenzó a reírse de mí»
La rubia negó con su cabeza, sacudiendo aquellos recuerdos.
¿De qué servía recordar eso? Después de todo, ellos dos ya no tenían un futuro juntos. Él era esposo de Susana y ella estaba casada con Kieran... cada quien había aceptado su destino.
Terminó de vestirse y luego salió del vestidor para mirarse en el espejo. Hizo un gesto de disgusto al estudiarse.
«¿Qué clase de monstruo soy?», se cuestionó con rudeza ¡Ya tenía una semana entera pensando Terruce! Y todo... ¡Por ese endemoniado reencuentro! Un besito en la mano por parte de Terry ¿Y ya se había vuelto loca?
«¿Qué demonios me sucede», reflexionó, creyendo que Terry, seguramente, le besaba la mano a todas las mujeres con las que se encontraba... «Seguro han sido muchas», añadió celosamente, recordando a todas las damas que se lo comían con la mirada, mientras estuvieron comiendo en el restaurante del Hotel Plaza.
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Sin mirar atrás
FanfictionSepararse fue la decisión más difícil que tomaron en su vida. «Caminar hacia adelante, sin mirar atrás», fue la promesa que ambos se hicieron. Seis años han pasado desde entonces... ¿Candy y Terry llegaron a cumplir esa promesa? 🚫SE PROHIBE SU PUB...