CAPÍTULO 3

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Manhattan, Nueva York.

El doctor Julian Preston atendió a Susana tan rápido como pudo. Tenía algunas consultas pendientes, pero, el amable hombre agilizó todo para que la Linda Sussie, tuviera oportunidad de pasar a consulta en cuanto le fuera posible.

La rubia muchacha insistió una y otra vez que se sentía perfectamente, inclusive pidió que no se tomarán tantas molestias y que podía regresar después, a pesar de ello, todas sus protestas resultaron inútiles porque aunque ella no lo deseara fue ingresada al consultorio médico, en cuanto el doctor se desocupó.

—Mi Sussie se ha sentido mal toda la semana —advirtió Olga, con voz molesta—. ¿Y es hasta ahora, que tú te das cuenta de las cosas?

Terry respiró hondo mientras se pedía mantener la calma, pues, en nada ayudaría volverse loco en contra de esa mujer, quién intransigente como siempre, le hacía reclamos sobre su conducta. El joven actor maldijo una y otra vez en pensamientos. Olga Marlowe podía sacar de sus casillas a cualquiera y aunque él estaba tentando a dejarse llevar por la ira, terminó haciendo un esfuerzo sobrehumano, para soportar todo lo que la mujer tenía que decirle.

—¿No vas a responder nada? —preguntó Olga con desesperación.

—¿Qué quiere que le diga? —contestó Terry, cuestionándola sin temor—. Soy culpable. No le he prestado la atención debida a Susana y usted tiene toda la razón... —se alejó de la mujer para evitar que a discusión creciera, pero ella, no dudó en seguirlo.

—Vaya... al menos lo reconoces —expresó, haciendo que Terry volteara para encararla.

—Sí, lo reconozco... ¡Completamente! —exclamó Terry, mirándola con furia.

—Perfecto —expresó Olga y con coraje siguió reclamando—. Ya que estamos siendo «tan honestos» Te voy a pedir una vez más que dejes de ver a tu mujerzuela, compórtate como hombre y sé fiel a tu esposa... claro que si no eres capaz de hacer ese simple sacrificio y deseas seguir revolcándote con esa tipa, entonces, haznos el favor de ser discreto ¡Sussie no está para soportar tus inmoralidades!

—Usted a mí, ¡no va venir a prohibirme nada! ¿Entiende? —Terry la miró fijamente y le hizo saber—. Lo que yo haga con mi vida no es de su incumbencia.

—Por supuesto que es de mi total incumbencia... ¡Te casaste con mi hija!

—Nos casamos bajo las circunstancias que ella misma aceptó... — Terry se mostró más tranquilo y añadió—. No pretendo que usted entienda eso, porque se nota que ni siquiera conoce a su hija... no sabe nada en absoluto. Le recomiendo que después de que salgamos de aquí, se dé la oportunidad de platicar con ella. A ver si de esa manera su cerebro logra captar algo de la realidad en que vivimos.

—¡Muchacho insolente! —exclamó Olga levantando la mano, dirigiéndola directamente a la mejilla de Terry.

El actor la detuvo oportunamente e impidió que aquella mano llegara a su destino, ¿quién demonios se creía? Olga, era la principal causante de la infelicidad de Susana y de la de él mismo. Esa desgraciada mujer los había hecho llegar, hasta donde nunca tuvieron que hacerlo ¡Quien insistió en ese matrimonio había sido ella!

—Jamás vuelva a intentar algo parecido. No vuelva hacerlo señora, porque si llega a repetirse, no responderé por mi comportamiento —advirtió Terry al tiempo que le apretaba con firmeza la muñeca.

—Eres un salvaje... un desgraciado... —expresó con terror la señora Marlowe.

—Piense lo que quiera. Hágalo, porque ¡no me importa! No me interesa en absoluto lo que usted opine sobre mí.

Sin mirar atrás Donde viven las historias. Descúbrelo ahora