Capítulo 5

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Andre lo miró fijamente.

- ¿Y se puede saber quién demonios eres tú? – espetó enfadada soltándose de su agarre.

- No finjas que no me reconoces porque sé muy bien de que supiste quien era en el preciso momento en que me acerqué a ti – ella continuó observándolo sin inmutarse en lo absoluto. – Podían pasar siglos y aun así te reconocería donde sea.

- ¿Significa que yo tengo que reconocerte también? No soy adivina, si no me dices quien eres ¿Cómo se supone que sepa quién eres?

- Bien, seguiré tu juego. Soy Calix. ¿Me recuerdas ahora o seguirás fingiendo?

- ¡Calix! Por supuesto que te recuerdo, no conozco a nadie más con ese nombre. ¿Cómo estas después de tanto tiempo? ¿Qué es de tu vida? Yo estoy bien, todo está bien.

- Gracias por preguntar, también estoy bien. Quería...

- Me alegra haber tenido tan amena conversación, fue lindo verte después de tanto tiempo. ¿Te parece repetirlo? Digamos... ¿en quince o veinte años?

- ¡Basta! Ya deja los juegos. Solo digamos que fue una linda coincidencia el encontrarnos, después de todo somos viejos conocidos ¿no?

- Tú y yo no somos nada.

- Lástima, porque hace poco más de quince años una joven que conocí, muy agradable por cierto, nada parecida a ti, me dio este colgante – dijo Calix enseñándole un collar muy antiguo que había pertenecido a la abuela de Andre y que el tenia porque ella misma lo había colocado en su cuello la última vez que se habían visto como promesa de que se volverían a encontrar – y me gustaría regresárselo, pero como tú y yo no somos nada...

- Sabes perfectamente que me pertenece.

- Tú me lo diste. Recuerdo que me lo entregaste como amuleto para que regrese a ti porque querías volver a verme.

- ¡Qué lindo! – dijo ella sarcásticamente – Lastima que ya no quiera, pero me quedaré con eso. Gracias – Tomó el colgante de su mano, se dio media vuelta y comenzó a alejarse. Se detuvo abruptamente como recordando algo, regresó sobre sus pasos colocándose frente a él en puntitas de pie para que sus rostros quedaran muy cerca y susurró – Me debes un celular nuevo. Lo quiero para mañana a la tarde a más tardar y no menos que un Z5. Me gustan los Sony. Déjalo en recepción a mi nombre. Ciao.

- Andre regresó a la mesa donde su hermana la esperaba.

- ¿Qué te pasó? – pregunto Gret notándola extraña.

- Nada.

- Que. Pasó. – enfatizó Gretchen.

- Si te dijera que me encontré con Calix, ¿me creerías?

- Es broma, ¿Qué puede estar haciendo aquí? Dime quien es, señálamelo y lo mato, o al menos lo hago echar.

- Está bien, ya pasó, fue hace mucho tiempo y no voy a volver al pasado. Ya lo superé.

- Me alegro por ti. – Mientras hablaba miraba a los invitados hasta que su vista se detuvo en uno en particular que hizo que su rostro mostrara una enorme sonrisa.

- Qué, ¿a quién viste?

- Al chico del que les hable a ti y a Lucy hoy, el que almorzó conmigo el otro día que después estaba en lo de Josi.

- Señálamelo.

- Ahí. – indicó Gret mientras con un gesto apuntaba justo al lugar donde estaba Calix – Él, ese es Eddy – no, ese era Calix, pero ni en broma pensaba decírselo.

Calix - El descenso de los dioses 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora