Bajé Al Moro

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Volvería a Marrakech
solamente para saciar mi sed.

Visitar la Medina y entender que la religión
a veces es la causa de la guerra.

Bailar al ritmo del desierto en el Zoco
a eso de las dos de la madrugada.

Comer en aquel restaurante en el que hablé tres idiomas por primera vez.

Montar en dromedario en el Palmeral y estrechar otra vez su mano.

Tomar un refresco con aquel camarero tan comprensible y majo.

Escuchar de nuevo tus historias best-sellers y admirar tu cultura por no decir sabiduría.

Recorrer de nuevo, unas tres o cuatro veces la gran Avenida de Mohamed VI
que para mí es la Gran Manzana árabe.

Disfrutar de un delicioso helado entre diferentes nacionalidades.

Regatear por el precio de un dromedario de madera para un corazón amado.

Podría relatar toda mi travesía, pero perdería el encanto para los descubridores de éste extraordinario mundo.

Necesitamos sentirnos extranjeros y como en casa a la vez.

-C

(Mirando su mapa y pensando en su próximo destino)

PD: El dromedario de madera descansa al lado mío.

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