Blame

1.6K 160 156
                                    


La rutina del Ex-Capitán Levi comenzaba al mismo tiempo que el alba. 

Él se levantaba, se aseaba y salía para trotar por al menos una hora antes de comenzar con estiramientos y ejercicios que en antaño realizaba junto con su escuadrón. Aun cuando ya no había motivo alguno para seguir haciendo esa clase de esfuerzos y mucho menos con cincuenta años de edad, él ya no era capaz de abandonar sus viejas costumbres, las cuales permitían que su cuerpo se mantuviera en un estado muchísimo mejor que el de otros hombres iguales o incluso más jóvenes que él.

Ya que su cuerpo estaba caliente y activo por los ejercicios, normalmente aprovechaba para cortar leña para el día y así dejarla secar bajo el sol. Y justamente eso estaba haciendo esa mañana, llevando ya unos cuantos pedazos de madera en una pila, cuando escuchó el sonido de las tablas de madera del pórtico rechinar ligeramente por el peso de alguien parado sobre ellas. 

Dánae había despertado y no necesitaba girarse a verla para saber que lo observaba en silencio desde la cabaña. Era capaz de sentir la mirada en su espalda perfectamente, como si ella estuviese sumamente asombrada de ver los marcados músculos estirarse y contraerse mientras él levantaba el hacha y la bajaba con violencia, rompiendo la madera en dos y esparciendo sudor a su alrededor.

-¿Por cuánto tiempo más piensas quedarte aquí, Dánae?

Habiéndose quedado prendada en la llamativa figura del hombre en el patio, la jovencita sintió sus mejillas arder con furia al darse cuenta de la clase de pensamientos que se le habían pasado por la mente mientras veía a Levi cortar la leña, tragando duro y apartando el rostro lejos de él mientras se esforzaba por sonar calmada. 

-... Tan solo he estado aquí dos semanas. ¿Acaso soy una molestia?

-Tch, no lo digo por eso, niña tonta.- Gruñendo en respuesta, Levi se echó el flequillo hacia atrás con una mano, intentando juntar esos mechones con los otros un poco más largos que mantenía atados en una pequeña coleta tras su cabeza, en un corte ligeramente distinto al que había llevado durante su época de militar. -Será mejor que hagas las paces con tus padres de una vez, antes de que ellos tengan la idea de venir a buscarte aquí y el embrollo en el que estás sea mucho peor.-

-Me niego.

Levi no pudo evitar levantar una ceja, girándose a verla desde su lugar junto al tronco enorme en donde cortaba la leña mientras apoyaba el hacha contra su hombro derecho. Ella no le había dicho absolutamente nada de lo que había pasado en su hogar, o por qué se negaba rotundamente a regresar con sus padres y ya tenía más tiempo del acostumbrado allí.

-¿Y qué mierda piensas hacer cuando ellos vengan a buscarte?

-Simple.- Cruzándose de brazos en un ademan obstinado, la muchacha movió el rostro al otro lado mientras fruncía el ceño. –Tú vas a decirles que yo no estoy aquí.-

-No pienso mentirle a Eren ni a Mikasa, mocosa.- Él gruñó casi en seguida mientras se ponía una mano en la cintura, mirándola con una cara que hubiese asustado a cualquier niño. –Puedo tolerar tus berrinches por un tiempo, pero ya pronto cumplirás tres semanas fuera de casa. ¿Qué acaso no puedes imaginar lo preocupados que deben sentirse tus padres y tus herma-...?-

-¡No me importa!- Ella volvió a rugir, mirándole entonces furibunda desde su lugar. -¡A ninguno de ellos les importó mis sentimientos, entonces de ahora en adelante no me importan los de ellos!-

Algo parecido a un gesto de sorpresa recorrió el rostro de Levi tras escuchar a su pequeña niña decir semejantes palabras. Una frase tan caprichosa y egoísta saliendo de alguien que antes era tan cálida y dulce... Lentamente, él dejó el hacha contra el tronco, acercándose al pórtico mientras comenzaba a preocuparse cada vez más sobre aquello que podía haberla hecho huir de casa y negarse tan rotundamente a regresar. 

DánaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora