Al llegar a mi casa, dudé entre si llamaba a Raúl, o no lo hacía. Si lo llamaba, parecería una loca desesperada, pero si no lo llamo...no sabré nada sobre él. Decidí no llamarlo. Sólo lo agregué a mi lista de contactos de WhatssApp. Desde allí, podía hablar con Raúl sin tener que pasar la vergüenza que pasaría si lo llamaba. Por lo que al tenerlo entre mis contactos, le mandé un mensaje.
Hola Raúl. Soy la chica rubia a la que has visto hoy en el parque. ¿Podrías mandarme una foto tuya? Más que nada para recordarte. Gracias.
¿Habría sido demasiado directa al pedirle una foto? Tan sólo un segundo después, el chico había respondido.
Claro rubita. (Foto). Ahí la tienes. Ahora tengo que irme. Sueña conmigo guapa.
¿Me había llamado guapa? Sí. Lo había hecho; además me había dicho que soñase con él...Eso iba ha hacer, porque desde que lo vi en el parque, no he podido quitarme a Raúl de la cabeza. Todo el día pensando en él. En su sonrisa, sus ojos, su forma de vestir...hasta en su voz. Esto no era normal. Es verdad que estaba en una etapa de cambios, y revolución de hormonas, sí. Pero es que hasta me había imaginado a Raúl en mi cama. Esto es muy fuerte, pero...me había tocado pensando en él. No me lo puedo sacar de la cabeza. No puedo. Es tan...tan...PERFECTO...
Acababa de sonar el timbre de mi casa. Me precipité hacia la puerta para abrir. Revisé mi vestimenta. ¿No iba un poco provocativa para abrir? Llevaba una camiseta de tirantas, que me llegaba hasta por encima del ombligo, y unos shorts. No llevaba zapatos. ¿Mi pelo? Un moño. Es que hacía demasiado calor. Pero la temperatura subió aún más, al descubrir que la persona que estaba fuera esperando a que abriese. era él. Raúl. ¿Me habría seguido hasta a casa después del parque?