Prólogo

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— ¿Realmente vamos a quedarnos aquí? —preguntó Mili observando a través de sus gafas con ojos desorbitados la casa en medio de aquel valle, a una distancia considerable de la carretera. Las enredaderas caían del techo haciendo una cortina verde a las ventanas. La madera con la que estaba hecha era oscura y los árboles alrededor de ella parecían tener cien años de antigüedad ahí.

— Sí, Milibro, recuerda que Kallatiny nos la recomendó —dijo Margoth sacando empezado a sacar las maletas del auto.

Cami se colgó su mochila en el hombro.

— Y recuerda que Kallatiny nunca nos haría daño directa o indirectamente —dijo sonriendo. Antonella asintió, dándole la razón. Nati, al contrario, negó con la cabeza y rodó los ojos. Ella había aceptado ir sólo porque Anto le había prometido obtener los nudes de ése chico coreano, Sang.

Cada uno tomó sus cosas y Mary le puso el seguro al auto, empezaron a caminar hacia la cabaña, hablando de distintas cosas y riendo cuando la morena tropezó con una piedra y cayó de cara.

(...)

— Leí que aquí sucedió actividad paranormal —comentó Anto mientras abría la puerta principal. Esta chirrió dejando a la vista una sala recibidora a oscuras y decorada a la antigua. Fue la primera en entrar, seguida de Margoth.

— ¿En serio? —preguntó la venezolana frunciendo el ceño y luchando con su maleta.

El pelirrojo dejó de lado su equipaje y rodó los ojos.

— No, estúpida —respondió exasperado. Escucharon a Cami reír de fondo, Nati murmuró algo pero sólo se escuchó la palabra "pendeja".

Mili fue la última en entrar, cerrando la puerta detrás de ella. Justo en ése momento, Nati encontró los interruptores de la sala principal. Los encendió y la cabaña se iluminó correctamente dejando a la vista la cabeza de un ciervo enmarcado en la pared. Mary y Cami soltaron un grito al unísono en cuanto lo vieron.

— Chucha —murmuró Cami cuando se recuperó del susto. Mary miró fijamente la decoración animal.

— ¿Qué mierda es ésa? —preguntó Nati.

— Una cabra bronceada—respondió Margoth con lo que Nati esperó fuera sarcasmo, aunque no hubiera ni un poco de esto en su tono.

— Me está mirando —dijo la de gafas.

Anto lo señaló y luego se señaló a sí misma, como sí estuviera descubriendo el misterio más grande en la historia de la humanidad.

— No —empezó a decir, colocándose sus lentes de sol rosas—; es obvio que me mira a mí —y luego echó su cabello para atrás con dramatismo.

— Cállate, Antonia —dijo Mary.

— Cállate tú, Maricarmen.

— Cállense las dos —regañó Mili. Ella le echó una mirada rara a la cabeza, y luego se dispuso a aventurar en el resto de la casa.

Caminó por el pasillo que la llevó a las habitaciones y entró a la que parecía la habitación principal. Tenía una gran cama de dos plazas con dosel, habían dos puertas además de la entrada, así que Mili le atribuyó a una la entrada al baño y a la otra, el armario.

Se acostó sobre la cama suspirando y mentalizándose sobre la mala vibra que le daba el lugar cuando una de las puertas se abrió y se encontró soltando un grito.

(...)

Luego de sacarle la lengua a la cabeza colgada en la pared, Nati decidió explorar el resto de la casa; esperaba encontrar más cosas parecidas, tal vez así podría jugar alguna broma y hacer que alguien (preferiblemente Margoth) se asustara (preferiblemente hasta mearse encima) mientras ella se cagaba de risa.

Caminó por un pasillo oscuro cargando con su maleta, buscó el interruptor y presionó los tres botones de ahí, encendiendo las luces de no sólo de ésa habitación. El corazón le saltó cuando se encontró con una chica de espaldas.

Ésta se volteó, y, para el alivio de Natalia, resultó ser Camila.

— ¿Qué hacías con la luz apagada? —preguntó con reproche. La otra chica sólo se limitó a sonreír de una manera un tanto espeluznante y fue a otra habitación sin hacer un mínimo de ruido. La chilena frunció el ceño en su dirección y siguió con lo suyo.

(...)

Anto, Mary y Cami bajaban las escaleras hacia lo que parecía el sótano de la casa. Habían dejado su equipaje en la sala principal y tenían sus celulares con las linternas encendidas a la mano.

— ¿Y si encontramos un cadáver? —preguntó Cami de la nada. Un escalofrío recorrió la columna vertical de Mary, la que iba de última en el grupo.

— Voto por un equipo de sadomasoquismo —comentó Anto, llegando a los últimos escalones.

— Las dos opciones son terribles. Mejor un salón de juegos con una mini-nevera llena de pizzas —dijo Mary.

— Eso es surrealista, Mary —dijo la de heterocromia.

— Tú eres surrealista.

Anto llegó al final de las escaleras y su mano recorrió la pared en busca de un poco de luz. Cami llegó junto a ella seguida de la morena. Cuando encontraron el interruptor, vieron lo que menos esperaban.

(...)

— ¡La concha que te re mil parió, Margothyr Kamille! —chilló la de lentes antes de lanzarle un almohadón al pelirrojo, que se desternillaba de la risa en el suelo de la habitación. Él había llegado antes que Mili y había aprovechado para asustarla.

Inteligente jugada.

— Muérete —murmuró la argentina aunque sonreía. 

— Ojalá —respondió Margoth. 

horror house. [au película de terror culera + squad ]Where stories live. Discover now