Los rayos del sol acariciaban el rostro del pelirrojo. Se volteó para ver a la persona que alegraba su vida tan solo con una sonrisa. Al darse cuenta de que esa persona no estaba sintió como se abría un vacío en su pecho. Sus mejillas fueron empapadas por gruesas lágrimas. HoSeok sabía que JiMin no volvería, se había ido para siempre.
Sintió un peso en su bajo abdomen. Era el gato que había traído ayer a la casa, estaba durmiendo. HoSeok sonrió un poco y se enderesó para acariciarlo y recibir un adorable ronroneo por parte del felino.
—¿Cómo dormiste pequeño?
No esperaba recibir respuesta alguna, el ronroneo era más que suficiente.Tomó gentilmente al animal y lo apartó, se levantó y fue al baño para asearse. Al terminar fue a la cocina a buscar algo para comer, sin embargo, no tenía hambre y prefirió ir a cambiarse ropa. Tomó unos jeans negros, una camiseta blanca y una chaqueta de mezclilla, tomó sus llaves, su cartera y salió.
Después de unos minutos de caminar, finalmente, llegó a un pequeño negocio.
—Buenos días Hobi, ¿cómo estás? — preguntó el peligrís desde la caja registradora.
—Buenos días Tae... Prefiero no hablar de eso la verdad. ¿Tienes comida para gatos?
—Oh... — el menor se abofeteó mentalmente por su anterior comentario. Había olvidado lo que había pasado —Lo siento. Si, ¿cuánto quie... Espera, ¿tienes un gato?, ¿desde cuando?—Ayer encontré un gatito de camino a casa. Estaba lloviendo asique lo llevé a mi casa — aclaró el pelirrojo —Dame un kilo de comida, por favor...
TaeHuyng asintió con la cabeza y se acercó a un saco de comida para gatos. Saco una bolsa y con una pala pequeña empezó a sacar comida. Puso la bolsa con las croquetitas sobre una pesa.
—Aquí tienes — dijo TaeHuyng mientras le entregaba la bolsa.
—¿Cuánto sería? — pregunto HoSeok sacando su cartera y buscando el dinero.
—No te cobraré, descuida. Tómalo como un regalo.
—No hace falta. Pagaré por esto, dime cuanto es.
—No, insisto.
HoSeok lo miró con reproche y se dio la vuelta. Salió del lugar un se despidió del joven con la mano.Al llegar a casa, abrió la puerta y se encontró al pequeño animalito jugando con una pelotita. No pudo evitar sentir ternura al verlo y esbozó una leve sonrisa.
Un desagradable aroma inundó sus fosas nasales. El felino se había orinado en alguna parte de la casa y ahora tendría que sacrificar su sentido del olfato para limpiar sus gracias.
Suspiró rendido y se dirigió al lugar donde ayer había dado de comer al felino y dejo un puñadito de comida en el.