Los meses pasaban y HoSeok se encariñaba cada vez más con el pequeño felino. Había optado por llamarle Chimmy.
Jugaba con el muy a menudo, estaba realmente fascinado con su acompañante y se sentía mas feliz.Vivir solo no era algo fácil, por lo que, la llegada de ese gatito hacía sentir el ambiente más agradable y se sentía acompañado. Se sentía bien llegar a casa y saber que alguien te esperaba, o en este caso, un gatito pequeño y juguetón. Su pelaje se había tornado suave y brillante gracias al alimento. Las visitas jugaban con el cuando venían.
HoSeok podía recordar el día en qué Jin había sido rasguñado por el pequeño cuando jugaban, cuando YoonGi se había quedado dormido en el sofá con el gato sobre su cara y cuando NamJoon sin querer fue rasguñado no muy gravemente por pisarle, por accidente, la cola al felino.
Definitivamente se había ganado su corazón, adoraba acariciarlo y jugar con el. Le había comprado un collar morado, con un pececito colado de este que tenía grabado el nombre del felino.
Ya había pasado tres meses desde lo ocurrido y decidió afrontarlo. Salió de su casa, con un ramo de flores y fue en auto al cementerio.
Camino por loa senderos, buscando con la vista la lápida de su fallecida pareja. Al encontrarla se arrodilló frente a ella y comenzó a llorar. En esta había una foto enmarcada de JiMin y él. Abrazados y sonrientes. La foto era de el día en qué habían ido a la playa. Había sido un día increíble, la pasaron tan bien. HoSeok estaba agradecido con JiMin por no haber fumado ni sacado un solo cigarrillo en todo el día.
«Tú y tu maldito vicio. Te lo advertí, todos lo hicimos y no hiciste caso. ¿Qué seis cajetillas diarias no hacían daño?, ¿en qué demonios pensabas al decir eso Park JiMin?. Tal vez, si tan solo hubieras escuchado seguirás aquí conmigo. Estaríamos juntos. Fumabas incluso cuando estabas hospitalizado. Cómo pude ser tan tonto de no darme cuenta... ¡No era que no te aceptara como eres, trataba de cuidarte!, pero tu no hiciste caso... Y terminamos así... Me prometiste que dejarías el cigarrillo, pero no lo hiciste. Fumabas a escondidas de mi, y creías que no lo sabía. Con el dinero que gastabas en cigarrillos podríamos haber comprado una casa propia... Tú y tu maldito vicio... Jamás podré perdonarme por no haber actuado antes...»
HoSeok lloraba desenfrenado y gritaba. Su llanto no cesaba y empezó a golpear el piso de forma brusca. Dando puñetazos por la impotencia y gritando por el arrepentimiento.Unas horas más tarde su llanto había cesado. Dejó el ramo de flores junto a la lápida y volvió a casa.
Se quedó hecho piedra y con los ojos abiertos como platos al ver la sangre en el piso. Su corazón latía a mil por segundo y no podía moverse. Con las mejillas hinchadas y él corazón estrujado de acercó lentamente al pequeño cuerpo de Chimmy que yacía despedazado por el piso.
Lágrimas nuevamente salían recorriendo sus mejillas. Acercó sus manos, incapaz de tocar al animal. Miró a los lados, buscando al responsable de aquello y entonces vio a uno de los perros que, a diario rondaban por la zona, con el hocico lleno de sangre.
El lo había hecho, había matado a su gatito. A su pequeño Chimmy. HoSeok tomó al animal entre sus brazos y se levantó, puso al animal en una caja y con sus propias manos empezó a cavar un hoyo en la tierra de su patio.
Horas después anocheció, pero finalmente había terminado. Enterró al felino bajo la tierra de su patio, y con las manos sucias y la ropa cubierta de sangre entro a casa. Tomó una hoja y un lápiz y en ella escribió unas cosas.
Fue al baño y llenó la tina con agua. Sin sacarse la ropa entró en la tina y se hundió en esta para limpiar su cuerpo de la culpa.