Simplemente un saludo

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Johan Andersen estaba sentado en una de las enormes rocas que estaban cerca del mar. El sonido de las olas y la fresca brisa le ayudaban a aclarar un poco más sus pensamientos, tenia claro que desde que conoció a Judai quedo encantado por sus bellos ojos al igual que su entusiasta personalidad, mientras más tiempo pasaba con él, el sentimiento solo creció más hasta transformarse en amor.
Últimamente sus pensamientos eran de como confesarse exitosamente, no es como si antes hubiera fracasado en decir las sinceras palabras, al contrario, con un pequeño obsequio y una alegre sonrisa confeso su amor a su bello duelista pero este respondió con un gracias y una inocente frase de «Que bueno tenerte como amigo». Johan suspiro al recordar eso, después de todo no quiso corregirlo y dejarle en claro que ese obsequio y sus palabras eran parte de una confesión de amor... También tenia miedo de que en realidad Judai si entendió sus palabras pero sólo lo rechazo de forma amable.

–¡Johan!-Escuchó débilmente por las olas, se dio media vuelta visualizando a Judai.- ¿Qué haces aquí? Estuve Buscándote.

–¿Si?-Le observó confundido mientras el otro se dirigía a su dirección.

–Si, vamos. Ya es hora de la cena.-Sonrío mientras tomaba la mano del chico más alto y comenzaba a avanzar con él hacia el dormitorio de Osiris Rojo.

Johan se sorprendió cuanto tiempo estuvo ahí y ni siquiera pensó en como se confesaría esta vez. Derrotado se dejo llevar por Judai hacia el comedor. No le interesaba si la comida de ese lugar era poca o simple, con tal de contemplarlo le bastaba, entonces fugazmente pensó en confesarse con una cena especial... Pero pronto dimitió de esa idea, después de todo no podría hacerlo en un lugar adecuado y no escapaba la teoría de que sus demás amigos se unirían a la cena si esta fuera al aire libre. Suspiró pesadamente llamando la atención de Judai el cual aún con la boca llena le preguntó que le sucedía.

–Tal vez una chica lo tiene así.-Insinuó Kenzan mientras sonreía travieso.

–¿¡En serio!? ¿De quién se trata?-Preguntó curioso Sho.

Johan solo se limitó a bajar la vista con un poco de vergüenza y a la vez decepcionado, ya que Judai fue el único que no interrogó por lo dicho por Kenzan, además pareció no importarle mucho ya que seguía devorando su cena.

Ya en su habitación se dirigió a su escritorio. Mientras descansaba su cabeza entre sus brazos cruzados sobre la mesa, pensaba en como confesarse y que sus sentimientos llegaran a alcanzarle. Ruby hizo su aparición tratando de animarlo. Johan comenzó a sonreirle y fue entonces que se le ocurrió una idea.

–Ruby, quizás sea algo tarde pero,¿podrías guiar a Judai hasta aquí?

El espíritu aceptó y se dirigió hacia el dormitorio del chico recién mencionado, mientras Johan comenzaba a sentirse un poco ansioso, tenia fe de que esta vez si iba a resultar pero también recordaba lo ingenuo que podía ser a veces su amado. A los minutos volvió Ruby eso fue la señal para que él saliera de su dormitorio y esperara a Judai un poco más cerca del bosque.
Cuando al fin llegó, Johan tenia sus mejillas levemente sonrojadas, esperaba que esto resultara bien... Esta vez.

–Ho—.-Se detuvo. Si comenzaba así su confesión no seria dicha, así que sin más se acercó a Judai y le entregó un suave beso en los labios.

–¿Por...qué?-Susurró el otro ante el fugaz beso.

–Solo es un saludo.-Sonrió mientras llevaba su mano a su nuca.- Si que eres un tonto, Johan.-Pensó mientras veía que el otro comenzaba a reír también.

–No sabia de esa clase de saludos, por un momento pensé que te gustaba.-Soltó entre risas.

Una luz de esperanza combatía con otra de obscuridad dentro de Johan. Quería decirlo pero por la risa del otro sentía que quedaría en ridículo.

–¡Si me gustas!-Gritó antes de volver a dudar.

Judai paro de reír. Un leve sonrojo apareció y luego dio dos pasos hacia atrás.

–¿Qué...sucede?

–Es imposible.-Susurro Judai.

–¿Porqué?-Johan estaba asustado ante la situación. Sentía que había cometido un error y que grave error. Se quedaría sin su amado, seguramente su relación de amistad terminó ahí mismo.

–Yo...debo irme.-Huyó en dirección a su dormitorio.

Johan por su parte quedo devastado, débilmente se sentó al lado de uno de los arboles; atrajo sus piernas hasta la altura de su pecho y luego enterró su rostro entre sus brazos. Los espíritus de sus cartas aparecieron de inmediato tratando de darle consuelo pero era inútil. Andersen sólo quería que sus recuerdos de hace algunos minutos atrás se fueran junto a sus lágrimas. Estuvo en esa posición por un largo tiempo hasta que sus espíritus amigos prácticamente le obligaron a ir devuelta a su dormitorio.

La noche fue realmente horrible para él. Sus ojos estaban levemente hinchados por haber llorado tanto pero fácilmente podría engañar a los demás diciendo que fue por dormir poco, mientras se dirigía a la sala de clases pudo ver a Judai caminar por el pasillo, bajo la vista y trató de pasar desapercibido por su lado pero este al verlo tomo su mano haciendo que se diera vuelta hacia su dirección.

–Buenos días.-Susurró observando hacía otro lado.

Judai rápidamente tomo su hombro para poder llegar hacia la altura de sus labios y entregarle un beso para nada sutil como lo hizo Johan la noche anterior.

–Quería entregarte esto.-Dijo sonriente al separarse de Johan mientras le entregaba un sobre de cartas.

Johan las observó con un poco de decepción.– Así que una disculpa.-Pensó mientras las abría.

Dentro venían las cartas correspondientes. Mientras las retiraba una por una, cayó una pequeña nota la cual Judai recogió de inmediato y se la entregó mientras desviaba su rostro.

«También me gustas».

Esas palabras escritas fueron suficientes para que Johan se quedara ruborizado.

–Pues... Ayer estaba sorprendido.-Admitió Judai mientras ahora le observaba directo hacía sus ojos.– Cuando me besaste y luego dijiste lo de un saludo... Ya quería salir huyendo de ahí.

–Así que ambos reaccionamos de la misma manera.-Sonrió mientras secaba algunas pequeñas lágrimas que querían aparecer.

–Pero estabas en lo cierto.

–¿En qué?-Preguntó ingenuo.

–En que era un saludo de bienvenida... A nuestra relación.

Johan no pudo contenerse. Abrazo a su amado Judai, mientras el otro correspondía, luego de separarse ambos volvieron a unir sus labios, esta vez en un adorable beso para darle así la bienvenida a sus sentimientos mutuos y comenzar una bella relación.

Saludo de bienvenidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora