Las fotos estaban sobre la mesa, desperdigadas por un arrebato melancólico y malicioso del pelinegro, se sentía tan frustrado y humillado, tan idiota por continuar en esta eterna espera de lo absurdo... En esta continúa cadena de desilusiones.
Él no cambiaría, eso estaba claro desde el jodido inicio.
¿Por qué demonios aceptó esta tortura a voluntad?
Maldición, ahora mismo se estaría ahorrando un sinfín de sentimientos encontrados que amenazaban, cada noche con más insistencia, terminar con su suplicio. Todo se veía tan fácil y al mismo tiempo tan complicado.
Las imágenes sobre la mesa, lanzadas por el mismo Jungkook, habían caído con una sincronización de eventos horrorosamente cruel, burlándose de lo que él creyó podría llegar a suceder.
Y sin embargo, sólo el tiempo y la distorsión de la imagen que Jimin era con él, delante y fuera de público, le hicieron entender, por fin, lo que estaba transparente, pero que él veía negro como las sombras del pasado que nunca abandonaron a su esposo.
Fotos de su compromiso, la hermosa recepción de la boda, el cumpleaños de su sobrino en un cómodo almuerzo familiar, algunos de los tantos cumpleaños de Jimin... Su primer aniversario luego de haberse mudado.
Sus lagrimas comenzaron a caer sin que el pelinegro notara, siquiera, en qué momento comenzaron a acumularse en sus enormes y brillantes ojos oscuros.
Entre tantos eventos importantes, entre una vida que había comenzado con un Jungkook lleno de esperanzas e ilusiones, entre tanto caos bien oculto entre sonrisas adorables y miradas bonitas; una fotografía sobresalió del resto.
Una imagen. Una mirada. Un amor que todavía lo quemaba por dentro y le apresaba en un matrimonio arreglado del cual no podía escapar.
Eran él y Jimin en el instituto, y ni siquiera eran ellos juntos, sino que era una toma completamente clandestina, un recuerdo que le rompió el corazón en mil y un pedazos, debido a lo precioso que era ese sentimiento que solía sentir cuando miraba a lo lejos a su amante, la forma inocente pero constante en la cual lo perseguía, el montón de tonterías que conservaba de ésta índole cuando era tan in experimentado y soñador, tan sonriente... Tan lleno de vida.
¿Qué le había sucedido a éste chico, que hoy día Jungkook no reconocía cuando se miraba al espejo?
Un niño de unos diecisiete años, mirando con disimulo aun lado por el rabillo de sus pronunciados ojos, un leve sonrojo, una mirada temerosa que le obligó a maldecirse por recordar tan nítida mente la adrenalina de éste momento en especial. Allá, por detrás de su cabellera azabache, un moreno de cabello castaño, sonriendo para una persona que no podía contemplarse en la fotografía por culpa del ángulo de Jungkook, la mirada centrada en esa persona invisible en la imagen, su mano posada en la barbilla del moreno mientras la otra estaba sobre la mesa con una taza frente a él... Y ahí junto a esa, una mano pálida y nívea, pequeña, delicada... La mano de una mujer.
Las gotas saladas cayeron con más frecuencia, una detrás de otra, trazando un húmedo y doloroso sendero hasta morir en los labios del pelinegro, ese sabor típico en su boca, la sal amargando otra noche más en la que Jimin no se encontraba en casa, y él todavía como un jodido imbécil, continuaba esperándolo con la cena lista, aun si le dijo que no lo hiciera más.
Aun si Jungkook lo hacía por gusto, debido al inmenso amor de antaño que le guardaba a ese moreno de la sonrisa de cielo.
¿Qué debía hacer para conseguirlo de una vez? Ellos estaban casado y todavía no era suficiente, todavía no era tan importante para el empresario, todavía no estaba ni cerca de ser parte de las prioridades de su esposo, todavía no era, siquiera, apropiadamente deseado por él.
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Detrás de su sonrisa [JiKook]
FanfictionSumamente adorable. Sólo así podía catalogar la sonrisa que le regalaba, de ojos prácticamente invisibles, destacando el brillo de sus perlas negras. Los pómulos elevados con gracia para que funcione la imagen. Sus dientes perfectamente alineados...