Los pies le dolían, los dedos de la mano derecha estaban fatigados por tanto firmar, y la extensión de la tarjeta que Jimin le regaló y nunca usó, estaba tibia de tanto ser pasada. Definitivamente necesitaba ayuda con sus compras, tanto como necesitaba de figuradamente un nuevo par de tenis y borcegos en diferentes colores y materiales, pantalones ajustados de cuero, jeans y joggers, camisetas amplias que descubrieran sus níveas clavículas, así como ajustadas que marcaran su torso, cadera y brazos ¿y por qué no? Un poco de maquillaje, algo básico salir cuando se le antojara la maldita gana, con su esposo.
Miró la hora en el reloj que le obligó a Jimin a regalarle delante de la mal nacida de su hermana y cuñado, demasiado fastuoso y brillante, que rezaba en el centro la marca que tanto amaba Nayeon, de origen extranjero.
Había costado un testículo y medio de Jimin, pero valió cada maldito centavo tras ver la mueca que puso su hermana, cuando al querer encontrar atónita la mirada de su esposo, éste le fue indiferente y sonrió a Kook como solo en sueños lo hacía.
Como si fuera la cosa más hermosa del mundo, lleno de amor y paciencia... Cómo Jungkook solía mirarlo a él en el colegio, lejano y enamorado hasta el último de sus castaños cabellos.
Ahora las cosas parecían tener el orden que se merecía, y Jungkook no podía estar tan complacido, así como herido con ésta nueva manera que habían adaptado desde hace tres meses atrás. Viviendo un sueño del cual era plenamente consciente una ilusión, porque él conocía su terrible y verdadera realidad.
Por eso se estaba aprovechando tanto de la maldita desgracia de Jimin, y lo inoportuno que había sido conversar con ánimos de humillar y sentirse superior a Seokjin...
Aquel día fue tan catastrófico y desgarrador, palpitando la herida de sólo recordarlo, así como provechoso y tan fortuito a la vez.
Cogió su teléfono celular, impulsado por la melancolía del recuerdo, apretó el número correspondiente del marcado rápido, tres tonos después la voz de su esposo se oyó al otro lado, irritado y fastidioso como siempre.
- ¿Qué infiernos quieres? - seguramente estaba solo, de otro modo, no hablaría así.
- Ven a buscarme al centro comercial - simplemente respondió.
- ¿Me estás tomando el pelo? Toma un jodido taxi, Jeon.
- ¿Qué te dije de llamarme por mi apellido? - reprochó, y oyó un bufido al otro lado, sintiéndose poderoso.
- Por favor, Jungkook. Estoy trabajando ahora mismo - el sonido de una puerta abriéndose y la voz de una mujer se manifestaron de fondo - ¿Qué sucede Tsuyu?
- ¿Esa perra sigue trabajando ahí? - el moreno no quiso decir nada - Jimin, más te vale responderme y tratar conmigo afectuosa mente, si no quieres tener una denuncia por violencia doméstica y un solicitud de divorcio, esperándote mañana en tu puta oficina.
- Amor, sé más racional conmigo, sabes que te amo bebé - el corazón se saltó algunos latidos, y requirió de toda su fuerza de voluntad el mantenerse firme - De verdad, estoy haciendo algo importante ahora...
- Así me gusta, imbécil - dijo seco, cogiendo aire profundamente - Dime que me llevarás a cenar esta noche.
- Precioso - trató de contradecir.
- Dime de la maldita manera más dulce que se ocurre, que me llevarás a cenar a un lugar fabuloso ésta estúpida noche, delante de la mujerzuela que se mofa de mis mensajes para ti, cuando te llamaba antes, Park Jimin.
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Detrás de su sonrisa [JiKook]
FanfictionSumamente adorable. Sólo así podía catalogar la sonrisa que le regalaba, de ojos prácticamente invisibles, destacando el brillo de sus perlas negras. Los pómulos elevados con gracia para que funcione la imagen. Sus dientes perfectamente alineados...