Un ciclo jamás cerrado.

16 1 0
                                    

No puedo creerlo. Han pasado cuatro años desde que te conocí. Han pasado cuatro años desde que te fuiste de mi vida. Han pasado tres años de haberte dicho adiós. Han pasado tres años desde que te lloré con amargura. Han pasado dos años de haberte vuelto a encontrar. Han pasado dos años de haberme echado de tu vida. Han pasado tantas cosas y tantos años, pero aún no he podido borrar tus recuerdos de mi memoria ni superar nuestra historia.

No sabes cuánto deseo acabar con éste sentimiento de perdida, éste vacío en mi pecho. Y sigo sin poder hacerlo, porque aún vienes a mi mente sin yo desearlo. Aún después de tantos amores y besos a ojos cerrados, sigues siendo el primer, verdadero y único amor de mi vida. Porque puedo decirte con sinceridad absoluta que he tratado de todo para ya no tenerte conmigo, para deshacerme de tu sonrisa.

Y sin embargo, aquí sigo, escribiendo te cartas de amor y de olvido, deseando que algún día las encuentres y las leas, sabiendo que van dirigidas a ti específicamente. Que vuelvas a escribirme y que me digas otra vez lo mucho que significo en tu vida, cuánto me extrañaste y lo que darías por regresar el tiempo y vivir cada segundo a mi lado. Más tengo la certeza de que ésas jamás serán tus palabras, ni tus acciones. Que ya no formo parte de tu vida y mucho menos de tus recuerdos, que si alguna vez nos conocimos ni el recuerdo has conservado.

Lo que solo me hace sentir una profunda tristeza, lo que me rompe el corazón en dos y sofoca mi alma, porque para mi una vez fuiste un todo, porque para mi sigues siendo mucho y porque para mi, jamás te convertirás en nada. Me duele escribir estas palabras, porque son como puñales clavados en viejas heridas, retorciendo de estás hasta dañar mis entrañas. No puedo creer cuánto tiempo ha pasado, porque mis sentimientos siguen siendo los mismo de aquella noche, cuando entre un llanto sofocante y sentimientos ahogados vertí todas mis emociones en una hoja en blanco, que pronto se convertiría en el recipiente de nada más y nada menos que un corazón roto.

Lo cual de cierta forma se vuelve irónico, ¿sabes? Porque aquella vez te decía adiós totalmente convencida de que te superaría luego de haber dicho tanto. Pero hoy, hoy escribo con más que dolor y anhelo, escribo con un amor desgarrante que pretende evitar que cometa la tontería de volver a buscarte y decirte cuanta cursilería se me ocurra. Con el pecho hinchado y el corazón acelerado.

Quisiera tener la certeza de que no volveré a buscarte, pero eres la mejor droga que nunca he probado y de la cual no quiero dejar de probar. Me volví adicta a ti y al sufrimiento. Una combinación nada sana y poco atractiva, pero demasiado fuerte para vencer.

Una despedida sin adiós.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora