Haechan.

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A Mark ya se le había espantado el sueño. Le habían quitado sus caras ropas y le habían puesto unos andrajos en lugar, su barco tal vez quedó destruido y sus niños ya irían de camino a sus verdaderos hogares. Pensó en los pequeños Jaeno y Jaemin de 10 años los dos, a uno lo encontró muriéndose de hambre y al otro casi siendo vendido a un viejo de no muy sana conciencia. No tenían familia y eran de lugares distintos, se preguntó si los dejarían quedarse juntos y que harían de su vida sin ningún apoyo. Suspiró, "estarán bien" se dijo tratando de consolarse.

Pasaron días y Mark comenzó a bajar de peso y se convertía en alguien enfermizo. De vez en cuando Donghyuck bajaba a su celda y lo golpeaba sin aparente razón. Para entonces el pirata ya le había agarrado un odio inmenso al capitán y menos se callaba los insultos que le afloraban en la boca por mucho que el otro le golpeara más fuerte.

"Esto no me lleva a ningún lado, antes que nada, acabare muerto aquí"

Despertó aun siendo de noche, se preguntó cuánto tiempo más su cuerpo soportaría la tortura y la mala alimentación. Comenzó a blasfemar en contra de su captor.

Unos sollozos lo distrajeron de su letanía y curioso comenzó a buscar el origen.

No había duda, era él.

Su traje blanco y los cabellos castaños por debajo del sombrero lo delataban.

Mark lo vio atónito no siendo descubierto por el menor. Así, Donghyuck estuvo sufriendo silenciosamente por unos largos minutos, hasta que, sin dar aviso se tiró al suelo berreando como un infante demostrando su agonía.

Mark dio un brinco con esa acción, creyéndolo imposible. El capitán jamás había dado muestra de alguna emoción, siempre estoico y frío, ese era el líder de la guardia marina, Lee Donghyuck. ¿Entonces quién era ese sensible extraño a unos metros de él?

-Taeil-hyung... Taeil-hyung...- dejaba escapar entre cada sollozo mientras besaba repetidamente un collar de plata y piedras preciosas con una luna creciente como dije.

Y el pirata dejó de respirar. Ese era el collar que su antiguo jefe cuidaba fervorosamente. Decía que, preferiría mil veces que su tripulación muriera y que su barco se hundiera antes de perder esa joya y se lo había dado a Donghyuck ¿Qué tan grande fue su amor por él? ¿Qué tenía ese chico en especial que había derretido el corazón de uno de los más sanguinarios y sucios piratas? Recordó a un bebé castaño aferrado a la capa de Taeil, en ese entonces él tenía catorce años y el nombrado Haechan cuatro. Un año después su capitán decidió obtener una vida sin tantos peligros y le delegó su barco yéndose con el niño para no volver nunca jamás. Luego de dos años se enteró de su terrible destino.

¿Por qué Haechan se había vuelto en contra de ellos? ¿Cómo es que ese dulce niño al que Taeil consideraba el sol llegó a convertirse en esa bestia que todos llamaban por Donghyuck? Tantas dudas, tantos misterios en una persona, tanta desesperación, soledad y dolor.

Era como recordarse así mismo...

Donghyuck entró nuevamente a su celda, hace unos días le habían quitado un grillete para que pudiera alimentarse por su cuenta, el menor se arrodillo y lo observó detenidamente, con esos ojos que no decían nada, completamente vacíos.

-Has estado aquí por un tiempo y realmente sólo estorbas, así que he decidido mandar a la corte una solicitud de ejecución- le declaró en un tono tan neutral como si hablara de cualquier cosa menos de su muerte.

-Donghyuck ...- le susurró con una mueca de dolor, estaba débil y la humedad permanente en sus ropajes le hacían sentir afiebrado.

- ¿Sí? - El menor ladeó la cabeza con una ligera mueca de desagrado pero que aun así no deformó su semblante estoico.

-A-acércate...- le rogó el pirata, Donghyuck a regañadientes lo hizo.

- ¿Qué quieres? - Bufó el otro, estaban tan cerca como jamás lo habían estado, Mark pudo notar una serie de lunares en su rostro, Donghyuck no era tan perfecto, más en todo aquello pudo encontrar algo más excelso que la misma perfección.

-Yo... yo sé cómo te sientes, llorar por las noches a causa del dolor, yo... podemos huir juntos... ser quienes queramos ser...-Un puñetazo en el rostro le hizo callarse y una katana le rozó la mejilla, Donghyuck demostrando por fin un sentimiento frente a él: Ira.

- ¡¿Por quién carajo me estas tomando, imbécil?!- Preguntó Donghyuck esta vez decidido a apuñalar su sucia boca más Mark no iba a detenerse, no lo haría ni en un millón de años.

-Por Haechan... por Minhyung... solo quiero tocar la felicidad otra vez...-Habló Mark y le miró, Donghyuck retrocedió, esa mirada era idéntica a la que le dirigió Taeil antes de morir. No pudo reprimir un grito ahogado sintiéndose sin aire cuando la imagen de su hyung se hizo presente en el rostro del pirata. - Sé que tú también quieres hacerlo...

Mark usando su brazo libre lo jaló hacia él con todas sus fuerzas restantes haciendo que el chico trastabillara y callera en su pecho fundiéndose en un abrazo.

-Sé que lo haces...- Continuó Mark apretando su agarre, dejando que Donghyuck se enterrara en su cuello. - porque, mientras que tú perdiste a la persona que te amó, yo perdí a la que amaba, así que...Haechan- soltó una risilla rota en su oído- ¿Podrías tú sí siempre quedarte juntó a mí?

Y Donghyuck por fin abriéndose a él, le apretó fuertemente mientras se quebraba en llanto, Haechan saliendo por fin de esa prisión que le había puesto.

A la mañana siguiente los discípulos de Donghyuck supieron que nunca más volverían a ver a su líder al encontrar la celda completamente vacía.

FIN.


Romeo & Cinderella [Markhyuck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora