Morgan.
Me dolía ver que las personas creyesen que mi padre era el mejor abogado del mundo, que eso no lo pongo mucho en duda, pero lo que me dolía de verdad, es que creyesen que era el mejor padre y marido. Todo un modelo para los demás.
No era así. Mi madre estaba siempre encerrada en casa, él no la dejaba salir nunca y todas las noches cuando llegaba le daba una paliza, para desahogarse. Me dolía mucho que lo pagara con ella, pero mamá me pidió que pasase lo que pasase no le dijese nada a nadie.
Me costaba no hacer eso, tanto que decidí dejar de salir con mis amigos para que no se me escapase nada. Mi comportamiento cambió, lo sé porque me gustaba salir con gente nueva, conocer a chicos y chicas para salir con ellos, pero hubo un punto en que pensé que cualquiera de esos chicos podía ser como mi padre, y no me atrevía a correr el riesgo.
Cambié mi forma de vestir, para así llamar menos la atención. Me verían como a un bicho raro y pasarían de salir conmigo. Dejé de comer. Cada vez que comía, vomitaba al sentirme mal por todo. Mi hermano Matt se había marchado de casa y algún día yo haría lo mismo, huir de esta pesadilla pero no de este modo. Tenía que huir, pero con mi madre, tenía que ayudarle a superar todo esto de una vez y hacer que la justicia, decidiera el fin de mi padre.
Desde el principio fue un hombre cariñoso, sencillo, trabajador y muy protector. Pero cambió por completo cuando pasaron los años, ya no era el mismo, ahora era agresivo, malhumorado y difícil de soportar.
Sabía que cuando él o mi madre me mandaban al cuarto o a casa de una amiga, era porque tocaba una noche más de golpes y llantos. Llantos que era incapaz de oír, sabiendo que no podía hacer nada. Cuando entraba al cuarto, siempre me aferraba a un peluche y me tapaba fuerte los oídos, esperaba unos minutos y rompí a llorar sin consuelo alguno.
Necesitaba el apoyo de Matt, él siempre me hacía olvidar lo que pasaba y me hacía ver que detrás de tanto sufrimiento, una nueva puerta se abría; aunque esta tardaba demasiado.
Siempre que salía del instituto y tenía la oportunidad de poder tardar un poco más de la cuenta, me pasaba por la estación y visitaba a Matt. Le daba algo de dinero y el bocadillo del recreo, yo no solía comer mucho y sé que él lo necesitaba más que yo.
La última vez que mi padre le puso la mano encima a mi madre, presentí por unos instantes que ella estaba muerta y que todo había acabado por fin. Un dolor que tuvo que soportar durante años, y que aunque esto sería demasiado duro para mí, ella ya estaba descansando tranquila. Tan grande fue la paliza, que esta vez, fue televisada. Una ambulancia tuvo que venir por mi madre, la policía vino por papá y Matt se acercó para ver si todo esto era cierto.
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Hola bichitos, espero que esto no sea muy duro para vosotros. A mi se me escapó alguna que otra lágrima escribiéndolo, pero al fin y alcabo es una triste realidad, que vivímos muy amenudo. Espero vuestros votos y comentarios. Si alguien quiere darme su opinión por un sitio más personal, que lo haga por privado. Muchos besos bichitos.