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Los gatos son criaturas que nacieron para recibir atención y ser amados, es por eso que ellos simplemente se dejan consentir y no les importa hacer nada más.

Los primeros felinos que aparecieron no necesitaban de alguien que los cuidara, ya que ellos solos se podían mantener con vida, pero en cuanto el ser humano empezó a domesticarlos ellos fueron perdiendo toda su esencia, ya no necesitaban cazar para alimentarse, las personas le daban la comida en cuanto la pedían; acostumbrarse a un clima o buscar un refugio tampoco era necesario ya que podían dormir en un hogar cálido mientras eran acariciados y amados por la persona que los cuidaban. Ser un gato doméstico era lo mejor que les pudo pasar y también fueron un buen amigo para las personas.

Los gatos ya no tenían que preocuparse por nada que no fuera reproducirse, sin embargo con el paso de los años estas mascotas ya no se vieron como buenos acompañantes porque a la humanidad se les empezaban a hacer egoístas y demasiado escandalosos; llego un momento en el que los felinos fueron cambiados por perros.

Perros aquellos animales con los que jamás habían podido coexistir, los perros les ladraban, los correteaban, mordían, incluso los mataban, aquello era una pesadilla para los pobres gatos, pero soportaban todo eso ya que seguían teniendo a alguien que los cuidaba y amaba, pero no tardó mucho en que la mayoría de las personas empezaran a correrlos de las casas y los trataran con desprecio; los gatos habían perdido todo por culpa del ser humano y se los cambiaron por amor, un amor que después les arrebataron y con esto los condenaron.

Un gato sin amor no puede vivir.

Pocas eran las personas que seguían amando a los gatos, sin embargo esa gente no quería o no podía tener más de dos gatos en su casa, provocando la muerte de muchos de ellos ya sea por falta de alimento, ser asesinados por un perro, atropellados o por el simplemente hecho de no tener a alguien que los amara.

Todos los gatos del mundo sufrían día a día, pero había un gato que la pasaba peor que todos ellos; un gato de pelaje negro con unos ojos de un color rojo sangre, era más grande que un gato bebe pero más pequeño que un gato joven. Este gato negro era despreciado por los humanos debido a que se corría el rumor de que los gatos como el traían mala suerte o eran enviados por el diablo para llevarse las alamas de las personas que lo tocaran, también era odiado por todos los gatos incluso por los que eran del mismo color que él; esto se debía al color de sus ojos ya que jamás en la vida se había visto un gato con ese color, con este gato es con quien empieza nuestra historia.

Poco después de que dejo de alimentarse de su madre el pobre gato fue abandonado por su familia, dejado a la intemperie solo para morir, pero él no pensó en eso, quería pensar que su familia se olvidó de el por accidente y regresarían, al ver que eso no ocurría empezó a buscar conque alimentarse o encontrar alguien que lo ayudara, incluso buscaba a su familia, sin embargo cuando se acercaba a algún humano lo pateaban mientras gritaban "vete de aquí demonio".

Intento ir con gatos como el pero ocurría lo mismo a diferencia de que en vez de patearlo, lo rasguñaban, incluso si se acercaba a un gato herido para ayudar o si el encontraba comida y la quería compartir los demás simplemente lo lastimaban.

El no entendía porque ocurría todo eso, el solo quería ser amable con los demás y pedir ayuda, quería preguntar pero nadie quería contestar, busco y busco mientras intentaba conseguir algo de comida, pero todos sus esfuerzos fueron en vano ya que nadie quería acercársele, entonces fue cuando pensó.

- si nadie me quiere entonces yo no querré a nadie, solo me preocupare por mí –

Estaba decidido y aun para la poca edad y tamaño que tenía el empezó a cumplir sus palabras; entraba a las casas y restaurantes a robar comida, también algunas veces incluso les rebaba a los demás gatos, de vez en cuando era rodeado por camadas de gatos o perros pero gracias a su pequeño tamaño podía escapar de ellos o abecés, hasta los rasguñaba o golpeaba como antes lo habían hecho con él.

El odio que le tenían fue creciendo tanto en humanos como en animales y a aquel gato que antes se preocupaba por otros ahora simplemente reía ante las caras de los demás, los de su especie preguntaban su nombre y dado que sus familia jamás le dio uno decidió ocupar el que le dieron los humanos.

- demonio, ese es mi nombre.

Cada vez que hacia algún robo o dañaba a un gato, perro o humano, les decía que su nombre mientras mostraba una mirada asesina y meneaba la cola de un lado a otro, no le importaba si le entendían o no, el solo quería demostrar que era un gato diferente a los demás, que era un gato que había recuperado lo que los humanos les habían quitado y que era alguien que no necesitaba ni le importaba el amor.

Pesadilla de un gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora