Cap 1. Cinderella.

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-¿Michelle Watson?

-¡Aquí! -Grité, a la vez que me levantaba y sostenía mi mano en lo alto. Varias miradas cayeron sobre mi pesadas, y los cuchicheos llenaron la sala.

-Bien. -El señor Frederick apuntó algo en su carpeta.-Suba al escenario y muéstrenos de lo que es usted capaz Watson. -Alzó la vista y  clavo sus intimidantes ojos pardos sobre mí.

Me revolví incómoda, pero obedecí al instante y subí al escenario observando a cada persona con la que hasta hace un momento había compartido oxígeno.

Y os juro que en ese momento habría preferido respirar de una bombona de butano.

Algunas con ojeras que mostraban la noche de estudio - o folleteo - que habían llevado a cabo, otras con una de sus piernas sobre la otra mientras parloteaban despreocupadas, y el resto sólo luchaba por verse presentable para la prueba.

Sólo había una cosa en común en estas mujeres a parte del color rubio en su cabello.

El odio. La competitividad entre ellas, el asco reunido por la ambición de este papel y acumulado en el pequeño recipiente que es el cuerpo humano. Todas observándome con sus grandes ojos maquillados, y de seguro rezando para que metiese la pata y me quedase en blanco para en un momento inoportuno subir ellas mismas al escenario y ganarse el papel que yo llevaba ansiando desde la primera vez que lo ví en la sección de anuncios del periódico local.

-¿Watson?-Le miré.-¿Qué le ha traído hasta aquí?

-El autobús.

Todas mis compañeras rieron a carcajadas, y ví a los otros dos jueces luchando para aguantarse la sonrisa lo cuál fue en vano. Frederick gruñó.

-Hablo del motivo, imbécil.-Arrugó con las manos el papel que sostenía entre las manos y a continuación escondió la cabeza tras él mientras susurraba algo con mal tono.

-Oh.-Comenté sorprendida.-Llevo varios años buscando un papel como este. -Hice una pausa.-Además Cenicienta siempre ha sido mi princesa preferida.

-¿Tienes hobbies?

-Me gusta leer. -Dije encongiéndome de hombros. -Escucho la radio hasta las tantas de la mañana y de vez en cuando mato el tiempo saliendo por ahí.

Los jueces se dieron una mirada de aprobación entre ellos.

-No está mal Watson, no está nada mal. -Fred siguió apuntando en el papel que anteriormente había vacilado con romper. -Última pregunta.

Le miré impaciente y asentí.

-¿Cuándo has visto tú una Cenicienta morena?-Apoyó los antebrazos en la mesa y cogiendo su cabeza sonrío, creyendo haber descartado una "princesa" más, clavó sus ojos de cobra hambrienta en mi como si yo fuese un pequeño ratoncito que podría degustar con gusto esta noche.

Pero lo siento mucho cabrón, esta noche la pasarás en ayunas.

Sin dejar de mirarlo, alcé mi mano del bolsillo del pantalón y señalé a la multitud de mujeres que callaron al ver como iba a hablar sobre ellas.

-¿Ves todas estas pretendientas a princesa?-Asintió sin comprender.-Bien, tres cuartos de ellas son teñidas, primerizas además, se ve a la legua que han ido corriendo en el último momento a su Corte Inglés más cercano a comprar un bote de tinte rubio para dar la imágen de una perfecta Cenicienta. De hecho algunas han creído conveniente traer el vestido de princesa que nuestra protagonista llevaría hasta antes de las doce. No creía que la raza humana pudiera llegar a ser a sí de gilipollas.-Hice una pausa, y saboreé el momento de verlos a todos con ojos grandes como platos.- Yo he venido aquí y me he mostrado tal y como soy, una chica inmadura, peleona, fácil de odiar, y demasiado hija puta. Pero no he intentado tapar mi ser con dos kilos de maquillaje, un colorante de pelo barato y un maldito vestido de los chinos. Creo que eso es lo que una verdadera Cenicienta debería mostrar, enseñar sin miedo sus imperfecciones para ser aceptada, como ocurre al final de la obra.

Nadié se movió, ni gesticuló, ni habló.

El silencio fue testigo del enorme cerrar de boca que acababa de dedicarle al juez principal y también director de la obra.

Un aplauso hizo girar todas las miradas al final de la sala.

Las palmadas eran procedentes de las manos de un chico de unos veinti y algo que se encontraba apoyado en la pared, tenía dibujada en el rostro una sonrisa de admiración mientras con los ojos cerrados asentía suavemente, vestía un atuendo despreocupado, al igual que su cabello castaño.

Me gustó la sensación que causó en mi.

A sí a primera vista, creo que, me cayó bien. Era una de esas personas que admiras sin haberlas conocido, no hablo de como si fuera un ídolo, un famoso o un recaudador de fondos para una ONG en África.

Hablo de que desprendía simpatía com tan sólo mirarle.

-Bravo. Simplemente bravo. -Dejó de aplaudir, lanzó una carcajada y tras cruzarse de brazos atravesó con los ojos desafiante a Frederick.-¿Cogeis a ésta, no?

Todas las miradas volaron de nuevo al trío de jueces situados en lo alto del escenario.

-¿Qué? Yo... Eh... Sí. Claro. ¿Sí?-Frederick miró a ambos lados para acudir a sus compañeros. Estos se encogieron de hombros pero finalmente asintieron-Sí. Estás dentro emm..

-Watson, Michelle Watson.

-Eso. Bienvenida Michelle.

Sonreí y le dediqué una mirada de superioridad al cúmulo de rubias oxígenadas que me observaban apretando los dientes con rabia.

Boom. 

In the face bitch.

Cuando el jaleo había llenado por completo la estancia, centré mi atención de nuevo en el desconocido del pelo despeinado.

Levantó el dedo pulgar hacia mi, guiñó un ojo y sonrió satisfecho.

Servant 《Louis Tomlinson》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora