1: Las dudas que invadieron mis pensamientos.

1.8K 62 30
                                    

El atardecer había finalizado aquél primer miércoles de abril, la luna recién aparecía desde el otro extremo del ya oscurecido horizonte, ésta era creciente. Estaba recorriendo en bicicleta las casi vacías calles de la ciudad Kamiyama, era un día libre después de todo; usualmente todos se quedaban en sus hogares esta primera semana. En mi caso, regresaba a mi casa, había partido esta mañana temprano al pueblo natal de mi amiga situado al norte de esta zona, pues me necesitaba para cubrir un papel en su desfile de muñecas hina, específicamente, solo debía acompañarla mientras la cubría del sol con una sombrilla.

Me llamo Hotarou Oreki, soy un simple estudiante de secundaria, naturalmente todos los jóvenes de 16 años de edad como yo intentarían lucirse en esta etapa escolar, creando recuerdos inolvidables; no es mi caso, yo no tengo nada en especial, ni me importaba en realidad, prefería vivir el día a día reservando energías, nunca me gustó tener que esforzarme de manera innecesaria, quería mantener mi perfil bajo, "No hago nada que no tenga que hacer, y si debo lo hago rápido" ese era mi lema, con el cuál viví hasta la fecha.

Pero desde hace un año aproximadamente, cuando ella apareció... mí estilo de vida comenzó a cambiar inconscientemente, todo por culpa de esa joven pelinegra que no dejaba de sentir curiosidad por cosas triviales, insistiéndome en ayudarla, sin excepción alguna, lo peor es que no podía negarme, ella siempre me convencía, sigo sin entender cómo, puesto que cuando se trata de alguien más soy capaz de rechazarle de manera sencilla.

Suspiré, ni yo mismo sabía que ocurría conmigo, sentía que mi propio estilo de vida ya no era suficiente para complacerme, no solo mis amigos Satoshi y Mayaka me lo indicaron durante el festival, también mi hermana mayor me lo señaló, desde hace días, todo desde que conocí a Eru Chitanda aquella tarde cuando me uní al club de los clásicos por petición de mi hermana.

Recordaba ese momento como si fuese de hace un año, aunque sentía que había pasado mucho mas tiempo, recién iniciaba el segundo año escolar y mi amigo me había recomendado unirme a un club, a la vez que mi hermana mayor me pidió el favor de entrar en el club de los clásicos, al parecer ese año no tendría integrantes, pudo haber desaparecido por esto; normalmente me negaría como de costumbre, pero opté por hacerle caso, no deseaba conocer ese dolor que mencionó en la carta, quién diría que gracias a esto conocí a esa chica que se entrometería en mi vida. Ella miraba por la ventana, volteando lentamente su cabeza al mismo tiempo que me acercaba, no pude dejar de observarla en esos momentos, su cabello largo y negro se mecía un poco por su movimiento, mientras sus ojos color índigo veían con curiosidad mis ojos verdes; aunque permanecí inexpresivo durante ese rato, en mi interior sentí una extraña sensación cuando miré su rostro, en aquél entonces, no era consiente de cuanto cambiaría mi vida desde ese día.

Desde el misterio que relacionaba a su tío con la escuela Kanya, resolver un acertijo para averiguar cómo debería finalizar aquella película, el caso de "Yûmongi", y la llamada de atención a cierto estudiante de ese día. Ni yo mismo me podía creer que conseguí resolver la mayoría o descifrar gran parte de la verdad, sigo pensando que fue pura suerte, sin importar cuantas veces Eru me diga que tengo un don para esto, simplemente, no lo acepto.

Chitanda siempre fue una chica que le gustaba descubrir todo lo que despierte su curiosidad, nunca dejaba de pedirme ayuda, le encantaba la forma en que yo conseguía concluir las teorías que formábamos, ella nunca aceptaba respuestas simples,estaba obligado a rebuscar en cada detalle hasta encontrar una conclusión aceptable, no me gustaría dejarla insatisfecha con una afirmación cualquiera.

"¡No puedo dejar de pensar en eso!"

Esas malditas palabras, combinadas al brillo que su mirada emitía cada vez que me las decia, eran hipnotizantes, me mantenían unido a ella, sin salida, como si su obscura cabellera se transformara en enredaderas atrapándome, o millones de mini Chitandas se sostuvieran de mí repitiendo la misma frase, en otras palabras, no podía decir que no, mi compañera tenía un poderoso sentido de la insistencia que superaba con creces mi negación.

氷菓 Hyouka: Sentimientos EncontradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora