Entré de nuevo en casa, abrí la ventana, hacía un calor de mil demonios. Pensé en dos cosas:
Lo que debía hacer, ir a acostarme, maňana tenía que madrugar.
Y lo que iba a hacer , ir al club.
Cogí el carro y manejé por aquellas calles oscuras y desiertas hasta el club. Era un local que se veía desde lejos, con un rótulo luminoso en la entrada donde ponía " Dina's town ".
Entré, Dina, la jefa, reinaba detrás de la barra.
Era una mujer linda, con carácter, tatuajes adornaban su cuerpo, su cuello y sus brazos. Su melena lácea negra le llegaba por encima de los hombros.
Lo suyo siempre fueron los negocios y la labia, sería capaz de disuadirte para que vendieras tu alma al mismo diablo . Sola había salido de la nada logrando convencer a un par de bichotes para que invirtieran en su negocio, y sola había saldado su deuda.
Me acerqué a ella.
- Buenas caballero, pensé que ya te habías olvidado de mi- Dijo con una sonrisa traviesa cogiendo una botella de tequila.
- Buenas Dina, tu sabes que nunca me olvidaría de ti, eres mi chica favorita- Dije guiňandole un ojo.
- No mientas, se que vienes a ver a Valentina, sale en la próxima canción - Dijo seňalando la tarima donde una mujer en ropa interior bailaba pole dance en un tubo de acero metálico.
- A ti también vengo a verte , real, eres una de mis mejores amigas - Insistí.
- Eso es que no tienes amigas - Respondió riendo.
Yo reí también.
- Esta invita a la casa, a los clientes lindos como tu hay que cuidarlos - Dijo poniéndome un vaso de tequila mientras masticables su goma de mascar.
- Por las buenas amigas - brindé y bebí.
Ella rió de nuevo.
De pronto ella apareció, esa mujer, sus curvas hipnóticas provocaba que todas las miradas se pusieron en ella. Su largo cabello castaňo y sus ojos color miel alumbraban el oscuro local. Ella era un ángel rodeada de viejos borrachos lujuriosos. El movimiento de sus caderas eran capaces de elevarse hasta el cielo aunque sus labios te invitaban a pecar con ella.
Acabó la canción, saltó de la tarima y vino hacia mí, al parecer me vió . Saltó sobre mi, me abrazó y me mordió el cuello.
- Papi... - Susurró en mi oído.
- Valentina... - Respondí.
- Te he estraňado estos días no te he visto por aquí - Dijo con su dulce sonrisa.
- Y yo a ti baby- Respondí acariciando su mejilla.
Bajé la vista y vi una marca en su hombro que se veía por encima de su top de terciopelo rosa, parecía de un golpe.
- ¿Quien ha sido? - Pregunté furioso.
- Nadie Bad, no te preocupes, a veces los clientes toman más de la cuenta... , son cosas que pasan - Dijo bajando la mirada.
- Por qué no dejas esto, tu no te lo mereces, puedes empezar de cero en otro lugar - Intenté convencerla, siempre le repetía lo mismo.
- Bad, es simple, hay gente como tú, que nace con estrella y gente como yo, que nace estrellada - Suspiró - Cada vez tengo más claro que nosotros no elegimos nuestro destino, él nos elige a nosotros.
Volvió a mirarme , yo saqué una moneda de mi bolsillo y se la di.
- A mi me da suerte, siempre la llevo conmigo , me gustaría que la tuvieras tu.
- Eres un nene adorable- Dijo dándome un beso en la mejilla - Voy a cambiarme, ya he terminado.
- ¿Quieres que te lleve a casa? - Pregunté.
- ¿Me harías ese favor?
- Sí.
- Muchas gracias, de verdad, quedan pocos como tu - Cogió mi mano suavemente y se fue.
- ¿ Quién es esa? - Preguntó Dina mirando hacia la entrada .
Me giré... ¡Oh no! No puede ser. Era ella, otra vez, cada vez que la veía una rara sensación invadía mi cuerpo, al verla sabía que nada bueno iba a pasar, pero por qué resistirse a algo inevitable. El deseo incontrolable de tenerla no me dejaba pensar con claridad.
Y sí, se acercó a mí, su falda de tubo y su blusa apretada, dejaban al descubierto sus interminables piernas.
Se sentó en frente de mi, mirándome con esos ojos penetrantes, mientras volvía a colocar un cigarrillo entre sus labios mate color granate.
- ¿ tienes fuego? - Preguntó, está vez mirándome a la cara.
