1º PARTE: VISIÓN CAPÍTULO 1: RATÓN NEGRO

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(C)

 Media hora después, el bus llego al centro. No era nada del otro mismo: Un edificio de blanco con rayas azules, de dos pisos, con un palo y la bandera de las cincuenta estrellas flotando bien en alto. El bus freno, las puertas se abrieron, y como si de un Black Friday se tratara, la gente se pegaba por salir y entrar los primeros.

 -Mañana ya desearan estar afuera.- Comentó Nick mientras esperaban pacientes a que todos bajaran. No tenían prisa en bajar. 

 -¿Eh, ese no es el coche de Ollo?- Preguntó Ron mirando por la ventana. Todos se giraron a su izquierda. 

 Efectivamente, era ese: Un reconocible descapotable de color rojo y rayas negras que lo atraviesan de arriba a abajo, con ruedas de primera, faros que tendrían hasta rayos X y  carrocería reluciente como si fuera recién sacado. Pero no lo era.

 Durante el verano, Ollo había hecho lo imposible(En mayúscula el "imposible") para que toda la ciudad se enterara de su regalo por si vigésimo primer cumpleaños. Lo publicó en cada red social, sacó fotos al camión que se lo trajo, hizo un "unboxing" exponiéndolo como si fuera un anunció de venta, se grabó acelerándolo a  su máxima potencia, y aún así, no hubo día que no cruzara la ciudad a toda velocidad, con la música elevada y las ventanillas bajadas. 

 Ollo era de lo peor. De pequeño, era el típico que habitaba el último pupitre de la sala, el que comía lo que robaba a otros niños y que les pegaba si se negaban. De mayor seguía pegándose, seguía ocupando el último puesto de su clase, y encima se había unido a ellos. A la Ratonera, tal y como el gran logo del ratón negro con una máscara de gas mostraba en su capo. 

 Sam aparto la mirada de inmediato. Nick le miró con malos ojos a Ron, y Lana apoyo su mano en Sam.

 -Tranquilo. Sólo un año más, y ese idiota se irá a dar la guerra a otra parte.

 Ron era el único que no sabía que Ollo había anunciado su entrada a la Ratonera por todo lo alto, haciendo un directo en YouTube, bebiendo y fumando con varios tíos de los que habitaban en la ciudad. Incluso apuntaba en su estado de Facebook a cuantas personas mataba por las noches. !Era un puto loco, y la Ratonera no hizo sino darle un arma y campo libre durante una hora para dar suelta a su macabra mente!

 A Sam le devolvía el estómago, pero la sonrisa de Lara le ayudó.  Salieron del bus, y tras atravesar el campus, que como el bedel, parecía que el tiempo no le afectaba, llegaron al umbral. 

 Tras atravesarlo, pasaron varios pasillos, iguales que los anteriores años, llegando a su aula: A 0.3, enfrente de la de Ollo, los de la secundaria. Sam y sus amigos tenían todos catorce años, salvo Nick y los gemelos que ya tenían quince. Ollo había repetido ya tres veces curso. Aquella sería la cuarta vez que repetiría, pues estaban todos seguro de ello, y una vez eso pasará, se iría a otro lado. Lejos de Detroit, esperaba Sam. Muy muy lejos.

 Una vez entraron en su nueva clase, cada uno ocupo el mismo sitio que el año pasado, tal y como habían acordado desde hace dos años. Nick estaría la lado de la ventana, en la sexta o séptima fila. En los descansos solía fumar. Sabia que no le dejaban, pero se las arreglaba para que nadie le pillará. A su lado, Lara, quien siempre estaba escribiendo nuevas canciones. Estaba claro que le apasionaba, pero aun así, esto no le impedía responder correctamente si le preguntaban por la temática de la clase, daba igual cual esta fuera. Tras ellos, Sam, también con la ventana a su izquierda, viéndose el patio central. Tras ellos, en línea paralela, en la octava fila, sentados uno al lado del otro, Ron y Amy respectivamente. 

 Thomas se sentaba al lado de Sam, detrás de Lara, y aunque aun no había llegado, todos coincidieron en dejarle el sitio reservado.

 La profesora entró. No era doña "Mátame por favor". Era nueva, de pelo corto y castaño y ojos azules y pequeños. Vestía con un uniforme que le hacia ver más mayor de lo que era.

-Buenos días clase. Soy Sofía seré su nueva tutora y profesora de psicología, los que la hayáis elegido, claro. El resto, mala suerte. Os perdéis como les enseño a engañar de forma legal.

 La broma no fue buena, pero que fuera guapa y la novedad de una profesora hizo que los chicos rieran a coro. Lara masticó con mayor fuerza su chicle. Sam suspiro.

 "Ya la tiene marcada"- Se dijo. La señora Lucy miro el reloj.

 -Bien, casi es la hora. Una cosa antes de oír el discurso que tanto os entusiasma del director- Más risitas. Lara apretó más los dientes.- Me he presentado como Lucy, pero mi nombre completo es Lucy Washington. No hace falta formalidad: "Señorita Washington" es nombre que espero que no uséis hasta, bueno, veinte años. Aunque para entonces tal vez dé clase a vuestros hijos.

 Lara levantó la mano. Sam quiso decirle algo, pero Lucy la vio de lleno. La señalo.

 -Adelante, pregunta.

 Lara esbozo una sonrisa cargada de malas intenciones.

 -Gracias. ¿Dígame, señorita Washington-Hizo especial hincapié en el apellido- , por qué la han puesto de tutora aquí, con los de nuestro curso? Es decir, no la he visto en, bueno, toda mi vida en este colegio y en Detroit. Llega y le ponen de tutora. ¿Suena raro, no cree?

 El aula de humor se había esfumado. Lucy miraba sería a su primer obstáculo, que degustaba aquella expresión con devoción. Nadie dijo nada. Todos miraban a la profesora, esperando la respuesta.

 -He estado en otro centros parecidos, señorita Roxly. Y si, se sus nombres, sus direcciones y mucho más. Lo suficiente como pata poder ayudarles en caso de que necesiten apoyo.

 -¿También sabe leer la mente? ¿O nos ayudara a ligarnos al tío que nos guste? Visto que nos enseñara a "robar legalmente".

 "Menudo primer día"- Pensó Sam apoyando la cara contra la ventana. Sólo llevaban un par de minutos y Lara ya la estaba liando. Lo había hecho durante el verano, peor todos creían que era sólo por que era verano, que su nueva yo se serenaría y centraría en los estudios. Estaba claro que el primer día no.

 -En primer lugar: He estado en tres cárceles. Créeme, se hasta como hipnotizarte para que te comportes con un mono. Incluso podría hacer que tu novio dejara de fumar. Segundo: Nadie ha dicho nada de robar. Es el primer día, señorita Roxly. Ya tendrá más oportunidades de meterse conmigo y de sacarme falta. Los alumnos sois expertos en eso.

 Lara ya tenia pensada la siguiente pedrada a la lanzar, pero el ruido del megáfono encima de la entrada acalló el ambiente. Sam y muchos otros dijeron gracias por ello. La voz comenzó a sonar:

 "Buenos días, chicos y chicas. Como todos los años, os deseo, yo y el centro, un muy buen año, tanto a los que acabáis y marcháis a comenzar a estudiar aquello de lo que pensáis vivir el día de mañana como los recién llegados."

 "Soy el director Kennedy, y para cualquier duda, no dudéis en acudir a mi o a la señorita Washington, especialista psicóloga"

 El presidente siempre hacia aquella Brian Kennedy siempre hacia aquella broma del juego de palabras de "dudar" y "dudéis", con la esperanza de que al menos los pequeños se riesen. Pero ni estos se reían, bien porque no  entendían la broma, bien les daba igual. Este era uno de los muchos motivos pro los cuales cada vez el discursos era más corto. El altavoz acalló, y sin más dilación, la profesora Washington comenzó a escribir todo el material:  Libros, cuadernos,.... Todo lo necesario para su clase. Cuando concluyo, se volvió, mostrando de nuevo aquella sonrisa. Ma de uno babeo. Lara dedico otra mirada de odio. Nick se imaginaba a Lara y a la señorita peleándose, agarrándose del pelo, y acabando en ropa interior peleando en una piscina de barro. La imagen le hizo reírse y excitarse a la vez. Sam sólo desea que acabara. Pero entonces, alguien llamó a la puerta. La profesora no se lo esperaba, dedicando una mirada a la puerta de incomprensión. Todos miramos la puerta. No se veía quien estaba.

 -Adelante.- Expreso la profesora. La puerta se abrió, y un joven de pelo  y ojos morenos entró. Nick, Lara y Sam quedaron perplejos.

 -Thomas....-Expresó Sam.


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