La noche transcurre, ve al niño temblar en su lugar, no se ha movido. Hace un rato el pelinegro le llevó un pequeña leche chocolatada en caja, pero este aún sorbía de esta, que ya seguramente estaba vacía.
Nadie había pasado, salvo algunos adolescentes de camino a un boliche, o un par de chicas que al ver menor, les dio lastima y terminaron comprandole unas galletitas y otra chocolatada.
Youngbin abrió los ojos de repente, recordando, que no había avisado a su madre de que no llegaría, y menos a su suplente.
Agarró su teléfono sin apartar la vista del menor, que ahora tomaba otra cajita de leche con las galletitas compradas.
-¿Mamá?- pregunta bajito con el fin de no enojarla.
-¿DONDE ESTÁS, KIM YOUNGBIN? ¡DEBERÍAS HABER LLEGADO A LAS 9!— grítonea desde el otro lado de la linea. - ME TIENES ASUSTADA, INFELÍZ, VOS QUERÉS QUE ME MUERA DE UN PARO ¿NO? ¿¿VOS QUERÉS ESO??
-Mamá, no me estás ayudando.- el silencio dentro era tan grande que sabía que el jovencito podía oír los gritos y este se escondía más en su esquina, intimidado.
-Más vale que tengas una explicación.- amenaza enojada.
A Youngbin no le queda más que explicar la situación, su madre entiende, en cierto punto se enorgullece de él y de su actitud, su forma de actuar, lo había críado bien. Por otra se preocupa, compartiendo el mismo temor que su hijo. Por fin se despiden y no sin antes ella obligar tener el 911 en casilla rápida.
Después de un buen rato, sus ojos se entrecierran, el toma su turno hasta las 10 con el fin de llegar justo a casa para dormír como un oso, pero este pequeño conflicto hace que se tenga que quedar hacia las tantas de la madrugada cuidando al chiquillo.
El auto se ha ido hace aproximadamente una hora siendo ya las 3 de la madrugada, pero no se siente seguro de despertar al chico y mandarlo a su casa a estas horas, así que lo deja durmiendo dentro de la esquina de esa cabina telefónica.
Youngbin frota su ojo con su puño, intentando mantener su postura y no quedarse dormido. Algo de pena siente cuando ve al menor temblar, pero no teniendo ningún tipo de frazada, se saca su campera de tela gruesa para tapar su pequeño cuerpo.
Ese niño bien podría ser su hermano, su instinto fraternal sale a la luz cuando revuelve sus cabellos y sonríe.
Da algunas vueltas por la tienda, tranquilo, a esas horas de la noche no suele llegar nadie, buscando despabilarse un poco. Terminó agarrando una bebida energética a mitad de precio, ya se encargaría después que el dinero se descontara del salario de su suplente, es lo minimo que puede hacer Hyojong por haberlo cubrido y aún así dejarlo con la paga.
Las horas siguen pasando, ve que Chanhee tiene pesadillas y solloza entre sus sueños, resiste el impulso de abrazarlo y consolarlo, sería demasiado extraño siendo que recien se conocen y no quiere asustarlo...
Cuando por fín llegan las 6 -hora la cual quedó con su compañero para que viniera-, el pelinegro está babeando sobre la caja registradora y con los brazos estirado por toda la longitud de la mesa. La alarma no lo despierta, en cambio, a su acompañante de la velada nocturna sí.
Chanhee despierta asustado con la voz grave de un grupo que desconoce viniendo del celular ajeno.
-H-hyung..- pica con su dedo el brazo de Youngbin pero este sigue roncando.- ¡H-hyung!- comienza a jalar mas fuerte de su camisa de manga larga hasta lograr despertarlo.
El castaño despierta confundido por el mocoso que estira incesantemente su camisa bien planchada, arrugandola.
-¿Q-qué hora es?- pregunta mientras bosteza y mastica algo imaginario, su ojo izquierdo aún no se puede abrir.
Chanhee suelta a su a mayor y ve su telefono propio que está a punto de quedar sin batería - son 5 menos 10, hyung.-
Youngbin agita su cabeza, intentando despejarse. En su estado de lapsus no recuerda ni como se llama, ni quien es el niño delante suyo ni de que trabaja, prácticamente nada.
—Ah..— las memorias vuelven.— ¿Aún no te haz ido?— no pretende sonar agresivo pero teme que el jovencito lo toma de esa forma y baja la cabeza avergonzado.— No, no, me refería, mi hora está por terminar ¿Quieres que llame a alguien de nuevo? O te podría dar dinero para un taxi, o el colectivo, capaz te puedo acompañar a tu casa, no sé.
Se siente más avergonzado incluso que él más joven, ¿Cómo le va a proponer que lo acompañe a su casa cuando apenas lo conoce?
—E—está bien, hyung, no te preocupes, iré a la escuela y de ahí pediré a que llamen a mi familia.— le sonríe, aunque más parece una mueca. Youngbin no planea cuestionarle, no quiere agobiarlo y además sería demasiado raro.
El castañito regresa al lugar donde pasó la noche a tomsr sus pertenencias, únicamente una mochila llena de materiales que utilizó como almohada. Mientras tanto, el mayor se estira y toma su celular chequeando los mensajes recibidos de la mujer que lo trajo al mundo y que ahora le insistía en llamar a la policía di era que alguien respiraba demasiado cerca de él.
—¡Buen día!— Youngbin abre sus rasgados ojos lo más que puede y pega un brinco sobre su lugar ¿En qué momento llegó Hyojong y por qué justo le grit en su oído más "sensitivo"?
—Ímbecil, me asustaste.— se gira amargado, luego recuerda al menor presente y regresa su vista a la cabina, pero no hay nadie
—Lo siento.— le sonríe deslumbrantemente, también ve hacia al punto donde la vista de su compañero está enfocada.— ¿Pasó algo con la cabina, Bin?
—No, es que, ayudé a un chico y estaba ahí... y ahora ya no— le dice confundido.
—Tal ves lo soñaste.
—¿Despierto?
—Una alucinación.— le palmea la espalda.— debes dormír más.— el nombrado asiente dandole la razón, obviamente no fue un sueño, el paquete de galletitas se encuentra tirado ahí aún, pero de igual forma le sigue juego, ya tendrá tiempo para contarle adecuadamente la anécdota pero ahora se estaba desmayando del sueño.
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