Capitulo 16

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Las manos de Mike se encuentran junto a las mías, no puedo evitar estar temblando,—odio los hospitales—desde muy chico los he odiado.

—paciente número cincuenta—dice la recepcionista, yo junto mis manos en puños y tomó aire, mientras me meso de atrás hacia adelante, la mujer se acomoda las gafas y encoge sus ojos, acercándose a la computadora, para asegurarse de haber visto el numero correcto.

Yo tiemblo al ver que Mike se para, y después se voltea y me mira fijamente—vamos, es nuestro turno—dice tranquilamente y yo niego, no entraré ahí, el suelta un largo suspiro y se pone de cuclillas enfrente de mi.

—te quiero—dice, me mira seriamente, con aire de que ¿cariño?, se toma unos segundos en seguir la oración—no me importa que no quieras, si te pasa algo y sé que yo pude evitarlo, jamás podría vivir con la culpa—dice, se pone de pie de nuevo, me ofrece la mano.

Yo observo su mano fijamente y después a él, por unos segundos, si Mike cargará con una culpa innecesaria, yo jamás me lo perdonaría.

Yo tomo esta con miedo, me levanto, —lo haces por el, no por ti —me repito a mí mismo en mi interior una y otra vez,—estarás bien—dice, yo solo asiento.

El doctor se termina de quitar los guantes de plástico y los echa en el contenedor, mientras niega con la cabeza, suelta un largo suspiro y me voltea a ver, cruzas sus brazos a la altura de su pecho.

Siento que mi garganta se seca de inmediato, mis uñas se encajan en el colchón en el que estoy sentado, algo va mal–¿comes?—al fin suelta la pregunta que tanto había esperado, el doctor; Jorge, me mira fijamente esperando a que conteste, yo asiento—¿cuánto comes?—me cuestiona, yo volteo los ojos y suspiro, como un chiquillo que lo cacharon haciendo una travesura.

—lo suficiente para sobrevivir— digo tajante, el voltea a ver a Mike—tiene principios de anemia—le dice a el, yo me quedo callado unos minutos, ¿anemia?, pero ¿cómo?.

Yo lo miro fijamente, siento que la mirada de Mike está sobre mi, me llevaré un largo sermón al llegar a su departamento—¡no puedo tener anemia!—grito, el doctor me voltea a ver y se me acerca.

—¿qué no tienes anemia?—me mira serio, chasquea con su lengua, ese sonido hace que me retuerza—tienes aturdimiento Harry—dice, lo volteo a ver, un dolor cabeza no me deja pensar, pongo mis manos a los costados de mi frente y comienzo a hacer no cientos circulares—también fatiga—dice, toma un estetoscopio y me lo pone en los oídos, la otra parte en el corazón, escucho como mi corazón late a una velocidad innecesaria.

—tienes tu frecuencia cardiaca por los cielos—toma un espejo y lo pone enfrente de mi—estás pálido, casi amarillo–toma una de mis manos—tus uñas están quebradizas—dice y después junta su vista con la mía—¿y tú crees, que no tienes principios de anemia?—dice el, cierro los ojos—en verdad me sorprende que aún no te hayas desmayado—dice y se voltea a ver a Mike.

—le daré una dieta rigurosa, para que sus niveles de sangre vuelvan a ser estables, el cuerpo de Harry está trabajando como si tuviera 60 años—dice y después me ve severamente—tendremos que inyectarte, inyecciones de hierro, para que no sufras un desmayo, por tus bajas defensas—dice y yo siento que voy a llorar.

Algo que odio más que los hospitales, son las inyecciones, volteo a ver a Mike con los ojos cristalizados, negando con la cabeza, el desvía su mirada, poniendo toda su atención en el medico—toma, aquí están la vitaminas y las comidas que tendrá que estar consumiendo, las inyecciones las puedes comprar y que se apliquen en casa o pueden venir a aplicarse en el hospital, como ustedes lo prefieran—dice y Mike levanta su mano y la estrecha con el médico.

Mike Where stories live. Discover now