Secreto.

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No pegué ojo en toda la noche. Soñé que alguien me besaba, y al abrir los ojos, unos iris verdes me miraban ardientes. Me desperté sobresaltada y no me tranquilicé en el resto de la noche.

Al ir a arreglarme, como era de suponer, descubrí unos tremendos circulos verdes rodeando mis ojos. Desde el espejo me devolvía la mirada una chica rubia, con la parte de abajo del pelo teñida de negro, como mi ídolo Avril Lavigne. Mis ojos azules, aunque cansados, seguían tan bonitos como siempre. La camiseta que he elegido me favorece mucho. Al ser negra me adelgaza, pues me sobran un par de quilitos, y ademas resalta mis ojos y mi pelo. Me aplico rímel, lápiz de ojos y pintalabios, mi maquillaje patentado para cuando voy con el tiempo justo. Me peino y salgo pitando hacia la parada del autobús.

-Di,¿te pasa algo? Pareces un poco histérica.-Mi hermano tenía que ser observador precisamente hoy.

-No Dan, estoy bien.

Sí claro, super bien, llevo unas ojeras que me llegan hasta el suelo y tengo que encontrarme con Mr. Universo. Nada va bien.

Ya en el autobús, al amparo de Rock n' Roll, pensé detenidamente.

Estoy nerviosa o más bien histérica perdida porque voy a ver a un chico que, aunque sea guapísimo, no conozco de nada.

¿Quién soy yo y que narices ha pasado con Diana?

No debo perder la cabeza con él. El amor duele, lo sé por experiencia.

Ya con la cabeza fría, bajo del autobús. Bi y Cat aún no han llegado. Su autobús se retrasa, como siempre y Gaby como viene andando, llegará a las ocho justitas, junto con Beatriz, que antes estaba en clase pero se salió, pero sigue en nuestro grupo porque es un amor. No sé dónde vive Damon. Supongo que en alguna de las buenas urbanizaciones de los alrededores. O quizá en el pueblo.

La llegada del autobús de Cat y Bi me hace descartar que viva en alguna urbanización, así que solo queda que viva en el pueblo.

Entro al instituto con ellas, vemos pasar a Alex, el ruso, uno de los chicos más guapos del instituto. Pero por algún motivo, ya no me parece atractivo. Supongo que no tiene los ojos verdes.

-Y entonces me comí un unicornio de color verde lima mientras gritaba: ¡Soy Superman!

- Que guay Bi, sí...

-Diana, no me has escuchado nada de lo que decía. ¿En qué piensas?

-Nada importante. ¿Nos vamos a francés?

-Ah, claro.-Dijo con una sonrisa pícara.-Su amorcito la espera.

Y yo con todo mi sarcasmo respondí:

-Sí vamos, mi caballero andante. Don Quijote no valía nada a su lado.

Subimos a francés y aún no habían abierto la clase. Esperamos en la puerta mientras los alumnos iban llegando. Estaba tan absorta preguntándome cómo podía ser que Isabel llegase tarde el primer día que no supe que había llegado hasta que noté sus manos en la cintura.

-Buenos días princesa.-Me susurró mientras me abrazaba.

Vaya tela. Su pelo estaba aún humedo por la ducha matutina, sus dientes refulgían en su sonrisa como iluminando todo el pasillo y yo solo podía mirarle embobada.

-Hola Damon.-Elige, ¿beso o beso?

-¿No ha venido aún la maestra?

-Es raro, pero no.

Al rato, vino otro profesor a decirnos que Isabel estaba de baja por maternidad. Nos abrió la puerta y nos dejó allí solos. Somos de cuarto, no necesitamos vigilancia, en teoria.

Me senté con Damon en la última fila, pegados a una esquina, mi espalda contra la pared. Él se situó a escasos centímetros de mí y se inclinó hacia delante, con sus manos rozando mis muslos.

Empezamos a hablar de todo. Dónde vivíamos, mis hermanos, nuestras mascotas... Hasta mi color favorito. Su vida me resultaba fascinante. Tenía una hermana pequeña de siete años, tocaba el saxofón, el instrumento más sexy jamás inventado. Por supuesto, hablaba español e inglés a la perfección, y se había mudado a Picassent por motivos familiares que no me explicó. Tocó el timbre y todos nos levantamos a la vez. Me detuve un instante a atarme los cordones del zapato y cuando levanté la mirada, descubrí que estábamos solos. Se acercó a mi, su mirada esmeralda ardiendo, me cogió la cara entre las manos y me dijo en un susurro:

-Di, por favor, no vuelvas a volar.

Me acarició la mejilla con el pulgar y se marchó con paso rápido, dejándome sola y con la zona que me había acariciado aún hormigueando, pero sobretodo, con un montón de preguntas.

El Hada de la Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora