K.2

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Apenas recuerda buenos momentos con él. Ella aún tenía cuatro años, cuando su hermano acababa de entrar al instituto, y ahí empezó a convertirse en un gilipollas. Sus padres y ella, pensaban que era parte de la edad del pavo. Pero año tras año, su comportamiento y su rechazo hacia su familia iba a peor.

Fue a la edad de 17 años, cuando la policía llamó a su casa por primera vez. Maya tenía entonces 8, por lo que sus padres no la dejaron ir con ellos. La dejaron en casa de su abuela, donde se quedó a pasar la noche, sin saber nada sobre sus padres y su hermano. Dos semanas después, de nuevo la policía volvió a llamar, y de nuevo Maya volvió a casa de su abuela, esta vez todo el fin de semana.

Después de eso, su hermano estuve alrededor de 3 meses sin aparecer por casa. Ella preguntaba a sus padres, cuando no discutían, que dónde estaba su hermano mayor, y que por qué estuviera donde estuviese, no podía ir a verle. Su padre la contaba que Ramón, había tenido que viajar a un sitio para hacerse más bueno. "Pero él ya es bueno. Solo que la gente no le ve como yo le veo" Pablo y Cristina, dejaban de lado las discusiones cuando Maya se ponía triste. Pero era llegar la hora de acostar a la pequeña, y de nuevo volvían a discutir.

A falta de un mes para que Ramón volviese de su "viaje", Pablo y Cristina se separaron. No se dieron cuenta, de que lo hicieron una semana antes de que fuese el noveno cumpleaños de Maya. Ella no quiso celebrarlo, a pesar de la insistencia de su madre, pero ella se negó. No podía celebrar un día feliz, cuando su familia no lo era.

Ramón regresó a casa, muy cambiado físicamente. Su pelo rubio ahora estaba rapado, sus ojos tenían una mirada oscura a causa de las ojeras, que a Maya le aterraba. También había adelgazado, mucho. Siempre le había recordado como un chico esbelto y musculoso, y ahora no quedaba nada de eso. También se dio cuenta, cuando Ramón se quedó a su lado, que él había crecido bastante. Si antes Maya le llegaba justo por debajo del pecho, ahora le llegaba por el ombligo. Ella también había crecido, pero no tanto como él.

A partir de ese día, Ramón pasaba más tiempo con su padre que con su madre, así que Maya casi siempre veía a su hermano sólo cuando iba a pasar el fin de semana con su padre. Además, la madre de Cristina, la abuela de Maya, se había puesto muy mala, y se fue a vivir con ellas dos. Aunque a los dos años, falleció. Maya ayudaba mucho a su madre, ya que ella estaba muy triste, pero siempre se animaba gracias al ingenio de su hija. Maya, además de tener un hueco en el corazón de su madre, también ocupaba gran parte del que debería ocupar su hijo Ramón, quien no tardó mucho, en volver a viajar.



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