1. Summer

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Spin-off de mi fic El interior de las hadas, se puede leer de forma individual ya que se basa en el pasado de dos personajes.

Colocó con destreza el relleno bajo la tela del sujetador, alzando sus minúsculos pechos a través de un escote pronunciado. Anudó su alta coleta y volteó su cuerpo ante el espejo analizando su aspecto. Hinchó el pecho, entubado en el estrecho top negro que contrastaba con su pálida tripa. Los shorts, pequeños y ajustados, dejaban sus redondeados muslos al descubierto.

Revisó por última vez su imagen y sonrió triunfante.

Un día más combatía contra los complejos que la sociedad marcaba mostrando su anatomía sin tapujos. Su piel era el templo a través del cual manifestaba su «yo» interior: usaba las prendas para reivindicarse y el maquillaje y su larga melena para experimentar con el arte. Ella era la única dueña de su cuerpo y nada ni nadie tenía el poder de imponerle reglas ni restringir su libertad de expresión...

—¡Mirajane!

Salvo su madre.

Echó un último vistazo en el espejo con la esperanza de no acarrear ninguna reprimenda y salió en dirección a la cocina.

Cuando entró, el olor del desayuno le abrió el apetito. Su madre cocinaba de espaldas a ella, mientras escuchaba a su hijo recitarle el poema que le había dedicado. Lisanna abrió los ojos de par en par al contemplar a su hermana, pero ésta ignoró su expresión horrorizada y saludó alegre a la familia. La sonrisa se esfumó cuando su madre dejo caer las tostadas.

—No vas a salir así a la calle.

—¿Y eso por qué? —Mirajane cruzó los brazos.

—¿Por qué vas medio desnuda? —cuestionó irónica.

—En consecuencia si me violan es culpa mía por provocar —se sentó para ayudar a la familia a preparar el almuerzo mientras sus hermanos observaban la escena en silencio—. Eso es muy machista, mamá —la mujer abrió sus ojos negros anonadada.

—¿Vas a hablarme del discurso feminista a mí? —la adulta no pudo más que reír; por algo había sido activista durante toda su juventud en su país natal, donde la prostitución infantil y la ablación femenina estaban a la orden del día— Cariño —posó su mano color ébano en el hombro lechoso de su hija—, sabes perfectamente que no juzgo el modo de vestir de las personas, pero no soy partidaria de la sexualización de las niñas. Y tú, todavía eres pequeña. ¡Por favor, si sólo hace dos meses que te vino la regla!

—¡Mamá! —arrugó la nariz; Elf se ruborizó y Lis carcajeó— Además, dentro de poco cumpliré catorce...

—Y seguirás siendo mi niña. Anda, ves a cambiarte. Y ni se te ocurra colocarte lo mismo a mis espaldas.

—Vaaaaale —contestó ofuscada. Cuando regresó tenía una camiseta violeta tan ancha y larga que casi le servía de vestido. Acto seguido, besó a su madre y marchó con sus hermanos.

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