*Nota previa: la cursiva la he usado para remarcar conversaciones del pasado.
Apartó los apuntes de física y química entre un mar de papeles desordenados. Tenía un puñado de bolígrafos desperdigados por la mesa, algunos de los cuales habían dejado de funcionar hace un tiempo. En algunas hojas arrancadas de viejas libretas se apreciaban los tachones, borrones a lápiz e indicios de fórmulas erróneas cubiertas con corrector. Frotó molesto su sien, dejando en su piel un rastro azulado de rotulador permanente. Tras pasarse desde la madrugada trabajando en la obra lo que menos le apetecía era invertir su escaso tiempo en un examen que probablemente suspendería. Aunque estudiar era una mejor vía que seguir dándole vueltas al mismo asunto. Ya habían transcurrido diez días; pronto, su mente lo olvidaría. Con los años, no sería más que un vago recuerdo. Un vestigio de una felicidad pasada. Notó las manos sudorosas y, aunque el clima era estable, se decidió a abrir la ventana para airear la habitación.
Entonces, sus ojos contemplaron a su abuelo charlando con la joven de cabellos albinos. Antes de que se percatase de su presencia, bajó de golpe la persiana y le dio la espalda a ésta. Tragó saliva, con el pulso acelerado. «No tuve alternativa». Laxus creía que repitiéndose la misma cancioncilla su mente aceptaría los hechos, aunque por el momento no surtía efecto.
El último fin de semana que los progenitores de la albina trabajaban de noche, la casa de la familia estaba vacía. La pequeña de los hermanos hacía quedada de pijamas en casa de los Dragneel, con todo el grupito adolescente; mientras que el mediano invertía su tiempo en una especie de extraña cita. Aunque los planes de los adolescentes no afectaban al rubio, terminaron por inmiscuirle cuando Mirajane llamó a su puerta. Resulta que, tanto Cana como su recién amiga Erza, tenían una cita. Con guitarra en mano, la joven le propuso componer juntos. Un pasatiempo que, aunque siempre acababa en disputa, repetían. Aceptó, corroborándole que no tenía nada mejor que hacer. Como su abuelo se había llevado trabajo acumulado a casa, les salpicó alguna que otra regañina, así que decidieron marchar hacia la desocupada vivienda de Mirajane.
Porque una cosa era segura: ya fuera por la música o por las riñas constantes, eran escasos los instantes de silencio absoluto. Y aquél preciso momento era la excepción.
Llevaban un rato divagando sobre la posibilidad de montar un canal musical en Youtube. Se encontraban sentados en el suelo sobre un par de cojines, con los refrescos sobre la mesa rodeados de montón de hojas empapadas en diversas ideas, letras, notas y puestas en escena. Mirajane se sentaba con las piernas cruzadas y la guitarra entre ellas, con la cabeza ligeramente agachada hacia un bloc de notas sobre el cual escribía en silencio. «Estaba preciosa» recordó. Con la imagen de su cabello deshecho, recogido en un moño mal hecho, donde las hebras albinas caían desiguales por su frente y nuca, rozando levemente el contorno de su rostro, allí donde reposaba su ojerosa mirada concentrada. Sus ojos se mostraban cansados desde hacía semanas, pues el último trimestre se centraba en la preparatoria de los exámenes finales, aquéllos que le construirían su puente hacia la universidad.
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Four Seasons
FanfictionSon adolescentes, son rebeldes y están a punto de comprender que conectar puede ser tan sencillo como repelerse. Cuatro son las estaciones que engloban esta historia; una por cada año en el tránsito de la adolescencia a la adultez. Dos son los camin...