»Extra2«

112 9 1
                                    

Judge Angels.

Todo...

Era mentira...

Lo siento...

Bloody...

Mis pulmones estaban implorando aire...

Mi boca y ojos estaban abiertos al máximo. Las extensiones doradas que salían de la punta de sus delgados dedos estaban alrededor de mi cuello.

—¿¡Que esta pasando aquí!? —Mi ojos me permiten ver a lo lejos como Bloody se acerca a mi.

Un tremendo alivio recorre mi cuerpo al sentir como los hilos se iban aflojando. Los ojos amarillos comenzaron a tornarse de un color naranja.

—Bloody, vete —Le ordeno el pelinegro.

Me levante de el rasposo suelo con dificultad y corrí a donde estaba Bloody.

El de ojos azules me atrapo en sus brazos y vio las marcas que habían provocado sus hilos.

—Sueltala —Le ordeno Puppeteer al azabache con enojo.

—No —Le contesto cortante.

—Helen, es una orden.

—Tu no eres quien para ordenarme —Escupió con cólera.

—Soy tu mejor amigo.

El azabache soltó una risa seca —¿Amigos? ¿Crees que por tratar de matar a mi novia voy a seguir siendo tu amigo? No Puppeteer, quiero que te olvides de mi.

—No me pidas algo imposible, Helen —El color naranja fue cambiado por el amarillo, pero no uno normal, uno muy claro; esta débil.

—Hasta nunca —Bloody me cargo al estilo princesa, cerré mis ojos por un momento, pero de la nada, siento como estoy volando y como mi cuerpo se estrella contra un árbol.

—Mierda... —Me queje. Mi cabeza estaba dando fuertes punzadas, lleve mi mano hasta arriba de la nuca y sentí algo mojarla.

Es sangre...

Mi sangre...

En frente de mi veo como Puppeteer tiene a Bloody amarrado con sus hilos, inmovilizándolo.

Me levante con mucha dificultad. Algo dentro de mi crujió.

Me había roto los huesos...

Camine mientras me agarraba las costillas, un dolor insoportable me invadió en todo el cuerpo.

Pero...

No podía dejar a Helen...

El me salvo...

Ahora me toca a mi...

Mire todo mi alrededor, al notar que mi preciada espada estaba a unos pocos metros de mi, mi mano comenzó a temblar.

Camine hasta donde estaba.

Ya estando en mis manos me dispuse a cortar los hilos.

Los ojos de Puppeteer se volvieron a tornar naranja, se acercó a mi y me agarro del brazo con furia, haciendo que mi espada se me escapara de las manos.

El secreto del pintor |Helen Otis|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora