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—Hay que ver que eres idiota —En la copa de un árbol, una castaña afilaba sus cuchillos chocandolos entre si. El sonido chirriante era lo único que se escuchaba en el lugar, hasta que decidí hablar.

—¿A que te refieres, Clocky? —Un cuchillo fue lanzado hacia mi, me hice aun lado evitando que el cuchillo se incrustara en mi cráneo.

No me hubiera movido...

Ella bajo del árbol y puso su otro cuchillo en mi cuello —Escuchame muy bien, idiota, no vuelvas a llamarme así —Presiono mas el cuchillo mientras las palabras salían de su boca pausadamente.

Retire el cuchillo de mi cuello y la mire con burla —¿O que, Clocky?
Ella me miro furiosa y se fue de ahí a quien sabe donde.

Suspire y seguí mi camino.

El lago.

Quite mi ropa con rapidez hasta quedar totalmente desnudo, me metí en la cálida agua y comencé a bañarme en ella.

—A-ah si...

Abrí mis ojos al recordar ese día...

El día en que nos entregamos mutuamente...

Zalgo...

Ese día fue el mejor...

Aun recuerdo a la perfección como era su cuerpo...

Delgado...

Con curvas...

Buenos pechos...

Y ni hablar del trasero...

Su piel era tan blanca...

Y suave...

Esos labios rosados...

Carnosos...

Que amaba besar y morder hasta dejarlos rojos e hinchados...

Volví a cerrarlos y pase mi mano por mi cuerpo con mas suavidad.

No puedo creer que este haciendo esto en un lago...

El secreto del pintor |Helen Otis|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora