3. La verdad

31 2 1
                                    

Jake Vieux

 Cuando acaban estoy fuera de mí, no creo ninguna de sus ridículas palabras, no quiero creerlas. Decido correr hacia la puerta. Ellos intentan seguirme para evitar que me vaya pero no lo consiguen, soy más rápido. Cierro los ojos y sigo corriendo sin saber a donde voy. De mis ojos caen lágrimas que se confunden con las gotas de lluvia.

De repente choco contra algo, al ver que es una persona pido disculpas, y mi vista se dirige a unas gafas rojas que me son conocidas.

-Eres el amigo de Lynn. -afirma.

Asiento al terminar de reconocerla: es la chica que se encontraba al lado de Lynn en clase.

Sonríe y me invita a andar a su lado. Me habla, pero no la escucho. El camino se me está haciendo eterno, ni siquiera sé a donde vamos.

De repente dejo de ver y siento que me desvanezco. La oigo gritar. Mis ojos se entreabren pero sigo sin ver nada. Empiezo a oír muchas voces. No sé si realmente están ahí o solo es mi cabeza. Me doy cuenta de que no son producto de mi imaginación cuando alguien me susurra algo que no entiendo al oído y empieza a acariciarme el pelo. En unos minutos dejo de oír, todo está en silencio, y me siento pequeño, diminuto, dentro de la nada.

 Lynn Blanchard

 Llevo mucho tiempo observándole pero no despierta. Recorro su rostro, sus ojos cerrados parecen los de un ángel, su nariz es pequeña y redonda, sus labios ni muy gruesos ni muy delgados, son perfectos, la forma de su cara es peculiar pero increíblemente atractiva. No puedo creer que haya sufrido tanto. Y de hecho cuando vemos a alguien nunca podemos imaginar cuánto ha sufrido, de lejos todos parecen ser felices.

Oigo el ruido de la puerta y sé quien es.

-Papá. -digo sin mirarle.

-¿Quieres la verdad? -pregunta.

-Claro.

-¿Tanto te importa?

Pienso durante unos segundos mi respuesta. Tiene razón, ¿tanto me importa?

-Sí. -respondo finalmente.

-Sal aquí fuera.

Obedezco y le sigo hasta el pasillo del hospital. Andamos hasta que se gira y me mira a los ojos. Esta vez sus ojos no reflejan odio, como en casa. Casi lo veo como a un extraño.

-¿Y bien?

-Lynn, debes prometer que no dirás nada. El Sr. Dominé ha mentido a Jake, él no debe conocer la verdad. -dice asustado.

-¿Qué le ha dicho?

-Que mataron a sus padres por su culpa, por algo que él hizo.

-¿Cómo le han podido decir eso? -pregunto sorprendida.

-Porque la verdad es peor.

-Suéltalo. -le ordeno.

-Los mató él, con sus propias manos. Es esquizofrénico Lynn, está loco. Bloqueó ese recuerdo de su memoria y su subconsciente se niega a recordarlo. Yo solía hablar mucho con su madre, siempre estaba preocupada por si ella y su marido morían y Jake se quedaba solo. Una noche bebí, mucho, con ella. Sabía que tenía marido pero me daba igual. Después amenazó con decir a todos que la había violado cuando estaba borracha, así que para que cerrara la boca le prometí que nunca dejaría que su hijo se quedara solo, y he cumplido mi palabra. -dice como si se acabara de sacar un peso de encima.

-Pero la esquizofrenia necesita un control, una medicación, algo. -digo, aún sin haber digerido toda esa información.

-Le medican, sin que él lo sepa. Mientras consigan mantener estancada la enfermedad, no necesita control.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 21, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Describiendo la vida a un ciegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora