Capítulo 21.-Apologize.

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Estaba furiosa, quería matar a Mylene, pero también quería llorar por eso, era toda una puta feria de emociones horribles. Me paré frente a la casa de Mylene y toqué tres veces la puerta y una vez el timbre, rápidamente me abrió su madre, me saludó y yo a ella ni le dije nada, sólo pasé y caminé a la habitación de Mylene, sabía que estaba ahí, era sábado y eran las 8 am, definitivamente estaría aquí. Entré a su habitación y la encontré profundamente dormida, salté encima suya y empecé a golpearla, furiosa. Rápidamente se despertó y bastante sorprendida, también respondió a mis golpes.

—  ¿¡Qué coño te pasa, Ana!?— grita mientras la cojo del cabello y ella también a mí.

 —¡Te acostaste con Rubén!— grito jalando su cabello, ella responde de la misma forma y las dos chillamos.

 — ¡Claro que sí, pero fue hace mucho tiempo!—  exclama y yo le pellizco una teta, ella jadea del dolor y me suelta una patada en el estómago—¡Auch, Ana, auch! ¡Duele!—berrea cuando le vuelvo a jalar el cabello—¿¡Cómo coño te enteraste!?

  — ¡Encontré tu puta blusa rosa, la bonita!— grité pateándola, ella cayó de espaldas de la cama y yo me lancé a ella y volví a cogerla del pelo— ¡Se supone que eres mi puta mejor amiga! ¡no se supone que te acuestes con los chicos que quiero y me gustan!

  —¡Estás loca, Ana, suéltame ya!— jadea  dándome un puñetazo a la cara, yo caigo a su lado y ella aprovecha para subir encima mío, me suelta un golpe en la nariz y yo chillo, la cojo del pelo y la quito de arriba de mí aprovechando que soy más alta y grande que ella y de nuevo subo encima de ella, le suelto un golpe en la boca y ella grita. 

  — ¿¡Por qué lo hiciste!?—  pregunté soltándole un golpe en la pierna.

— ¡Por que fue antes de que me confesaras que te gustaba!—  exclama—  Cuando me dijiste, yo rápidamente corté toda comunicación con él, ya ni nos hablamos, Ana... auch, el labio me sangra.

  Siento que también me está saliendo sangre de la nariz, me quiero limpiar, pero no cedo ante mi agarre y vuelvo a soltarle otro golpe.

 — Además, yo ya tengo novia, ¿por qué coño me seguiría acostando con Rubén?— me pregunta— Ana, te juro que sólo follé con él como tres veces, no fue nada. Yo y él somos así, sólo es sexo, sin sentimientos, no somos como tú, tú te enamoras de todo el que te ponga atención, nosotros no.

Furiosa porque haya dicho eso, le solté otro golpe y ella dijo:

— ¡Joder, ya para! Es la verdad, lo sabes, tú eres muy emocional y nosotros no, perdón si te dolió enterarte así, te lo quería decir desde la vez que me contaste que te besaste con él y estabas súper ilusionada, pero no pude, Ana, te juro que quise decírtelo.

  Sé que dice la verdad, la conozco, se ve arrepentida, así que la solté y me tiré al lado suyo, las dos nos quedamos calladas, viendo a la nada, pensando.

  — Perdón por acostarme con el chico que amas  —  soltó ella.

— Perdón por llegar de la nada a golpearte— solté yo limpiando la sangre de mi nariz con mi mano.

 —Meh, mejoraste mucho los golpes desde la última vez que nos peleamos así— dice con tono divertido y yo sonrío un poco.

(...)

Estaba a punto de salir de mi turno en la tienda, tenía una cita de trabajo mañana y quería comprar ropa o algo elegante y bonito para dar una buena impresión, era de secretaria pero algo es algo, necesito dinero para pagar el alquiler, mi comida, el agua, la luz, el internet y muchísimas cosas más, además, mis ahorros no me durarán toda la vida.

Me despedí de Yami y ella de mí, me había preguntado que qué me había pasado en la cara por los moretones que tenía, al principio no supe qué responder, sólo le dije que me había caído. Fue la respuesta más estúpida del planeta, ella no se veía muy convencida pero al final me creyó. Eran las 6 de la tarde, así que caminé a mi piso para recoger dinero e ir rápidamente a un centro comercial y comprar la ropa. No me tardaría mucho, sólo escogería una falda de tubo, una blusa o camisa y quizás unas medias.

Al llegar, resoplé, gruñí y quise correr al encontrarme a Rubén esperándome en la puerta de mi piso, genial. Al verme, me saludó con su mano y yo caminé hacia ahí sin hacerle mucho caso y saqué las llaves de mi bolso

  —¿Queé te pasó en la cara? ¿estás bien? ¿quién fue?—  preguntó tratando de verme más de cerca y yo bufé, como si de verdad le importase... 

Al abrir la puerta de mi piso, me metí y cerré la puerta en su cara, no quería hablarle, no tenía tiempo y mucho menos ganas. Pero tocó el timbre y la puerta tantas veces que chillé desesperada, ¿qué hice para merecer esto? 

¿Acaso en otra vida fue hitler? ¿O un soldado nazi? porque de otra forma no me lo explico, de verdad.

Recogí el dinero y salí de mi piso, él lucía molesto pro haberle cerrado la puerta en la cara pero no me importaba.

  — Ana—  me llamó enfadado y yo caminé hasta las escaleras, ignorándolo— ¡Ana!—  gritó cogiéndome de la cintura y pegándome a él, quería subir la puta rodilla y darle en donde más le duele, pero me contuve— ¿¡Quién te ha golpeado!? Quiero que me contestes y te comportes como una mujer adulta y no como una niña ignorándome, ¿me has oído?

  — ¿A ti qué coño te importa?— le pregunté soltándome de su fuerte agarre.

  —Ana...— siseó molesto.

— Para empezar, ¿Qué haces aquí? ¿No que no querías nada más conmigo? ¡mejore vete a follar a otra de mis amigas, eso lo haces de puta madre!

Se quedó callado y yo sonreí enfadada, era como un tick nervioso o algo así, parezco puta cruela de vil pero no me interesa. 

  —Sólo quería venir a hablar contigo, he estado pensando bien lo que pasó, y soy un idiota, Ana, quiero estar contigo y...

— Pero yo ya no quiero nada contigo, déjame en paz o llamaré a la puta policía, ¿me has entendido?—  le pregunté girándome para irme pero de nuevo pero otra vez me cogió de la cintura y me volvió a pegar a él.

  — ¿Llamarás a la policía?—  preguntó con tono burlón, yo asentí, él y yo sabíamos que no era verdad pero me molestaba que yo no fuese capaz de eso sólo por quererlo, él rió un poco—  En serio, Ana, tenemos que hablar, te invito a cenar y hablamos como adultos, ¿qué te parece?  

— Tengo cosas que hacer, Rubén, no todo el mundo gira al rededor tuyo y siempre está a tu puta disposición, ¿por qué nunca lo puedes entender, puto egocéntrico de mierda?—  le pregunté llena de ira por cómo me cogía fuertemente de la cintura, para no dejarme ir.

 — Vale, te acompaño a donde tengas que ir— dice y yo chillo desesperada, no quería que me acompañara a comprar ropa, no quería verlo, no quería nada con él ya.

 —  Rubén, basta por favor— pido— Sólo déjame en paz. Un día me gritas diciendo que no me quieres volver a ver y al otro me pides perdón y me dices que quieres estar conmigo,  otros días estás tan frío conmigo y al otro eres súper cariñoso y comprensivo, un día estás aquí, y otro día estás allá, un día te intereso y al otro no. No te entiendo, de verdad, no puedo y me frustra.

 —Por eso quiero hablar contigo, quiero explicarte, quiero que me perdones por ser así contigo, Ana... 

Lo miré a los ojos, se veía tan triste... tan arrepentido...  y no pude evitar aceptar.

 ¿Por qué coño soy tan imbécil?

Set me free (rdg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora