Capítulo 17.-Holy Grial.

14.5K 762 97
                                    

Terminé de medio pintar mi departamento y sonreí de lado, creo que me había quedado bien. Es lo mejor que pude hacer con una pintura tan barata y además rebajada para que alcanzara para el salón entero y el pasillo. Suspiré agotada, ¿por qué será que siempre que me enfado o sufro me pongo a limpiar y básicamente a ser súper productiva? 

Empecé a quitar las hojas de periódico del suelo para que no lo manchara y las eché a la bolsa negra de basura que estaba casi a reventar por tanta limpieza que había hecho en el piso, casi a fondo. 

Arrimé el sofá que me habían regalado los padres de Mylene y sonreí, era rojo fuerte, intenso, casi sangre. Se veía tan tosco que me encantaba. Era brutal. Re acomodé los pocos pero preciosos muebles que había comprado con mis ahorros y al finalizar con todo, sonreí, se veía como un hogar, como mí  hogar. Mío

Me metí a la ducha y me deshice de todos los rastros de pintura de mi piel, me quedé un rato disfrutando del agua y después salí y me puse la pijama, vería alguna película que me había prestado Mylene porque los técnicos del Internet vendrían hasta el próximo Martes. Y el wifi del vecino que me estaba robando para recibir mensajes en mi móvil, no era el mejor, la verdad.

Jamás me había sentido tan sola y... no lo sé, aislada. Extrañaba la compañía de las personas, de alguien, de quien sea...   

(...)

Me había quedado dormida en el sofá, noté que había despertado por el chirriante sonido del timbre de mi piso, rápidamente me levanté y caminé a la puerta para saber quién era. Pude notar a un hombre alto, delgado y con una camiseta que reconocía casi a la perfección; Era Rubén.

Le abrí y lo dejé pasar de muy mala gana y él no dijo nada, lucía... ¿arrepentido? ¿avergonzado, quizás?

  — ¿Qué pasa, Rubén?— pregunté y él, sin preámbulos, contestó:  

  — Quiero pedirte perdón, por todo.

Me encogí de hombros y lo invité a sentarse en el salón, él asintió y me dijo:

  — Te quedó muy linda la decoración del piso.

  — ¿Pedir perdón por qué?— pregunté sin hacerle caso al comentario anterior dicho— Tienes razón, podemos estar con quien queramos. Sólo somos amigos con derechos. 

  — Sí... lo sé, pero me refiero a lo de Sarah—murmura— Y también por acusarte de que me usas por sexo, cuando no es verdad.

—Eso ya no importa, Rubén— comenté sin darle importancia al asunto— Aún así, sí, te perdono.

— Gracias— me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa, por un momento nos miramos sin soltar ni una sola palabra, como si no fuese necesario hablar y todo lo dijéramos por nuestra intensa mirada. 

  — Entonces... ¿eso es todo?— pregunté sin pensar. 

 —No, quería invitarte al cine, ¿qué te parece? 

  Suspiré sin saber qué decir o cómo reaccionar, estaba agotada y dolida, pero a la vez quería estar con él todo el puto tiempo. Que asco de verdad, parezco un globo deseando estar con un puto cactus para que me haga daño.

  —Muy bien— asentí— Deja me visto adecuadamente, ¿vale? 

Él asintió y yo le dejé entrar, le dije que se sentara y él lo hizo, rápidamente corrí a mi habitación y frustrada porque toda mi ropa seguía en cajas, traté de arreglarme lo mejor que pude. Puse un poco de rimel y labial en mi cara y sonreí en el espejo, me veía bien. 

Salí de mi habitación y lo vi entretenido en su móvil, me paré en frente de él y le dije:

—Ya estoy lista.

Él alzó la vista, me sonrió y asintió.

(...)

Al llegar al cine, entre risas y estupideces que hacía él para hacerme reír,  él insistió tanto en pagar todo que no pude evitar rendirme y aceptarlo, elegimos la primer película que vimos, lo que queríamos era divertirnos y pasar tiempo juntos.

Era algo tarde, la sala de cine estaba bastante vacía, había una señora mayor en los asientos de frente junto con otro señor y otras 2 personas 3 filas detrás de ellos. 

  —Ten cuidado de no caerte— reí al ver a Rubén casi correr escaleras arriba, yo no podía seguirlo porque tenía las palomitas y el refresco pero me estaba descojonando al verlo hacer el subnormal.

 Al llegar a nuestros asientos, bastante alejados de las personas de abajo, que por lo visto iban a ser las únicas de la función. Nos sentamos juntos y hablamos un rato en voz baja en todos los comerciales aburridos, cuando comenzó la película, la vimos hasta que a mitad de ésta, que por cierto era malísima y completamente aburrida, sentí su mano rozar mi muslo y reí nerviosamente, ¿qué coño está haciendo?

Recorrió mi pierna de abajo a arriba, no sé cómo pasó ni por qué lo hice, pero en automático abrí más las piernas, deseando más, queriendo más, incitándolo a más y suavemente posó su mano en la parte inferior de mis muslos. Creo que fue una grandiosa idea ponerme ésta falda, porque metió su mano en el interior y acarició mi feminidad una y otra vez, torturándome, haciendo que callara los ínfimos jadeos que estaba por soltar. Estaba mojadísima, quería, deseaba, anhelaba que me tocara, que me follara, que me hiciera de todo.

 Por alguna razón estar en un lugar público sólo hizo que todo se volviera mejor, era el peligro constante de que nos descubrieran el que hace que me sienta tan... de alguna forma, traviesa. Era evidente que no podíamos follar aquí, pero de alguna forma, tocarnos, sí. Así que coloqué mi mano sobre su erección y acaricié una y otra vez, tratando de no soltar más y más jadeos por sus caricias. Él estaba igual, trataba de controlar su respiración, controlarse, pero le costaba bastante y le costó muchísimo más cuando decidí abrir su cremallera y meter mi mano, el tacto de su miembro con mi mano lo hizo soltar un pequeño jadeo, sonreí. Rodeé su miembro con mi mano y en un va y ven lo empecé a masturbar, primero suavemente, lento, y cuando sabía que estaba perdiendo la cabeza, empecé a hacerlo más rápido. 

Cuando supe que se iba a correr, para que no gritase y todos supieran qué estábamos haciendo, lo besé, el me siguió el beso mientras seguía tocándome bajo la falda y yo no pude evitar jadear. Cuando escuchamos que la película había terminado, yo me alejé de él,  con la respiración agitada y más mojada y deseosa que nunca, él rápidamente abrochó su pantalón y ambos reímos un poco ante nuestra travesura y toda la situación en general. Parecíamos putos adolescentes. 

(...)

 Con desesperación, su labios buscaron los míos besándolos con un deseo y pasión insaciables, me noquea, me hipnotiza, me derriba cada vez que me besa de esa forma. Su lengua jugueteaba con la mía en una danza erótica y caliente, si cualquiera nos viera, podría confirmar que casi salían chispas de cada vez que estábamos juntos. 

Me había traído a su piso, estábamos caminando hacia su habitación, besándonos, tocándonos, sintiéndonos. Me desnudé y ambos fuimos a su habitación, ahí él también se desnudó y me tiró a su cama, yo quería hacerlo lento, quería disfrutarnos, pero él al parecer no, porque me cogió de la cintura y se hundió en mí sin si quiera pensárselo. Chillé por ello, pero no dejó de ser menos excitante y satisfactorio, volvió a penetrarme, una y otra y otra vez, y yo gritaba desesperada, no sabía cómo podía ser tan delicioso y placentero, no sabía como exteriorizar todo lo que me hacía sentir, no sabía cómo me hacía disfrutar tanto. Siento que se está volviendo muy importante en mi vida, y no quiero eso, porque sé que terminará muy mal. 


Set me free (rdg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora