Lirio pensó tanto en ese acontecimiento que al llegar al mercado apenas recordó a lo que había ido, compró un par de docenas de manzanas extras (recuerdo que a ella le encantan las manzanas rojas) y el resto las usaría para una ensalada de manzana que tenía planeada.
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En su camino encontró a un niño hambriento, este la miró de una forma tierna y ella sonriendo le obsequió una manzana grande y bastante apetitosa, el niño agradecido con la chica salió a decir a sus padres la bondad de la chica. Los padres del chico le dijeron que estaba bien y que le presentaran a la chica para agradecer, sin embargo no la veían ni teniéndola frente a sus ojos, lo que le extrañó al niño y Lirio le sonrió diciendo que no había problema puesto que ella no era muy conocida por esa zona, por lo que sería probable que no la identificaran en la multitud de gente que pasaba, tranquila se despidió y se dirigió a su casa.
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