Única parte.

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Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen. Son creación de Masashi Kishimoto.

Advertencia: lemon hard.

Notas de la escritora al final.

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—¡Ahh! —Su pequeño cuerpo se estremeció ante tales embestidas y Madara tuvo que jalar su cabello para acallar sus gemidos en un ardiente beso. Después de todo seguían en las instalaciones de la escuela y el hecho de que algunos docentes o alumnos siguieran en los alrededores aún era probable, nadie mas que ellos tenía por qué enterarse de lo que se encontraban haciendo.

—¿Te gusta, Sakura? —Gruñó placenteramente y volvió a hundirse en su interior de manera dura.

—Mmm, aja. —Apenas y pudo contestar. Aquel hombre la hacía incapaz de formular palabra con cada uno de sus movimientos.

—¿Si? No te escucho, cariño. ¿Te gusta como te estoy cogiendo? —Llevó sus grandes manos hasta sus redondas nalgas y las apretujó al tiempo que, esta vez la embestia con más fuerza.

—¡Dios, sí! —Casi que gritó, se aferró aún más a los hombros masculinos y juntó su boquita rosada a aquellos ásperos labios.

Y es que él conocía sin pudor alguno cada parte de su femenino cuerpo, sabía qué hacer o cómo moverse para mandar al diablo su cordura y hundirla en el mejor placer del mundo.

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Sakura Senju siempre fue una chica poseedora de una inteligencia tan suprema como su belleza. A dónde sea que iba llamaba la atención con aquella sedosa cabellera rosada, esos brillantes ojos jade y, por supuesto, su personalidad tan carismática. Lograba envolver a quien sea con un par de comentarios. Siempre fue la favorita de sus maestros y su grupo de amigos la apreciaba por ser tan única. Los amigos de sus padres la adoraban por todas sus cualidades que no temía mostrar al mundo.

Pero entre todo este ambiente de favoritismo, sólo hubo una persona de la cual nunca consiguió su atención. El poco escrupuloso, taciturno y demandante Madara Uchiha. Desde que Sakura tenía conciencia, el hecho de ver a tal apuesto hombre alto, fornido, con cabellera larga y de un color negro como la noche, junto a un rostro retador e intimidante despertaron un interés y una atracción un tanto inocente; pues al final, ella tan sólo era una chiquilla y aquel joven hombre apesar de tener una muy buena relación con su padre, sólo iba a su hogar en contadas veces. Sin embargo siempre lo tuvo presente, causando un amor meramente platónico.

Madara estaba consciente de la existencia de esa chiquilla, después de todo, su exótico cabello rosa junto a aquellas explosivas risas que siempre veía y escuchaba respectivamente cuando iba a la residencia Senju, eran difíciles de ignorar. Y es que Sakura le pareció adorable, pero sólo eso, no tenía intención de crear un lazo con alguien que aún no tenía la capacidad de entender su pensamiento, y aún cuando Sakura entró a la adolescencia, él siguió sin prestarle atención.

Madara Uchiha era una persona sumamente influyente, él y su padre, Hashirama Senju, eran todos unos personajes por su conocida filantropía y diplomacia. Cosa que llevó al primero a ocupar el puesto de Director en la Universidad Autónoma de Konoha.

Para la pelirosa, la ignorancia del Uchiha comenzó causándole un berrinche, luego lo vio como un juego y después como una meta. Y, más tarde, cuando descubrió que había sido aceptada en la máxima casa de estudios universitarios del país, obtener la atención de su amor platónico se convirtió en una de sus prioridades.

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