Kapitel vier.

320 47 8
                                    

Los cambios comenzaron a notarse después de las primeras dos semanas de que ambos niños vivieran con el mayor, el se encargo de comprarle ropa a los pequeños Mikey cambio de opinión rápidamente respecto a la ropa de niña y en cuanto miro un vestido con un pequeño unicornio quisó todo, les compro todo lo que los niños quisieran o pudieran imaginar.

Las tareas comenzaron pequeñas, levantar juguetes del suelo, limpiar en donde ensuciaban, o a veces recoger su cama, pero las cosas cambiaron cuando se mudaron dejando aquel departamento, solo llevaron con ellos su ropa y los juguetes de los niños, ya tenía todo estratégicamente planeado, trabajaría desde casa, nadie los molestaría en medio de una zona boscosa y tampoco nadie escucharía los gloriosos cantos de terror de sus pequeños ángeles. La casa era demasiado grande para tres personas, y el sótano era demasiado grande. Frank les había comprado materiales adaptados para su pequeño cuerpo, materiales para hacer el aseo, pequeñas escobas y demás, se dio cuenta de la habilidad que tenia Gee para la cocina así que el fue el encargado de cocinar, así es, ¿Se lo pueden imaginar? Para el castaño era todo un deleite mirarlo solamente con su delantal puesto y en la cocina, su trasero de niño regordete, pálido con tintes rosados, gritaba ser jodido ya, mientras que el pequeño Mikey se movía de aquí a allá con sus pequeñas medias, por que debían portarse bien si querían usar su ropa el resto del día, o querían dormir en sus cómodas camas.

Presente.

El mayor se encontraba trabajando en su estudio estaba ya algo estresado las cosas no salían bien últimamente, apago el laptop y con sus manos hizo hacía atrás su cabello, la puerta fue abierta y cuando miro en dirección a esta miro al pequeño niño de ocho años parado de puntitas para abrir la puerta estaba con su delantal sucio y su correa de cuero mal acomodada posiblemente la quiso quitar.

- ¿Acaso no te he dicho que toques antes de abrir?- Dijo el castaño en un tono de voz duro, el cual hizo al menor sonrojar.

- S- sí, daddy... Pe- perdón...- Dijo el menor.

- ¿Qué quieres?- Toda amabilidad de un principio se había esfumado.

- Ya preparé el desayuno...- Dijo el menor.

Frank se puso de pie y camino hasta su niño, se puso de cuclillas al estar frente a el, y acomodo su correa, mirando la expresión de incomodidad del menor.

- ¿Intentaste quitarla?- Pregunto el mayor mirándole frio, el menor solo negó.- ¿Sabes que daddy odia las mentiras, verdad?- Susurro cerca muy cerca de su rostro y palmeo con duereza una de sus mejillas.

Lo peor de cualquier cosa, era que aquellos niños ya estaban enamorados de aquel sádico.

Y el amor puede destruir todo, familias, por ejemplo.

Puppy, Kitten, and Daddy. | Frerard.| | Frikey. |Where stories live. Discover now