En marzo luego de la gran polémica que pareció causar la noticia de los talleres todas hablaban de ellos y que querían meterse a todos pero que les saldría caro si lo hacían... todo lo que hablaban era sobre los talleres, de quienes estarían en los talleres juntas y por mi parte me sentía rara con respecto a eso, a mí no me llamaron la atención en absoluto, para ver estaban en todo, pero para practicarlo, no tanto.
Debo admitir que me gustaba bailar, pero tenía dos pies izquierdos cuando se trataba de aprender coreografías, detestaba eso y me costaba mucho. Otra desventaja era que los jueves habría que quedarse más tarde de lo normal para participar en esos talleres y obvio, era obligatorio participar mínimo en un taller...
Todo lo que implicaba estar en un taller yo lo veía desventajoso, ya sea por el tiempo, esfuerzo, aparte de tareas diarias estaban los talleres y simplemente no me entraba en la cabeza el querer participar.
Así pasaron dos semanas completas, hasta que llegó el mero día de la elección de talleres. Desde que entré al salón de madrugada con las pocas que estaban los comentarios sobre ellos no cesaban. Todo era sobre talleres, yo simplemente me hacía la de oídos sordos y no comentaba más lo que ellas ya sabían «No iba a participar en los talleres porque me parecía una pérdida de tiempo y energía» algunas intentaron convencerme pero fue en vano, otras pretendían obligarme según lo que decía el reglamento sobre la participación en los talleres y casi caigo en sus sobornos, pero encontré el atajo perfecto. Yo amaba el deporte y estaba basketball y football, mejor salida que eso no había.
Por un momento creí que tendría que participar en los talleres y pude quitármelos de encima participando en los deportes. Me apunté en ambos deportes y me sentía entusiasmada, pero a mis compañeras pareció valerles en absoluto lo que yo había elegido, y me sentí excluida de nuevo.
El día aún no acababa y en el recreo iba pasando por el patio central junto a Sofia, Michi, Janeth y Viviana cuando vimos que estaban poniendo una pantalla plasma y conectando la computadora entre otras cosas para que pudiéramos ver un vídeo de como aprendernos una coreografía para ver si podíamos quedarnos en el taller que queríamos. «Todavía con eso»
Se juntó un grupo bastante grande de chicos que se pusieron en filas llenando toda la cancha y una maestra subió a la tarima, tomó el micrófono y saludó a todos.
-Hola chicos! Cómo está el espíritu Cambridge?! -gritó y recibió a cambio muchos gritos y silbidos de parte de los jóvenes parados allí. -¿Están listos para intentar hacer la rutina que está en pantalla? -Todos gritaron eufóricos como contestación. -Bien, veo que algunos ya habían empezado a intentarlo, veamos cómo lo hacen.
Cuando menos lo esperé Michi, Sofia, Janeth y Viviana ya estaban intentando hacer los pasos y Sofia me hacía señas para que me acercara a intentar.
Lo pensé un momento, estaba consciente que el baile no era lo mío, pero no pensaba o no quería quedarme fuera de eso. Me puse al lado de Sofia y ella me volteaba a ver mientras hacía los pasos y me motivaba con la mirada a intentarlo.
Comencé a moverme, creí estarle tomando el ritmo cuando mis compañeras se me quedaron viendo y se empezaron a reír, sentí como me ponía roja, así que exageré los pasos y los hice parecer burla y comenzaron a reír de mis tontadas pero a la maestra que dirigía la coreografía no pareció agradable mi baile improvisado y me llamó la atención desde el escenario.
-Señorita, si a usted no le interesa aprender la coreografía retírese, no le quite el tiempo e interés a sus compañeros.
Todos se callaron y permanecieron serios, me di la vuelta y me dispuse a encerrarme en el aula, sentí que había hecho el ridículo. Y justo cuando las lágrimas iban a empezar a brotar Erne estaba saliendo de nuestro salón.
-Daphne, no puede estar aquí arriba, todos deben... ¿Qué pasa, todo bien? -Se agachó para ver mi rostro y no pude evitar dejar caer dos lágrimas y luego sonreír.
-No, no pasa nada, no se preocupe, me iré abajo, allí nos vemos... -Me giré dispuesta a bajar corriendo las escaleras y él me tomó del hombro. «qué pesada es su mano»
-Daphne, si algo anda mal no importa que no me lo diga a mí pero sería bueno que no se lo quede usted.
Cuando dijo eso me dieron ganas de estallar en llanto por la frustración que sentía al no ser el centro de atención, al no poder involucrarme en los talleres por el hecho de odiarlos y no sé qué pasó en ese instante que mi boca se movió sola.
-Odio esos estúpidos talleres y no sé como le dan tanta importancia a algo tan ridículo y de mal gusto y no quiero ser parte de ello, pero siento que al no serlo no valgo como persona, o por lo menos me hacen de menos.
Teacher Erne me vio desconcertado por un momento y luego me vio con un semblante muy serio y me dijo -Ay Daphne, no llevo mucho de conocerla pero puedo asegurar que usted vale mucho y que nadie puede hacerla sentir de menos más que usted misma y los talleres no son del otro mundo, hay tanto tema de conversación que porque ahorita eso es la sensación y a usted no le gusta no quiere decir que no la quieran, sólo que es un tema que usted no quiere tratar y es usted quien se hace a un lado.
No sabía como pero había logrado dar en el punto clave, que sabiduría la de ese hombre y como si nada hubiese pasado me reí porque era yo quien se alejaba y entendí que no era yo, sino el lugar que no se acoplaba a mí.
-Ja, no lo había pensado de esa forma, supongo que tiene razón, gracias Teacher Erne.
Preseguí a quedarme en las bancas que estaban afuera del patio y comer mi refacción.
---------------- Narra Ernesto ----------------
Cuando vi a Daphne llorar me sentí mal, a como la veía en clase era muy diferente a como la vi en ese momento, tan frágil y no cabía en cabeza que fuera tan fría, dura y a la vez tan feliz en clase y una cosa tan relevante como los talleres la hiciera llorar.
Cuando la vi bajar las gradas supe que ella no muestra su debilidad y hasta cierto punto agradecí la confianza que me dio una niña tan rebelde y autodependiente. Qué niña por Dios!
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Luego de que el recreo terminara quise cambiar mi actitud y efectivamente funcionó, me sentí un poco más cómoda cuando ponía un tema de conversación por mi cuenta, bromear con las patojas era de lo mejor, y no podía dejar de pensar en lo que Erne me dijo, era tan lindo conmigo, aunque sabía que era por educación su atención hacia mí me reconfortaba.
En el último período todas andaban como locas cambiándose y repasando la coreografía y efectivamente nos tocaba con Ernesto y sólo veía su risa burlona por los intentos fallidos de las patojas y después que tocó el timbre Diana se quedó de último como siempre pero de igual forma intenté acercarme a Erne cuando Diana decidió empezar a hablarle y solté un bufido y me retiré. Bajé las escaleras, me despedí de las chicas que se quedaron a dar la prueba de los talleres y me fui a casa a descansar.
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#NoCreas Todo lo que Dicen
Teen FictionEnamorarse de joven es algo complicado, más cuando es prohibido.