Parte 2

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Al llegar la noche ya estaban en el barco rumbo a su país del cual deseaban nunca haber salido, esperanzados en encontrar a sus seres queridos con vida. Cuando llegaron a tierra firme fueron trasladados a un hospital para una revisión detallada de su estado de salud. Estando en el hospital se enteraron que ellos habían sido los únicos sobrevivientes del naufragio del barco en el que iban.

¿Ahora qué hago, dónde voy?, esas eran las preguntas que cursaban por mi mente, ahora que no tengo ni madre, ni padre, ¡me he quedado sola!, no soy tan fuerte, tengo miedo, ahora prefiero estar en la isla con el señor triste y el viejo gruñón.

Desde que me enteré que no volvería ver más a mi Mery, no he salido de esta habitación fría y sin sentido, aunque las enfermeras me obligan a comer pero en mi estomago se hace un nudo impidiendo el ingreso de alimentos en mi cuerpo, siendo sincero lo único que quiero es morir para hacerle compañía a mi amada. Hoy hay luna llena y su luz entra menguada por la ventada del cuarto de hospital, la verdad no podía dormir de tanto pensar en mi esposa, como a mitad de la noche escuche la puerta abrirse luego unas pequeñas pisadas se acercaban a mi cama y poco segundos después sentí a alguien recostarse a mi lado, era el pequeño monstruo, no dije nada solo deje que durmiera.

- Abuelo me puedo quedar contigo, sabes no tengo a nadie y tengo miedo de lo que me vaya a pasar, ¡no me dejes sola! Rogaba la pequeña con las lágrimas en el rostro y la voz quebrada por el llanto.

El viejo se volvió y abrazó a la pequeña mientras le decía, – No te preocupes pequeña, yo cuidaré de ti, tú serás mi nieta y yo seré tu abuelo. La pequeña poco a poco fue calmando su llanto gracias al consuelo de su abuelo, mientras el anciano se hacía la promesa a sí mismo y a Mery de que cuidaría de la niña sin importar las circunstancias, esa niña era ahora su nueva razón para luchar y seguir viviendo, él aprovecharía esta nueva oportunidad para hacer las cosas bien.

Cuando amaneció ellos desayunaron juntos, estaban en el jardín del hospital platicando de cosas, durante la plática el viejo se enteró que su nieta se llamaba Alexandria, según la niña su padre tiene el mismo nombre que su padre o al menos eso le decía su madre, el anciano se sorprendió de las casualidades de la vida, su hijo se llamaba Alexander igual que el padre de la pequeña.

- Pequeño monstruo, viejo, es sorprendente verlos juntos.

- Desde ahora Alexandria es mi nieta y yo su abuelo, claro tengo que hacer el papeleo correspondiente, pero no creo que me tarde mucho tiempo en eso, ya que mi pequeña es huérfana ahora. Y dime ¿Qué harás en cuanto salgas del hospital?

El hombre dio un largo suspiro mientras miraba a la niña, - Aún no lo sé, pero quiero visitar el lugar en el que vivía con mi mujer y ver si aún están ahí y si ya no hay de ellos, pensaré que hacer aunque sin ellos ya no me queda nada más.

- Puedes contar con nosotros siempre, si no tienes a donde ir puedes venir con nosotros.

- Gracias viejo, pero dime tu nombre ya no quiero decirte más viejo.

- Mi nombre es... (No pudo terminar de hablar ya que fue interrumpido por una de las enfermeras que le llamaba)

- Señor Sanders ya es ahora de su revisión por favor vuelva a su habitación por supuesto que la pequeña Alex lo podrá acompañar, el abogado que solicitó también lo está esperando.

Tanto el anciano como la niña se fueron con la enfermera sin decir más nada.

Mientras que Alexander se sentaba en una de las sillas del jardín y pensaba que era mucha coincidencia que el viejo tuviera el mismo apellido que él y el de su padre, además no sabía porque pero el señor Sanders le recordaba a su padre, aunque después del accidente no recordaba muy bien lo que fue su vida antes de conocer a su amada Charlotte.

Meses han pasado desde que el abuelo y su nieta de siete años salieron del hospital, ahora la pequeña es oficialmente su nieta, desde el hospital no ha vuelto a ver al hombre que le había salvado la vida en la isla y al que ahora le hubiera gustado conocer un poco más o al menos saber su nombre.

- Mi pequeña, me dirías como se llama tu madre, siempre me hablas de ella pero aun no me has dicho su nombre. Preguntó con curiosidad a nieta mientras caminaban por el parque.

- Mi madre tiene un nombre muy bonito (dijo con emoción la niña), su nombre era Charlotte Sanders, por eso yo tengo el mismo apellido que abuelito, mi mamá y yo tenemos el apellido de mi padre, aunque antes de casarse mi madre tenía otro apellido algo así como fister. Respondió con un tono algo confundido.

- Dime acaso tu madre antes de casarse se llamaba Charlotte Fisher. Dijo con intriga.

- Sí, así mismo.

Él se acercó a la pequeña y la miró directamente a los ojos, eso ojos azules como el mar muy similares a los de su Mery y a los de su hijo, una pregunta se formuló en su cabeza pero decidió olvidarla porque no importa la respuesta de esta la niña frente a sus ojos era su nieta y nada más le importaba, la abrazó con amor fraternal, ella le devolvió el abrazo con el mismo amor.

- ¡Mira!, abuelito. Dijo mientras señalaba a un hombre a lo lejos. - ¿vamos a saludarlo?

- Sí, vamos.

Y ambos caminaron hacia donde se encontraba él.

FIN    

Aquella NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora