John

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Lo veía.

En sus ojos.

Me alcanzaba un sólo segundo para darme cuenta que sus ojos me estaban pidiendo ayuda, reflejaban toda su tristeza y soledad. Ella no estaba bien, Amelie ya no era la misma, la que yo solía conocer.

Dónde habrán quedado todas esas sonrisas que regalaba en los días soleados y grises, ahora se había convertido en algo falso, alguien que ya no podía demostrar lo que sentía; la habían roto.

No mantuvimos mucho contacto durante los meses siguientes, ¿vacaciones?, nos habremos visto como máximo tres veces cuando decidíamos juntarnos junto con Quinn. Era inevitable no pensar que nos estábamos rompiendo, yo estaba muy cansado, agobiado, y ella necesitaba de su espacio para darse cuenta y caer en su propia realidad; ver bien con sus ojos como su vida había cambiado ese último tiempo.

Hablábamos, muy poco, a veces podía darme cuenta a través de un mensaje suyo que escribía en lágrimas, tenía miedo, no quería perder a nadie más. Me repitió eso una y otra vez, me pidió consejos, le di contención las veces que pude, pero mucho no pude ayudar. Ella era lo contrario a mí, yo no sabía como decirle que estaba mal, ni siquiera podía contarle lo que me pasaba, no porque no confiara en ella, sino porque ya me había encerrado tanto en mí. Yo también había cambiado y ella se había dado cuenta de eso.


Un día de febrero, recibí un mensaje bastante diferente de su parte que me preocupó muchísimo. Amelie no era de darme sustos, mas bien, yo era el que se los daba y hacía varias bromas pesadas; ella no era así, se iba por lo poético y nunca podía comprender lo que escribía, quizá algún día me explicase que quiso decir.

"Gracias por tanto, sabes que te aprecio de verdad. Me siento tan frágil y rara, mal y no sé por qué. ¿Qué hice?, ¿a quién dañé tanto?"

Decidí no contestarle ese día, lo único que hice fu dirigirme hacia su casa. Nunca lo había hecho y tampoco sabía el por qué, pero los instintos de Amelie la llevaban a hacer cualquier cosa.

Cuando llegué a su casa me llevé la sorpresa de no encontrar a nadie. Amelie no estaba y me dejaba con total intriga; no sabré nunca que quiso hacer ni que quiere decirme a mí.

La pregunta que rondaba mi cabeza era qué iba a ser de todo lo que pasó, mi hermanita ya no estaba y no sabía donde encontrarla, ni si lo haría alguna vez.

Qué será de ella, que será del resto y de todas las cosas que pasaron.


{...}


Cerca del comienzo de otoño, pero no exactamente en esos días, me había decidido finalmente y me grabé tocando la guitarra. Comencé a mostrar el vídeo a mi familia  y a mi entorno, pero nadie sabía valorarme como lo hacía Amelie, ella aprendió a tener la paciencia necesaria para enseñarme y verme una y otra vez fracasar, alentándome a seguir. Subí el vídeo a una red oculta, que nadie más que a las personas a las que me dirigía podrían ver, tenía vergüenza y no lo podía contener. Así fue como un día, de repente, recibí un mail, una invitación a participar en una banda. Probablemente en otro día de mi vida hubiera dicho un si rotundo, pero ya no me sentía seguro. Lo dejé pasar, uno, dos, tres días y una semana, hasta que trascurrió un mes entero, fue entonces cuando comencé a recibir mensajes y notas anónimas dándome aliento. Finalmente decidí aceptar. Aquel fue el comienzo de mi nueva vida, el que iba a comenzar a recorrer solo, pero no como creía,  nunca estuve solo, a pesar de sentirme así, ella había estado junto a mi todo este tiempo y nunca me había dado cuenta.



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⏰ Última actualización: Sep 13, 2017 ⏰

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