Bajando del auto, sonó la campana de entrada. Antes de ir al aula, voy a dirección para que me den mi nuevo horario; tengo libre los viernes, es una suerte, ya que esto quiere decir que me va a quedar más tiempo para ensayar con el piano. Cuando entro a clase, espero un momento en la puerta para guardar el horario en el bolso, un hombre poco amable, pero atractivo, me golpea por la espalda y sin siquiera volver a ver o disculparse toma asiento de una vez, yo enojada me siento poco después de él. Lo observo para ver si encuentro una manera de vengarme, pero mi plan no da resultado, es un chico apuesto, de eso no hay duda, cabello café, ojos verdes y en ellos hay una mirada tan triste que parece que va a llorar todo el tiempo, pero a su vez contienen un brillo impactante, que emite un efecto de paz, pero que te envuelven tan fácil que cuesta volver a la realidad. Su piel es similar a la mía y usa el pelo corto, por otra parte, es sumamente bueno en el estudio, casi no habla, pero cuando lo hace siempre es para decir algo sumamente interesante respecto al tema y que te deja perplejo al instante en que lo hace. Finalizada la primera parte de la clase suena la campanilla que anuncia que es el recreo, el profesor me solicita a mí y a mi nuevo compañero "perplejidad" que nos quedemos un rato después de las lecciones, toma su jarra de café, bebe un sorbo y nos pide que nos retiremos. Como no tengo ningún amigo, me voy hacia el baño, una vez ahí retoco mi cabello, me paso un poco de delineador que traía en mi bolso y un poco de brillo labial. Estando frente al espejo, observo que alguien entra, una chica pequeña, más que yo, cabello lacio y corto por los hombros, vestía un hermoso vestido de flores al cuerpo que hacía que sus curvas resaltaran más de la cuenta, además llevaba puesto unos zapatos bajos de cuero, su boca estaba tan roja como una manzana y aretes largos con cadena al cartílago colgaban de sus orejas y le daban un afecto de mujer fuerte.
-Hola, eres nueva aquí ¿verdad? – Me preguntó
-Sí, le respondí, me llamo Selene, mucho gusto - ¿Se-lene? Creo que he escuchado ese nombre antes. Me llamo Bethany, Bethany Stewart.
–Bueno, no creo que hayas escuchado mi nombre, hoy es mi primer día aquí, así que es muy poco probable, fijo me confunde con alguien más. Y sí hay que dar apellidos entonces yo soy Selene Steel.
– No, no la cofundo con nadie, conozco a todas las personas de acá y nadie tiene este nombre suyo tan peculiar, ¿Steel dice? Claro, usted es la hija del hombre que desapareció hace poco y que supuestamente la culpable fue su esposa, ¡Eso fue un éxito en la tele! – gritó al final.
– Seguro- dije sin saber qué responder exactamente.
- ¡Ay no! Disculpa, no era mi intención, digo...fue una historia interesante, pero no del todo.
– Tranquila, respondí, no hay problema.
– Bueno, aunque en verdad que pena, para compensarte esto que acaba de pasar, ¿te gustaría almorzar conmigo y mi amiga que debe de estar esperándome con impaciencia a la par de mi hermano?
- De verdad no pasa nada, además no quiero incomodarlas.
- ¿Incomodar? Jamás, puedes estar tranquila y, por otro lado, eres nueva aquí, esta sería una buena oportunidad para que conozcas más personas y logres hacer nuevos amigos, además de mí obvio.
– Está bien, me convenciste, nos vemos en el comedor entonces.
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Zapatos negros
Novela JuvenilSelene Steel ha empezado sus clases en una nueva escuela, tras el accidente de su padre su vida se ha mantenido bastante tranquila, pero Mair no es como el lugar donde vivía. Después de encontrarse en paz por tanto tiempo, Selene sufrirá una serie...