Capítulo 3

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No estaba contento

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No estaba contento. Se podía ver por la forma en que tensaba la mandíbula y tenía el ceño fruncido.

Empezó a bajar las escaleras, sin dejar de mirarme en ningún momento. Al ver que su intención era dirigirse hacia mí, rápidamente salí de ahí e hice mi camino para la cocina.

Ster y Sebastian hablaban en la cocina animadamente, cada uno con un vaso en la mano.

-¿Quieres un poco? –dijo Sebastian, ofreciéndome su vaso.

-No –dije.

-¡Oh, vamos! –dijo Ster-. No seas aburrida.

A regañadientes acepté el vaso que me ofreció Sebastian y le di un sorbo a lo que sea que esté en el vaso.

Ugh, cerveza.

De la nada llegó un chico. Era alto, piel bronceada, pelo marrón, ojos azules y tenía tatuajes en todo el cuerpo.

-Hey primo, ¿me puedo ir contigo? La persona con la que me iba no podrá llevarme.

-Claro, no hay problema –dijo Sebastian-. Justin te presento a mis amigas, ella es Stella y ella es Lucía. Chicas, él es Justin.

-Hola –dijimos Ster y yo al unísono.

-Hola –nos dijo Justin a las dos, pero solo tenía ojos para Ster-. ¿Quieres ir a bailar?

-Claro –respondió Ster con las mejillas sonrosadas.

Esperen ¿Qué?

Esto es nuevo.

Ster y Justin se dirigieron a la parte de atrás de la casa donde la música retumbaba más fuerte.

-¿Un primo? –dije, dirigiéndome a Sebastian-. ¿Por qué yo no sabía nada de él?

Hasta donde sabía, Sebastian era hijo único de Ana y Armador Mickaelson, los dos eran dueños de una fábrica de electrodomésticos aquí en la ciudad. Su familia más cercana vivía a miles de kilómetros. Ellos de vez en cuando visitaban a su familia pero nunca había visto que su familia los visitara a ellos.

-Llegó ayer, vino a pasar una temporada con nosotros. Mañana empieza a estudiar en la preparatoria, irá a nuestro mismo curso.

-Oh, y... -no puede seguir hablando porque una chica llegó y se llevó a Sebastian a bailar mientras soltaba risitas tontas.

Perfecto.

Otra vez sola.

Me terminé lo que quedaba en el vaso y me serví más. Ya que no bailaría con nadie, mejor ahogaba mis penas. Al tercer vaso de cerveza, el sabor ya no era tan malo.

-¿Lucía? –preguntó una voz conocida.

¿mmm? –pregunté volteándome hacía la voz.

¿Qué estás haciendo? –preguntó Alexander una vez que lo logré visualizar, tenía el ceño fruncido mientras miraba el vaso en mi mano y la forma como me sostenía a la mesa.

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⏰ Última actualización: Oct 31, 2017 ⏰

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