Las mentiras de la señorita Walker

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Días después de aquel desafortunado encuentro con Liam Fernsby en el pueblo, Kirsten recibió una nota de Violet, en la que le extendía, una abierta invitación a su casa, como ya se había vuelto costumbre, sin embargo, en esa ocasión, a la castaña, no se le apetecía poner un pie en ese lugar y no porque no disfrutara de la compañía de su buena y fiel amiga, sino, porque la sola idea de encontrarse con la invitada de la familia, le desagradaba y ni siquiera comprendía el motivo del porqué aquello le molestaba tanto.

Lastimosamente, declinar la invitación, era una total descortesía y menos, no habiendo una excusa válida para hacerlo, además, Violet, se había vuelto una persona muy importante para ella y de verdad la apreciaba mucho, más que eso, se habían vuelto tan cercanas, que parecían hermanas.

El invierno estaba ya a la vuelta de la esquina, por lo que, el día estaba bastante frío, ventoso y nublado, así que se puso un bonito vestido celeste pastel de mangas largas y después de mediodía, partió rumbo a Goldenville, en uno de los carruajes de su cuñado. A medida que se acercaba al sitio, el estómago lo sentía revuelto, no iba tan contenta como otras veces y casi que le pedía al cochero que se devolviera, pero luego, la culpa la embargaba, ya le había confirmado su asistencia a su amiga ese día y no podía dejarla plantada.

—Kirsten, Kirsten, ¿qué diablos te sucede? ¿por qué te sientes así? —se riñó en voz baja.

Cuando el landó se detuvo en la entrada principal de la residencia, el corazón le dio un vuelco al divisar al caballero que llevaba varias semanas robándole el pensamiento. Estaba tan erguido, galante y apuesto, que no pudo controlar un suspiro involuntario que escapó de sus labios, así como tampoco, el rubor que cubrió sus mejillas y la extraña y ya familiar, sensación de falta de aire que la embargó. El cochero abrió la puerta y el objeto de su deseo, le ofreció su mano, sus miradas conectaron en cuanto sus pieles entraron en contacto y a su vez, Liam sintió como una especie de tensión y calor apoderarse de él, al verla tan preciosa y notar aquellos apetitosos labios rojos entreabiertos. Esa mujer comenzaba a preocuparle y ya le era bastante complicado, quitarle los ojos de encima

—Señor Fernsby—saludó ella con un rastro de timidez en su voz.

—Señorita Griffith—respondió él al saludo, haciendo una respectiva reverencia y le señaló el camino hacia el interior de la casa sin decirle nada más.

Kirsten avanzó un poco disgustada por su notable indiferencia y aquel sentimiento se acrecentó más, cuando al llegar al salón, a la primera persona que vio, fue a Angeline Walker. La bonita chica se levantó de su lugar y le sonrió, sin embargo, a la castaña, esa sonrisa le pareció de lo más falsa, pues era lo suficiente inteligente, para percibir el halo de hipocresía que la rodeaba.

Violet, quien estaba sentada tocando el piano, detuvo su asombrosa interpretación y corrió a saludar a su más íntima y querida amiga.

—Kiki—dijo muy emocionada, llamándola por el mismo mote, que Kate le había puesto—. ¡Qué gusto me da verte!

—¡Violet! ¡A mí también me da muchísimo gusto verte! —respondió Kirsten, con la misma emoción y cariño y a cierta joven presente, no le gustó para nada la confianza con la que ambas se trataban.

Las dos se abrazaron y por alguna extraña razón, aquel gesto emocionó un poco Liam, aunque no lo demostró.

—Señorita Walker—dijo luego la recién llegada, en tono cordial.

—Señorita Griffith—contestó Angeline con una elegante reverencia—. Es un placer volverla a ver.

—El placer es todo mío—mintió esta con educación.

Fascinante TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora