Has regresado

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Capítulo VI

Debido a la vestimenta que traía puesta y que lo hacía irreconocible fue muy fácil escabullirse a la aldea.

Caminó entonces con dirección a la torre del Hokage, sin detenerse siquiera a admirar lo cambiada que estaba la ciudad después de tantos años de ausencia.

Al llegar se detuvo breves instantes frente aquel edificio de color rojo y casi de inmediato subió la larga escalinata hasta la oficina del nuevo líder y al ver que no había nadie cerca, llamó a la puerta.

—Adelante— Escucho decir. Él se adentró a la habitación y advirtió al joven rubio. Lo recordaba vagamente pero estaba seguro de que era ni más ni menos que el Jinchūriki del nueve colas. Este estaba sentado al frente del escritorio, demasiado ocupado con montañas y montañas de documentos que debía revisar y firmar.

De pronto el sexto levantó la mirada para ver a la persona recién llegada. Traía un takuhatsugasa que le cubría una parte del rostro y una túnica de color negro. A simple vista podría tratarse de un monje pero viéndolo a detalle, esto no era así, definitivamente no.

—¡Itachi!— Naruto supo casi de inmediato que era el hermano mayor de su mejor amigo.

—Lord Hokage...— De repente el Uzumaki se puso de pie, acercándose al Uchiha.

—¿¡Qué estás haciendo aquí?!— Cuestionó alzando la voz.

—¡Alto! No vine a pelear ni a dañar a Konoha, después de todo aún sigo siendo fiel a mi aldea. Tengo mucho que decir y debe oírme Lord Hokage.— El ojiazul le observó interesado, entonces decidió darle la oportunidad de hablar, pero conservó su temple. Estaba a la expectativa debido a que podía atacarlo con un genjutsu, no olvidaba que la última vez que estuvo en la aldea había agredido a Kurenai con una ilusión.

—Te escucho...— Soltó al fin de algunos segundos.

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Hinata terminó de limpiar la casa de Sasuke y a esa hora ya le había preparado la comida. Era cuestión de minutos para que regresara de su misión.

Le había prometido ir a verla antes de entregar su informe al Hokage, pero el tiempo pasó sin que él se presentará. Se acercó a la puerta y lo vio venir a unas cuantas calles de la vivienda, de pronto aquel hombre de cabellos azabaches se detuvo y giró sobre sus pasos para alejarse de ahí con rumbo desconocido. Eso le pareció extraño pero pensó que probablemente había olvidado algo importante. Cerró la puerta y se dirigió a la casa de Sakura y Naruto.


Encontró a su amiga trabajando en el jardín, cuidando con esmero las flores y plantas medicinales que ocupaban gran parte de ese lugar.

—¡Sakura!— Llamó y levantó la mano en forma de saludó.

—Hinata, que gusto verte, pudiste venir...— Se incorporó del suelo, quitándose los guantes y el sombrero de jardinería. El delantal y parte de su rostro está cubierto con tierra, por lo que procedió a sacudirse.

—Veo que estás ocupada, tal vez debería venir más tarde...—

—¡No! Ya termine, ¿gustarías acompañarme con una limonada? Solo permíteme tomar una ducha— Le dijo mientras la invitaba a pasar.

—¡Si!— Respondió gustosa siguiéndola al interior y después dejándose caer en un sillón de la amplia sala. La pelirrosa se alejó, dejando sola a la chica de ojos perla.

Hinata observó detenidamente el sitio, estaba decorado sobriamente y lucia limpísimo. La estancia, el comedor y la cocina estaban conectados por unos arcos enormes. Suspiró... Anhelaba con el corazón tener su propia casa y vivir feliz con Sasuke y su padre. Se ruborizó de inmediato, ya que ella estaba enamorada de Itachi ¿o no?
Se regaño mentalmente, ya que aquellos dos hombres eran hermanos, además aunque el mayor de los Uchihas no regresara nunca, ella aún tenía el anillo que simbolizaba una promesa.

Cambio de planesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora