Tragedia

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Capítulo IX

El pequeño Sasuke caminaba en silencio, siempre detrás de su padre. Al Uchiha mayor no le produjo ninguna sorpresa porque sabía de sobra que había mentido para alejar a la ojiperla.

También sus lágrimas eran fiel prueba de ello.

—Sé que amas muchísimo a Hinata, pero debiste quedarte con ella. Siento que hayas visto esa situación...—

—No justifico que la hayas golpeado... Pero...—

—Debiste quedarte con ella...— Volvió a repetir, mientras se detenía. Entonces el pequeño soltó el llanto.

—Siempre quise tener a mi papá a mi lado y aunque mamá trataba de llenar tu ausencia, nunca pudo lograrlo...— El Uchiha se acercó a su hijo y se posición a su altura.

—¿Ves? La has llamado "mamá", sería injusto de mi parte alejarte de ella. Ven, volvamos a Konoha— Los negros ojos del muchachito se iluminaron al escucharlo.

—¡Si!—

—Pero ya no debes llorar, tienes que ser valiente— Ordenó.

—No lo haré más...— Al verlo tan felíz, Sasuke se dio cuenta de que no podía hacerlo, no podía separarlo de esa mujer. Amaba al niño, por supuesto que sí, pero en su corazón sabía que la verdadera razón por la cual decidió llevárselo fue por tener un tipo de "venganza" en contra de la Hyūga. Tal vez fueran los celos al verla con Itachi o el dolor de jamás volver a tener una familia.

Pensó que lo mejor que podían hacer era descansar un poco antes de regresar a la ciudad. Preparo la tienda y cocino un asado para el pequeño, quien devoró los alimentos y después de unos minutos se quedo dormido.

—Será difícil verla de nuevo...— Murmuró para sí mismo mientras arropaba al niño. Se puso de pie y se sentó frente a la hoguera que ardía vigorosamente. Unas cuantas horas más y estaría cerca de ella, tal vez en su boda. Aunque sentía que no podría soportar ver a su amada en los brazos de otro.



Los tres monigotes que le habían perseguido parecían muy amenazadores. Uno era alto y sobrepasaba a los otros dos, pero sus rasgos escapaban de su vista debido a la poca claridad que la luz de la luna otorgaba. Los ladrones le habían rodeado y en un instante se sintió torpe. Estar allí a merced de esos delincuentes fue algo con lo que nunca contó, y en su lamentación nunca sopesó los peligros que podrían haber más allá de los muros de la aldea.

—Una Hyūga sin duda— Se acercó uno de ellos mientras le aprisionaba con fuerza del brazo.

—¡Suélteme!— Con un ágil movimiento le apartó de un manotazo haciendo que el hombre retrocediera indignado. ¿Qué se creía esa mocosa? De inmediato trato de atacarla pero la velocidad con la que ella respondió lo dejo en arcadas tratando de recobrar el aliento.

—¡Tú!— No pudo reaccionar ante el peligro como hubiese deseado, ya que no activo su Byakugan a tiempo y eso evitó que estuviera alerta. Aquel tipo le propinó una fuerte patada en el estomago arrojándola a metros de distancia haciendo que impactará contra un árbol.

—Pobre idiota ahora tendrás un recuerdo de nosotros— El gigantón cruzo los brazos a la altura del pecho.

—N-no se acerquen— Murmuró débilmente, pues estaba a punto de perder el conocimiento. El tercero de ellos saco unas ampolletas de un bolso que traía ajustado a la cintura y se acercó hacia ella, comenzó a temblar e intento moverse pero algo se lo impidió.

Cambio de planesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora