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Hay que tomar las maletas; y ella se ubica para tomar la suya en la barra transportadora. ¡Qué suerte! ¡Es la primera en salir! Pero, no... pensándolo mejor no es bueno. Se sienta cerca de las demás personas que aún esperan su equipaje y se deleita observando.

¿Cuántas veces uno tiene la oportunidad de viajar en un avión y estar en un aeropuerto? Para Isabel eran escasas las veces. En realidad, con esa, solo eran dos veces en su vida. ¿De veras iba a desaprovechar esta rara experiencia de tal forma? ¡NO! ¡No podía hacerlo de prisa! Debía vivir y gozar cada minuto que tenía y disfrutar con las cosas más simples que tenía alrededor. Al fin y al cabo, no iba a "ganar" ¿Por qué no disfrutar un poco de este largo viaje y poder decir a sus allegados que había esperado una eternidad frente a la barra?

Cuando la última maleta salió el momento de magia se apagó, e Isabel salió del lugar para llegar a un inmenso espacio donde había centenares de personas, cada una con un destino diferente. Volteó a ver por todos lados y presenció reencuentros, personas que estaban tan atónitas como ella, niños llorando y riendo, ejecutivos ajetreados, turistas emocionados, musulmanes intimidantes y gente que estaba a gusto. Ni un cartel divisaba, ni una señal, ni nadie que pudiese estar esperándola. El miedo nuevamente surgió en su interior y pensó que se perdería para siempre en aquel aeropuerto y que jamás llegaría a su hotel, ni a su hogar. Pero un golpe de suerte se presenta (literalmente), pues su maleta, que estaba muy atravesada en la puerta de acceso, choca con un carro patrulla, y en el intento de retener su equipaje, Isabel sale disparada al suelo.

-¡Valla primera impresión!- escucha en un inconfundible y perfecto francés.

Ella no sabe que responder, porque aún se encuentra boca abajo en el piso. Al alzar ya la mirada nota que es un policía el que intenta ayudarla. Le agradece y le suplica que la ayude a encontrar algún modo de poder salir de esta situación tan incómoda. El hombre acepta, ya que es su trabajo y le pide que por favor le acompañe a registro, pues ahí es donde pueden socorrerla. Al llegar a la oficina, piden su pasaporte y el motivo de su viaje. Cómo se esperaba, todo está en regla, y ya que el concurso está en boca de todos los parisinos, la homenajean. Ya con más calma, Isabel se muestra de un excelente humor porque le dijeron que la llevaran hasta el hotel dónde se están registrando los demás competidores.

Su equipaje es puesto en un auto, y ella ingresa al vehículo. Entonces, comienza el mejor de los tours turísticos que alguien pueda pagar, solo que ella lo obtuvo gratis. Las calles, los edificios, los monumentos, la gente... ¡La Torre! Esa con que había soñado apenas hace unos minutos. Y volvió a pensar en su sueño. Ella no había leído o visto nada obsceno como para estar soñando eso ¿Sería su mente la única responsable de aquella fantasía? Un momento ¿Fantasía? ¡No! Imaginación... Si eso... imaginación. Era la única respuesta. No se consideraba una santa. Cosas "inapropiadas" había visto en su vida, como cualquiera. Pero no se consideraba deseosa. Al fin y al cabo, nunca tuvo novio o "amigos".

-Mejor dejarlo así. La ciudad es muy hermosa como para andar desperdiciando la vista en fantasías... ¡Cierto! Imaginaciones.-pensó.

Arribó por fin al hotel. Era realmente hermoso, pero sabía que los había mejores. El oficial le deseo la mejor de las suertes y le pidió su nombre.

-¿Por qué?

-Así podré decir que conocí a una de las competidoras.

Rieron los dos. El por el encanto, ella porque no creía que iba a decepcionar a ese hombre.

-¿Una foto...?- preguntó el policía.

-¡Claro! ¿Qué mejor forma de agradecerle?

Se despidieron con los dos besitos típicos (sin mencionar que cuando le dieron el segundo Isabel se extrañó pero recordó su experiencia con Miranda). Al entrar a la recepción notó que todo estaba decorado por lo del concurso y se sintió aliviada. Una chica le dio la bienvenida, e hizo que la acompañara a una mesa dónde pidió todos sus datos. Después le pregunta por su equipo y ella no supo que responder ¿Equipo? ¡Pero si había venido sola! La chica puso cara de preocupación y le dijo a Isabel que las personas que la atenderían en el certamen estaban esperándola en el aeropuerto. Su mundo dio vueltas y se sintió muy apenada ¿Qué haría ahora cundo su equipo llegase y la viese? Rodó la mirada y vio que la chica que la atendía estaba hablando por teléfono. Al regresar le dijo que se sentase y que esperase, pues se había comunicado con su equipo y dijeron que ya venían en camino. Obedeció y fue hasta un salón dónde percató que había más personas. Todos eran sus rivales. Una de las mujeres preguntó:

Él de Mayo. Ella de Noviembre.Where stories live. Discover now