Tú pelearás por su afecto. Tú te esforzarás por su atención. Tú matarás por conseguir su amor.
Por que siempre son ellxs quienes pelean por ti, ahora es tu turno...
¿Estarías dispuestx a todo por esx personaje? Es hora de comprobarlo...
Ibas arrastrando los pies. No te sentías ni con ánimos para huir de la lluvia que amenazaba con hacerse más fuerte cada vez.
Sentías como algo se había quebrado en tu interior. Nunca antes te habías sentido tan mal. Era terrible.
Sacudiste tus entumecidas manos, regresándolas lo más rápido posible a tus bolsillos para mantenerlas lo más secas que se pudiera. Te estremeciste al sentir algo frío rozar tus dedos. Eran un par de tijeras. Entornaste los ojos al verlas manchadas.
Antes no eran de ese color, ¿Cierto? Ahora goteaban algo de rojo. Qué extraño.
Ni siquiera recordabas bien a dónde ibas en primer lugar. Solamente tocaste la puerta por instinto antes de escuchar como la habrían de un portazo.
–¡¿Qué clase de estúpida piltrafa camina por allí en un día así?!- te metieron a la casa ajena de un tirón, obligándote a sentarte en la primera silla a tu alcance. Sin que te des cuenta ya tienes una taza humeante frente a ti.
Metes de nuevo tu mano a tu bolsillo, sintiendo las tijeras rozar tus dedos.
Oh.
Cierto, ya lo recordabas... era el momento de lograr ver a diario de ahora en adeltante a Papyrus. Tiemblas de la emoción a la vez que sentías algo espeso y ligero resbalar desde tus labios; reconociste la bruma de color púrpura enseguida.
Bruma tóxica. Perfecto.
Te acercaste al ruido en la cocina, sabiendo que ella estaría allí. No mancharías de más sangre esas tijeras, siendo para nada necesario debido a la bruma que ya comenzaba a hacerse más densa y fuerte. Ahora podías sentir tu corazón latiendo aún más fuerte, ¡Por fin podrías sacarla del camino!
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Solamente comenzó primero a toser, carraspeando como sí tuviera algo en la garganta que le molestara, tocándose las branqueas para revisar en busca de algo. Se volvieron más fuertes sus carraspeaos; ahora parecía estarse atragantando.
Los espasmos dominaron su cuerpo de pronto mientras ruidosas toses y jadeos resonaban junto a varios trastes cayendo junto al agua caliete del té. Estaba surtiendo efecto.
Ella estaba intentando ahora arrastrarse hasta la puerta para alejarse de aquella tóxicidad. Pobre ilusa. Nunca te alcanzó a ver, para tu buena fortuna, sí no que solamente permaneciste quietx junto a la entrada de la cocina.
Era hermosa la manera en que desaparecía lentamente de tu camino.
–Sentimos avisarles que su profesora Undyne de Educación Física no podrá venir en un muy buen rato; ayer la encontraron casi muerta frente a su casa- explicó nuevamente la prefecta de la última vez. Te quedaste paralizadx ante de comenzar a temblar.
–Por favor no llores... ella estará bien...- sentiste un brazo aferrar tus hombros con cálidez.
Los temblores se hicieron más fuertes, acompañados de fuertes estrujos a tu ALMA. Soltaste un chillido.
–Saquéla de aquí, por favor- la prefecta te guío hacia afuera con ayuda de la chica junto a ti. Te dejaron en tu habitación con una caja de pañuelos junto. Los espasmos comenzaron a sentirse aún en tu estómago
¿Qué habías hecho? ¿Qué acababas de hacer hacía unas horas?
Tus hombros se sacudieron con fuerza ante otro violento espasmo. Una risilla histérica comenzó a salirséte. Jaja.
Sencillo; acababas de apartarla del camino por un muy buen tiempo, y sí Undyne era lista, para siempre. Un obstaculo menos.
Soltaste una risotada. ¿Qué más daba sí te escuchaba alguien? ¡Estabas celebrando!, ¡Solo era cuestión de tiempo para que trajeran a Papyrus otra vez!
–Por favor, deja de llorar, niñx- habló el esqueleto bajo nuevamente. Te quedaste quietx. Como la profesora de cálculo había faltado también (adivina por qué) habían dejado al prefecto que más sabía del tema
–Sé que es terrible, pero ella es muy fuerte y logrará salir de ello... además, miemtras tanto, mi hermano vendrá a atenderlos- habló tranquilizadoramente. Te contuviste apenas de soltar un grito de alegría.
¡Estaban cayendo todos uno a uno!
Pocas semanas después de enteraste de que ella había quedado tan mal que nunca iba a poder respirar correctamente sin un inhalador. Patético. Al menos también habían cambiado al profesor de cálculo, pues la lagartija debía quedarse a cuidar de su débil novia.
Papyrus ahora aparecía con hermosas lágrimas cayendo por sus pómulos cada vez que entraba al gimnasio. Se sentía tan bien verlo llorar, por dos razones; 1) Era perfecto aún así, 2) Ahora tenías la costumbre de siempre estar junto a él, y el siempre se aferraba a ti al empezar a sollozar. ¡Podías tocar sus cláviculas!
Llegando a tu habitación solamente podías estremecerte y soltar un gritillo de emoción.
Era una vida fantástica; podías continuar viviendo así siempre si se pudiera... tal vez incluso te convertirías en un esqueleto solo para ello. Pero. Siempre hay un maldito, estúpido, y estorboso Pero...
Pero no te lo permitíam, el universo estaba en tu contra: había cada vez más estudiantes que parecían voltear a ver a Papyrus durante las clases, cuando les mostraba vomo realizar el ejercicio:
¡¿Qué tanto le ven?! Es TÚ propiedad y de nadie más. ¿Cómo se atreven a mirarlo?, ¿Cómo se atreven a desearlo para ellas?, ¿Cómo se atrevían a Soñar con estar respirando el mismo aire? Ese era tu asunto, no el suyo.
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