Vacaciones

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Me levanté totalmente adolorida, había bebido esta vida y la otra, toqué mi cuerpo dándome cuenta de que afortunadamente por lo menos, estaba vestida.

Observé a mi alrededor para analizar  en donde me encontraba, estaba en mi habitación, suspire aliviada pero me sobresalte al escuchar sonidos extraños provinientes del piso de abajo.

Con cautela salí de mi recámara y bajé las gradas muy despacio. Tenía la ligera esperanza de encontrarme a un hombre alto, músculoso e inteligente pero eso sólo ocurría en la peliculas, en mi casa seguro se encontraba un horrible ladrón.

Al parecer aquél intruso estaba en la cocina, así que tomé una escoba entre mis manos como arma, en caso de algún posible ataque.

---¿Quién está ahí?

Pregunté ya más cerca de la cocina, me asusté un poco al no escuchar ninguna respuesta, lo que si escuché fueron pasos acelerados pero cautelosos.

---¡Hola Jennifer! Tranquila soy yo.

Era el niño, el hijo mi nuevo vecino, traía consigo una bandeja que parecía contener deliciosa comida.

---¿Qué hacés aquí?

Le cuestione observándolo detenidamente.

¿Quién se creía este niño para entrar así a mi casa?

Vi al muchacho dejar la bandeja que tenía entre sus manos sobre el mesón principal.

---Calmate, bueno, la verdad es que te vi llegar a la madrugada a tu casa y hoy en la mañana que pasaba por aquí, encontré la puerta entreabierta.

Lo miré confundida.

---Ya ¿Y?

Puse mis brazos en mi cintura en forma de jarra.

---Te vi llegar ebria, no quise entrar sin tu autorización, solo quería ayudarte por eso te preparé algo de comer.

Señaló la bandeja que hace un rato tenía entre sus manos, me relaje un poco, tal vez yo estaba siendo muy dura con él.

---Gracias por preocuparte pequeño.

Hablé acercándome más a el.

---No hay de que, por favor come lo que preparé para ti, te aseguro que va a gustarte.

Señaló la comida que estaba en la bandeja.

---Esta bien.

Respondí sentándome en una de la sillas cerca del mesón.

---Siéntate tu también.

Le dije, no me gustaba comer sola.

---Bueno, yo ya he desayunado pero te acompañaré.

El muchacho se sentó frente a mi.

---Y dime ¿Que edad tienes?

Cuestione mientras me llevaba una cucharada de sopa a la boca.

---Tengo 13 ¿Y tu?

Debo decir que aquella sopa estaba deliciosa.

---24 recién cumplidos ¿Cómo es que un niño de tan sólo 13 años cocina así de bien?

Mejor que yo...

Damian sonrió.

---Mi mamá murió cuando tenía 10, he aprendido a hacer muchas cosas por mi mismo, y tal parece que algunas me salen muy bien, así que gracias por tu comentario.

Este niño parecía muy maduro para su edad.

---Lo siento mucho, por lo de tu madre.

Toqué su mano y le di un ligero apretón, él solo miró detenidamente mi mano sobre la suya, pareció no gustarle que lo tocará, así que retiré la mano de inmediato, sintiéndome un tanto incómoda.

Mi pequeño acosador  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora