CAPÍTULO 1

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LIA

Tenía que ser justo esta noche cuando me encontrara con ocho demonios Moloch y solo llevara mis chakrams y un pequeño estilete. Iba por Roupell Street dirección a un bar llamado The Kings Arms donde encontraría a un vampiro que me llevaría hasta su jefe, el que controla todo el clan de Londres e intentaría sacarle algo de información.

Entre el viaje y encontrar un hotel había perdido casi todo el día y estaba anocheciendo cuando al meterme en un callejón por equivocación aparecieron los demonios.

Al principio me parecieron un grupo de hombres pero al irse acercando pude ver el espeso aceite viscoso del que estaban hechos y los apéndices líquidos y amorfos que tenían por piernas.

Maldigo en voz alta mientras saco mi estilete y le doy el nombre de Remiel. No soy de ese tipo de cazadoras de sombras que tienen un arma específica y que solo utilizan esa para luchar, yo utilizo todo tipo de herramientas, pero se me dan especialmente bien los chakrams y los cuchillos arrojadizos.

El primero se abalanza sobre mí y yo le separo la cabeza del cuerpo con un golpe seco. Al segundo le clavo el estilete en lo que sería el pecho y este se retuerce en suelo hasta que finalmente se esfuma. Al siguiente le corto las "piernas" y se derrumba. Al hacerlo mi arma se cubre de icor y mientras me quema la piel esta se desintegra a causa del veneno. Genial. Me quedan cinco demonios y dos chakrams, no es suficiente.

Busco una salida por la que huir pero es un callejón sin final y estoy acorralada. Lanzo el primer chakram que le da al cuarto demonio en la cabeza mientras este salta hacia mí.

El demonio desaparece junto con mi arma. Voy a lanzar el segundo disco cuando algo me agarra el tobillo con fuerza y me tira al suelo. Me fijo y veo que al demonio al que le he cortado las piernas no está muerto. Se arrastra hacia mí y noto el asqueroso olor que desprende. Le clavo mi última arma en la espalda y retrocedo evitando que el veneno me toque.

Cuatro demonios, ningún arma. Busco algo con lo que defenderme y encuentro un tablón de madera que hay apoyado en el cubo de basura de mi derecha. Lo cojo y retrocedo para ganar espacio. Los Moloch restantes son diferentes, por lo general este tipo de criaturas se lanzan sin pensar, a matar, pero estos se retienen y avanzan más lentamente lo que me produce un escalofrío. Qué extraño...

Se acercan dos a la vez y yo salto cuando tratan de agarrarme una de las piernas. Levanto el tablón y le golpeo a uno de ellos en la cabeza haciéndolo retroceder. Al siguiente se lo clavo en el cuello con toda mi fuerza y veo como cae pero no desaparece.

Los otros dos se acercan a mí y me acorralan. Joder. Joder. Joder. No sé qué hacer e intento pensar alguna salida. No me queda nada con lo que defenderme, solo mi estela, pero es la única que tengo y la necesitaré más adelante. Tengo los brazos quemados y el traje agujereado allí donde me ha salpicado el icor.

Puedo sentir el aliento de los demonios en mi cara y decido que intentar saltarlos por encima y correr hacia la salida del callejón es mi mejor opción pero cuando me impulso para saltar algo me empuja y me lanza contra la pared del final. Recupero el aliento y centro la vista cuando veo que tengo justo enfrente, a unos centímetros, a uno de los demonios. Este levanta uno de los apéndices. Mi piel arde allá donde las flamas que salen de sus ojos la tocan y me coloca la prolongación en el cuello. El famoso quemazón aparece y no puedo evitar gritar. Noto la sangre correr por mi piel y la vista se me empieza a nublar. Tengo que pensar una salida, tengo que conseguir coger mi estela y clavársela al bicho. Intento llegar con mi mano izquierda a mi cinturón pero...

De repente el demonio suelta una especie de aullido y se esfuma al igual que el que había a su lado. Detecto el brillo de un cuchillo serafín y suspiro aliviada.

Cazadores De Sombras. El Retorno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora