Preparaciones, invitados.

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No supo como escapó de esa mirada, de esa voz gutural que lo llamaba, de ese gruñido que soltó cuando empecé a correr, Jimin se consideraba un Omega con mucha suerte, cuando llego con la manada de su padre, enseguida se escabullo hacia su territorio.



La manada de su padre estaba habitada en una de las zonas más hermosas de la tierra, no solo tenía un bosque que cualquier lobo no dudaba en explorar, en la aldea se encontraban Alfas, betas y Omegas, era una de las pocas que no expulsaban a los betas, los ancianos habían prohibido que esas especies puedan vivir en paz a pesar de ser lobos como ellos, el padre de Jimin tuvo que defender varias veces su postura contra los ancianos para que les permitan mantener betas en su tierra sin ser atacados, por eso para los que eran parte de la manada, Jimin y su padre no eran temerosos, eran lobos que merecían respeto, los Alfas ya sabían que Park Jimin, hijo del líder de la manada estaba prohibido y no debían ni mirarlo, era un Omega incontrolable.



Al llegar al pequeño castillo abandonado que sus padres habían tomado como vivienda enseguida se tiró directo a la gran cama que tenía para él solo, se cubrió con las sabanas de seda hasta la cabeza y se hizo bolita preocupado empezando a temblar, rogando que el destino le impida ver a ese Alfa de ojos profundos y aterradores, hasta que su padre lo sacó de sus pensamientos abriendo la puerta de golpe, pero Jimin no salió de su mini escondite.



—Jimin, los ancianos hablaron, vendrán Alfas de varias tierras mañana al atardecer buscando con quien acoplarse, prepararé la vigilancia, descansa. —Fue lo único que le dijo ignorando si Jimin estaba despierto o dormido, el corazón de Jimin latió con fuerza y un mal presentimiento lo inundó, se le puso la piel de gallina, algo le decía que no vaya a esa reunión, pero su padre le daría un regaño severo si no iba con él, tragó grueso, no iba a pasar nada malo, nadie se le acercaría, no volvería a verlo, y si lo veía... lo iba a rechazar.



La noche pasó más rápido de lo que Jimin creía, y el sol de la mañana enseguida se coló por su ventana, despertándolo con un característico mal humor que adquiría todas las mañanas, ni siquiera se le abrió el ojo derecho cuando su padre entró de golpe.



—Jimin, algunos ancianos están aquí, ve a recibirlos, debo encargarme de los preparativos.



—No me jodas. —Habla sin poder creerlo aún, pero su padre no bromeaba, salió sin escuchar las quejas de su hijo y Jimin a regañadientes se tuvo que levantar, se vistió más decente, acomodó un poco su alborotado cabello rubio y bajo adormilado, viendo como dos ancianos estaban sentados en la mesa principal desayunando a gusto gracias a la Beta mayor que tenían como criada.



—Oh... pero miren a quien tenemos el gusto de recibir. —Era un hombre y mujer mayor, pareja al parecer, Jimin pudo ver la marca en el cuello, otra de las cosa que odiaba, era ley que los Omegas siempre deban mostrar su marca, no importa el clima, la marca siempre visible, aun si estuvieran en temperaturas bajas los Omegas nunca pueden cubrirse el cuello, una de las causas por las cuales morían a edad temprana a causa de las temperaturas bajo cero.

El amor de tus sueños (YoonMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora